Arabia Saudita: "Dinero de sangre", el precio a pagar para que no decapiten a su hijo
Una madre intenta reunir 1.000.000 de dólares antes de que se ejecute la sentencia. Es la compensación en la "sharía", la ley islámica.
En Arabia Saudita, la potencia árabe del Golfo Pérsico, donde gobierna una renovada monarquía musulmana, rige en todos los estratos políticos y sociales la “sharía”, la rígida ley islámica. Los castigos ante delitos graves suelen ser severos, y en más de una ocasión se dan historias muy inquietantes.
Este es el caso de Stephen Munyakho, un keniato de 50 años que está detenido desde 2011 por haber asesinado a un hombre en una pelea.
Esta semana iba a ser ejecutado. El método tradicional para llevar adelante la pena de muerte en territorio saudita es por decapitación, aunque también se suele utilizar la horca, un pelotón de fusilamiento y, en algunos pocos casos, la inyección letal.
Hay una alternativa a la pena capital, según marca la sharía, y es el famoso “diyya”, conocido como “dinero de sangre”. Es decir, se paga una compensación económica a los familiares de la víctima para obtener el perdón.
Esto es lo que ocurrió con Munyakho. Se aplazó la sentencia cuando faltaban pocos días para la ejecución, a pedido de sus familiares. Pero la suspensión es momentánea. Si no se entrega el dinero a tiempo, se ejecuta la pena.
El problema es que ahora, Dorothy Kweyu (70 años), la madre de Munyakho, debe reunir ese rescate y se trata de una suma muy elevada: debe pagarles 1.000.000 de dólares, lo que le resulta casi imposible de obtener porque es una mujer humilde de Kenia. Por eso recurrió al gobierno de su país.
Una pelea que terminó mal
Munyakho decidió dejar Kenia y mudarse a Arabia Saudita cuando tenía 20 años, buscando trabajo y un futuro mejor para ayudar a su familia.
Después de algunos empleos esporádicos, consiguió ingresar como coordinador de una bodega en un hotel de categoría en el mar Rojo. Allí trabajo durante 13 años sin tener problemas. Formó una familia y tuvo tres hijos.
Un día se produjo una discusión con otro empleado del lugar y la situación se salió de control. El otro hombre, un yemení, lo atacó con un abrecartas. Munyakho se defendió, le sacó el abrecartas y se lo clavó en el cuerpo, provocándole la muerte.
Fue detenido y juzgado rápidamente. “Al principio, mi hijo fue hallado responsable de homicidio culposo y condenado a cinco años de cárcel”, contó Dorothy al corresponsal de la cadena británica BBC.
“Nosotros esperábamos que volviera a casa al cabo de dos años y medio, de acuerdo a las leyes internacionales. Pero no ocurrió así”, señaló la mujer.
Lo que sucedió fue que la familia de la víctima apeló en 2014 y los jueces islámicos cambiaron la condena. “La corte ordenó entonces que mi hijo recibiera la pena capital, lo que significaba que debía ser ejecutado”, dijo Dorothy.
“Yo pedí que en vez de ejecutar a mi hijo me ejecutaran a mí. Que podíamos hacer ese intercambio. Pero me dijeron que dejara de decir eso”, remarcó la mujer, angustiada por la situación.
Negociación diplomática con la familia
Ante la gravedad de la situación, la delegación de Kenia en Arabia Saudita buscó pactar una salida para evitar la ejecución. Así llegó a dialogar con los familiares de yemení.
“Poco después la familia de la víctima aceptó la oferta de la delegación de recibir la diyya o dinero de sangre”, apuntó la madre de Munyakho.
Pero admitió que las negociaciones fueron muy largas y difíciles, y que recaudar tanto dinero para recuperar a su hijo es una tarea complicada.
El gobierno de Kenia hizo una petición pública para conseguir los fondos. Pero hasta el momento sólo logró reunir un 5% de lo necesario.
Ahora, según medios locales, el gobierno de Kenia busca ganar tiempo para tratar de conseguir el millón de dólares.
Encima tiene la presión judicial. La corte había establecido el pasado 15 de mayo como fecha límite para que el dinero fuese entregado. Como no se consiguió, decidió extender el plazo.
Cómo se estipula el monto en la "diyya"
La “diyya”, bajo la ley islámica, sirve para compensar crímenes como asesinato o daño a una propiedad. Y el pago puede llevar tanto a la reducción de la sentencia como al indulto.
Se aplica en una veintena de países musulmanes en Medio Oriente y África. El “dinero sangriento” está estipulado en el Corán, el libro sagrado de los musulmanes.
De acuerdo a los expertos en estos temas legales islámicos, el profeta Mahoma lo aclara en sus enseñanzas al sostener que el precio por un asesinato o un homicidio involuntario debe ser de 100 camellos.
Claro que las interpretaciones modernas hacen que las sumas difieran de un país a otro y, por lo general, establecen el pago en efectivo.
“En Arabia Saudita un camello puede costar unos 8.000 dólares, por lo que si alguien va a pagar por la vida de otro, tienen que abonar al menos 800.000 dólares”, le explica a la BBC, el experto en temas islámicos Sheikh Husseini Zakaria.
Para realizar el intercambio, siempre la familia de la víctima debe estar de acuerdo.
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