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Montó una fábrica de cervezas belgas para hacer un homenaje familiar

Sus antepasados producían en ese país de Europa y él emuló las recetas en un establecimiento de Neuquén. Conocé la historia de Diego Aerts.

Hace 14 años, antes del masivo boom que llevó la espuma de la cerveza artesanal a los labios de todos, a Diego Aerts ya le fascinaba el mundo de las maltas y los lúpulos. Y había una receta, una etiqueta en particular que lo atraía de modo diferente: Diego quería fabricar cerveza estilo belga para honrar la memoria de sus antepasados. Hoy, tiene su propia fábrica, que lleva emula los sabores de Bélgica en el centro oeste de Neuquén.

Diego comenzó su inclinación por la cerveza hace casi tres lustros, y sus inicios fueron como homebrewer. Es decir, no preparaba cervezas con fines comerciales en una fábrica establecida, sino que elaboraba desde su casa, que en ese momento era también la casa de sus padres.

"En esa época Internet no era tan masivo como ahora, era más difícil leer y acceder a la información", reflexiona el cervecero y agrega que hoy, el boom de la cerveza se nutre de cientos de entusiastas que aprenden a elaborar este alimento gracias a los tutoriales de YouTube. Ese ímpetu derivó también en una mayor disponibilidad de maquinarias e insumos, que formó un círculo virtuoso para los birreros.

Aunque el neuquino comenzó a producir y experimentar en su casa, había una receta de cerveza que le resonaba siempre en la cabeza. Su bisabuelo Enricus había llegado a Bahía Blanca desde Bélgica, y había traído con él la semilla de una etiqueta propia: una cerveza llamada con el apellido Aerts que reproducía los sabores belgas.

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"El que me transmitió la historia fue mi abuelo, pero él no me dejó los conocimientos", explica Diego. Así, tuvo que armarse de paciencia autodidacta para aprender por su cuenta, en base a la prueba y el error, con el objetivo de homenajear esa cuna que vislumbra muy lejos, a un océano de distancia, pero muy cerca de su registro emotivo.

Aunque Diego nunca pudo probar las cervezas belgas in situ, aprendió mucho sobre este estilo en particular, que se distingue en demasía de los estilos alemanes o americanos que se consiguen en la mayoría de las cervecerías de la zona. "Las cervezas belgas son un mundo aparte, tienen más cuerpo y son menos lupuladas", dice.

Por su descripción, da a entender que las versiones que vienen de Bélgica tienen más personalidad: más cuerpo, más alcohol y una fuerte presencia de las notas frutadas y especiadas que le dan carácter a cada bebida en particular. "Se siente la manzana roja, la banana, la pimienta y el clavo de olor", detalla.

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Incluso con paladares poco acostumbrados a estos sabores distintos, Diego afirma que los clientes la reciben con entusiasmo. "Hace siete años tenemos la fábrica, dejamos el homebrew para fabricar para bares, restaurantes y puntos de recarga", dice el productor y agrega: "Los clientes la prueban, se sorprenden y vuelven, eso es buena señal".

Otro indicio positivo es la cantidad de medallas que ganaron sus estilos en competencias nacionales. Aunque es cierto que las opciones belgas son las menos conocidas, Aerts se distingue por ser la única fábrica de la región que produce únicamente cervezas de este origen. El resto, en cambio, se animan a una versión belga dentro de una carta variada, que incluye gustos americanos y alemanes.

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"Nosotros usamos las levaduras belgas que le dan otro perfil", detalla el emprendedor y agrega que la opción de adquirir insumos importados generó complicaciones en la pandemia, cuando se había limitado el ingreso de estas materias primas. "Tuvimos tres aumentos de precios en los insumos en lo que va de la pandemia, aumentó todo, la malta el lúpulo", relata.

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Incluso en un contexto de adversidad, con el local cerrado por más de un mes a partir de la pandemia, Diego y su esposa se dedican con ahínco a la producción de siete estilos distintos de cerveza belga. Y también se adaptaron: comenzaron a envasar su cerveza en botellas de medio litro y ellos mismos hacían el delivery para acercarla a los consumidores. "Hoy ya podemos vender la cerveza tirada pero tenemos una heladera en el local con las botellas y todavía las llevan", detalla.

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Con siglos de diferencia, es imposible saber si los sabores que Diego genera en Neuquén se asemejan a la primera cerveza que llevaba la etiqueta Aerts, luego de que Josephus Aerts la creara en la ciudad de Amberes, en 1783. Pero, a su modo,el joven neuquino perfeccionó la técnica hasta producir el sabor más distintivo posible y, en cada pinta, le rinde homenaje a su propio apellido.

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