José Aramberri repasó la historia de BIOT el innovador proyecto que despertó interés a nivel internacional y que en modo "aserrín" sirve para hacer sahumerios y alimento para animales.
En medio de una semana agitada, con una agenda repleta de entrevistas periodísticas, José Aramberri se hace un tiempo para volver a repasar su historia y la de BIOT, el emprendimiento de un innovador biocombustible, conocido popularmente como leños ecológicos o leña de orujo de peras y manzanas.
Orgulloso de su creación y sorprendido por la repercusión internacional que sigue teniendo su propuesta después de 13 años, el veterinario habló de su pasión por la investigación de los restos sólidos frutales que lo llevó a desarrollar y elaborar en forma artesanal el eco tronco que sirve para cocinar y calefaccionar.
Oriundo de la localidad bonaerense Tres Arroyos, José llegó a Neuquén "buscando nuevos horizontes" junto a su familia en 1994. Luego del amplio abanico de experiencias que cosechó ejerciendo su profesión, quedó atrapado en la versatilidad y el potencial de ese mix de pulpa, cáscara, palito, semilla que desechaban las industrial sidreras y jugueras del Alto Valle que solían terminar descartadas en la meseta.
"Cuando me retiré comencé a investigar el orujo y realmente me atrapó el tema. Había comprado mi chacra en Plottier y ya tenía cierta experiencia en cuanto a lo que es nutrición animal. El tema es que cuando descubrí que era una fuente energética, estalló mi pasión", remarcó recordando el momento en que un grupo de personas le comentó que cocinaban y calefaccionaban con esa resaca solidificada a la intemperie.
Rápido de reflejos e impulsado por su curiosidad, José envió una muestra de orujo al Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) para saber a ciencia cierta qué poder calórico tenía ese orujo resecado. El resultado del informe fue motivador y contundente. Y así, con la certeza de que el orujo de fruta tenía el mismo poder de combustión que un trozo de piquillín o algarrobo, Juan comenzó el desafío de crear el producto.
"El orujo es como una sopa o un locro, un caldo muy espeso que tiene un 80 por ciento de agua. La pregunta era cómo hacer para sacar ese agua de una manera no costosa, porque tenía que competir con el precio de la leña. Hoy ya no compito, pero en ese momento sí", manifestó haciendo memoria de los interrogantes que lo desvelaban allá por 2010.
"Ahí surgió toda la creatividad y el ingenio del que disponía yo", dijo al hacer alusión al proceso de producción que ideo junto a una máquina para completarlo. El mismo consiste en recibir la materia prima de las jugueras y sidreras en un playón de cemento construido para facilitar el drenaje o directamente sobre la gramilla.
Tras esperar que adquiera una consistencia acorde para moldear el paso siguiente es esparcirlo de manera más uniforme sobre la chacra y fraccionarlo para luego dejarlo secar bajo el rayo del sol y obtener al cabo de unos meses los troncos de orujo, un producto superior a la leña común por su liviandad, poder calórico, capacidad encendido es inmediato y de genera poco humo. Otro atractivo diferencial de la leña de orujo es que no modifica el sabor de los alimentos.
"Cuando inicié este emprendimiento la conciencia del usuario no era la misma que hoy en cuanto a la conservación del medioambiente. Si bien había un interés, la competencia de la leña era muy fuerte y nosotros teníamos que hacer malabares", dijo haciendo alusión al contexto en el que salió al ruedo.
"Al principio invertí en publicidad para hacer conocer el producto, pero la cuestión explotó cuando gente de un medio extranjero nos vio en la Feria Innovar en Buenos Aires. Nos llamaron después de cuatro años para hacernos un reportaje. Estuvieron cuatro días en la chacra, conviviendo con nosotros, compartiendo, filmando, charlando. Todo ese material fue enviado a Nueva York donde se procesó y se editó. A partir de ahí fue un boom, no paramos re recibir mensajes de los lugares más inverosímiles", señaló con una sonrisa. La mencionada publicación en Business Insider tuvo un efecto multiplicador en otros medios de comunicación, una llama que sigue viva al día de hoy.
Con una producción de 100 toneladas anuales de leña, José se toma con filosofía los escollos que no le permitieron -por ahora- potenciar el desarrollo a mayor escala, un paso que se parece inexorable, más allá de las demoras.
"Los volúmenes de demanda que tengo no puedo satisfacerlos con la forma artesanal y primitiva que elaboro. Dependo del tiempo, del clima. Ahora estoy secando y a lo mejor, para mediados de noviembre tengo una producción. Tendría que industrializar el proceso, pero eso requiere de una inversión muy significativa para maquinaria", advirtió.
"Yo también tengo una edad y de alguna manera tengo resuelta mi vida. El contexto del país hoy en día no ayuda para nada", manifestó el hombre de 71 años. "Propuestas hay pero es complicado darle forma. Sin ir más lejos, hace un año y monedas que estamos gestionando la posición arancelaria en Senasa y en la Afip. De momento no tenemos ninguna novedad. Tampoco pudimos patentar porque nos dijeron que hace más de dos años que estamos con una marca que ya es conocida", planteó.
Otras posibilidades de los leños ecológicos
José destacó los panes sólidos de orujo seco no se limitan al uso como leña, sino que una vez molidos los vende a productores de sahumerios. "Tengo un cliente que primero me compró 10 o 15 kilos y hoy se está llevando 50 toneladas. Sacó una línea de frutales patagónicos", comentó.
También hay otras derivaciones del producto, como la fabricación de espirales para repeler mosquitos", agregó para luego mencionar la posibilidad de alimentación animal.
"En Chile hay dos fábricas de alimento balanceado para salmones y sé que se está usando pellets para que intervengan en una proporción ya que aporta volumen y sabor. A mi me podría significar muchas toneladas de venta. Lo mismo para la elaboración de alimento para mascotas, vacunos y rumiantes. El orujo de manzana tiene pectina que trabaja sobre el sistema digestivo, principalmente regulando la absorción intestinal, evitando enfermedades", explicó.
"Esto es apasionante, a mi me encanta y todo lo que construí me lleva de satisfacción y orgullo", deslizó antes de recordar que, más allá de que tiene clientes fijos, sus leños BIOT se venden al público en general en su chacra, ubicada en Candole 5811.
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