El criancero Mario Arriagada camino a la veranada conversó con LMNeuquén. Son 150 kilómetros a caballo con los recuerdos a cuestas, incluida la Fiesta del Chivito.
De camino a la Fiesta Nacional del Chivito, la Danza y la Canción, por la Ruta 40 yendo a Chos Malal, ya invita a conocer la cultura y las tradiciones del norte de Neuquén como la trashumancia. Mario Carlos Arriagada, es uno de los crianceros que comenzó a hacer esta práctica ancestral y conversó con LMNeuquén montado en su caballo Relámpago.
El criancero, que se dirige hacia su refugio, es una de las 1500 familias que en noviembre arrea el ganado desde los campos bajos donde hacen la invernada a los campos de la veranada 2024-2025. A su vez, las familias que viajan a la Fiesta aminoran la velocidad y lo saludan.
"Yo arranco desde Mina Continental hasta el Valle de las Damas, tengo dos días de arreo con caballo, las vacas ya las llevé", cuenta a pesar de las dificultades del viento que zumba mientras sus caballos se adelantan al costado de la Ruta 40. Carlos tiene 45 años y la trashumancia es una tradición familiar que aprendió de su abuelo, Don Arriagada.
"Tengo tres guías de arreo y hago 3 o 4 meses de veranada, hasta marzo o abril, después hay que volver de vuelta", detalla y agrega que en los campos de Valle de las Damas cuida a su ganado, pero si tiene que hacer trámites, vuelve. "Es una salida de campo, hay que manejarse en la vida de campo", dice el criancero misterioso. "Algún día vamos a llegar a la veraneda", se alienta a sí mismo y precisa: "De la invernada a la veranada tengo 150 kilómetros, tranqui. Voy despacio, vamos a llegar". Dice que tiene 10 caballos, que dejó 6 o 7, y que en total son 18 gurises y vacas entre 80 y 90, que para él son "poquitas".
En el camino Carlos va cuidando que los caballos sigan la huella de la banquina y a su vez no sean atropellados por los autos que se dirigen a Taquimilán o Chos Malal, donde se celebra la Fiesta del Chivito. Incluso el gobierno provincial hizo alertas a los turistas y ha lanzado operativos policiales para ayudar a la seguridad.
Para Carlos, la Fiesta del Chivito es un buen recuerdo que le gustaría repetir: "La pasé un par de veces, es muy buena, muy linda. Hace años que dejé de ir porque empezó a encarecer todo, pero este año tenía deseo de ir, pero se me cruzó el tema del trabajo, pero será otro año, ahora es cuestión de ir despacito", dice con las manos en las riendas.
Historia de veranada
"Mi abuelo era minero, se jubiló y mi abuela fue criancera toda su vida pero no le gustaban los animales. Siempre vivió en el campo junto con mi abuelo hasta que avanzó la edad y se fueron, entonces vine yo y mi tío a trabajar en la veranada", cuenta Carlos.
Consultado sobre los desafíos que tiene la cría de ganado piensa y dice que hay opciones: "Si viene el año bueno se gana, pero si viene año malo, va para atrás, así es la vida", dice con una sonrisa y agrega que tuvo otros trabajos urbanos: "Me gusta, he estado en las empresas, y después he vuelto al campo, hice todo tipo de trabajo, campo y la ciudad, para mí es lo mismo, no tengo categoría".
Sobre su compañero equino, que lo traslada los 150 kilómetros hasta la veranada, dice que fue afectado por la sequía: "Relámpago tiene 8 o 9 años, pero las condiciones no están como para trabajarlo mucho, ahora está muy flaco porque este año vino malo".
En cuanto a las posibilidades que tiene de vender Carlos cuenta que tiene alguna vaca vieja para clasificar: "Lo que más o menos uno pueda clasificar y pueda hacer una moneda la hace". Pero aún tiene varios meses por delante.
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