Tanto para el aniversario de la ciudad o para las fechas patrias, el pueblo se vestía de fiesta. Son postales de otros tiempos que aún quedan en el recuerdo.
Siempre que llega un nuevo aniversario de Neuquén recuerdo con nostalgia aquellos antiguos desfiles que se hacían por las calles del centro de la ciudad, tanto para festejar el cumpleaños de la capital como los aniversarios de las fechas patrias.
Claro que no eran como los desfiles de ahora, tan imponentes y numerosos. En las décadas del 60 y 70 Neuquén seguía siendo una aldea en la que todos los vecinos se conocían. Estos festejos servían para que la gente se reencontrara y disfrutara de esa calma pueblerina que se acentuaba mucho más los días feriados. A veces se realizaban en horas de la mañana y terminaban al mediodía para permitir los almuerzos en familia. Otras veces se hacían a la tarde, después de las sobremesas.
Los acordes metálicos de las marchas que salían de los instrumentos de viento de la banda de la Policía, los puestos de venta de algodones de azúcar, de garrapiñada, de globos y molinitos, el palco central de las autoridades y las decenas de instituciones que pasaban desfilando y tirando saludos al gentío que se juntaba en las veredas eran postales que se repetían en aquellos finales de invierno donde ya se percibía un cambio de humor con la llegada de la primavera.
A los desfiles de antaño la gran mayoría llegaba caminando porque en aquel entonces la ciudad estaba circunscripta a una cuadrícula pequeña que recién explotaría con el desarrollo de las próximas décadas. Así, las calles de tierra dominaban el paisaje y las bardas marcaban los límites al norte, este y oeste. El pueblo era todavía un pueblo y los sueños de ciudad aún estaban sin cumplir.
Pasan los alumnos desfilando, pasan los gauchos a caballo, pasan los bomberos, los soldados, los policías. Suena la banda dominguera de la plaza -como dice la vieja canción- y los neuquinos están felices por el nuevo cumpleaños de su tierra.
Por delante quedarán muchos más y serán cada más numerosos. Por ahora la gente festeja, se ríe y toma fotos en blanco y negro; postales nostálgicas que quedarán en el recuerdo.
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