Carlos y Fabián integran un programa provincial la rompen en las escuelas con una actividad que pone a los niños en una conexión sin igual con papás y mamás.
Claudia es la mamá de Tiago, alumno de una escuela primaria de Allen y llegó a pensar que no era buena idea, que no iba a resultar. Cuando en el cuaderno de comunicaciones llegó la nota dirigida a los papás de los niños con la invitación a participar de una actividad "sin pantallas", lejos de los celulares y la tecnología que hoy lo atraviesa todo, dudó en pedir permiso en su trabajo para asistir.
Un papá de la otra escuela que ya había pasado por la misma actividad le contó más o menos de qué trababa y se entusiasmó, aunque con algunas dudas. "¿Será cierto? ¿Podremos con Tiago y dos horas sin Roblox ni TikTok?", se preguntó. Entonces, con el permiso del patrón aprobado, se puso ropa cómoda y pedaleó hasta el club Alto Valle, donde estaba programada la actividad.
Como Claudia, otros papás y mamás saludan a sus niños mientras se acomodan en el salón. Hay maestros, maestras, el equipo del Consejo Escolar y varios integrantes de la Secretaría de Deportes de Río Negro, que son quienes tienen a cargo la actividad denominada "A mover en familia". De pronto dos profesores de educación física aparecen en acción y la música empieza a sonar: son Fabián "El Pollo" Castro y Carlos Godoy, que comienzan a romper el hielo con una cumbia y un coreo que todos tienen que seguir.
Hay desde el minuto uno de la actividad una regla inquebrantable para todos. No se pueden usar los teléfonos celulares para absolutamente nada y si alguien por alguna razón lo hace, deberá dar alguna explicación ante la multitud. De a poco todos se van soltando. A los niños no les cuesta desinhibirse, pero a los papás y mamás, algunos pendientes de la mirada del resto, les lleva algunos minutos más.
Carlos y Fabián proponen más bailes y coreografías y tienen como objetivo lograr que todos los que están en el salón se olviden de las pantallas por un rato, del frenesí cotidiano, de las obligaciones de los adultos, de los problemas. Pasó menos de media hora del inicio de la actividad y como si tuvieran algún poder hipnótico o vaya a saber qué, ya tienen a todos, grandes y chicos, en la misma sintonía, en un clima que recrea el sentido más hermoso de un padres e hijos: jugar y compartir. Entonces Mario, otro papá que apenas esbozaba una sonrisa con los primeros chistes del dúo de profes, ya soltó su cuerpo y menea la cadera de "acá para allá" y su hija lo mira, se ríe y también baila.
Abrazos y un final emocionante entre los niños y sus padres
Carlos es el profe pelado y después de tanto bailar y animar, dice que los piojos están haciendo patinaje en su cabeza y los niños se descostillan de la risa. Mezcla las coreos con el humor más sano y Fabián lo complementa. Nadie para de reírse, nadie para de moverse por un instante. Sostienen durante dos horas reloj la atención de niños, mamás y papás, sin que el ánimo decaiga por un instante. Son dos grandes profesionales y eso se nota minuto a minuto,
Y cuando todo fue juego y diversión y las dos horas ya están por llegar a su fin, los profes proponen un momento único en la actividad. Carlos y Fabián les piden a los niños que abracen a sus papás y mamás y les digan un "gracias por jugar conmigo". Entonces, en ese momento mágico, hay postales que muestran la conexión más pura y tierna que puede existir entre padres e hijos. Se ven súper abrazos, miradas increíbles y hasta lágrimas de emoción.
La actividad deja un mensaje muy claro. Hay que lograr hacerse un tiempito en casa para "parar la pelota", alejarse un poco la tecnología y volver a jugar con ellos. Porque jugar recrea, estimula, divierte y es la llave para que ellos encuentren otro desarrollo, más allá de las pantallas.
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