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De vender flores en el cementerio a lucirse en los eventos: conmovedora experiencia y "flor" de progreso

Claudia dio el salto del puestito familiar en Cipolletti a uno propio, con vivero incluido. Su trabajo es muy requerido en la región. Anécdotas emotivas.

No siempre todo fue color de rosa para ella. Ni en su oficio ni en su vida. Pero trabajar en la puerta del cementerio de Cipolletti vendiendo las flores que los vecinos ofrendaban a sus muertos le hizo valorar más las cosas, empatizar con el otro y adquirir una mayor sensibilidad que se puede corroborar en un simple intercambio de palabras.

Claudia Di Cillia (44 años) primero se sumó al proyecto de su marido Ariel Ikes, cuya familia es histórica dueña del puestito Santa Rosa, en la misma vereda del sitio donde los vecinos reciben el descanso eterno.

Hace 4 años, experimentó un “Flor” de progreso con el emprendimiento propio en Fernández Oro, local y vivero incluido, que se denomina Dulce Sofía en honor a la única hija del matrimonio, quien ya tiene 15.

Hija de un carpintero y una profesora de Filosofía, llegó de Chubut a los 6 años a la región. “Venimos de muy abajo, sumale que el papá de mi marido era albañíl y mi suegra empacadora, eso le hacemos ver a Sofía, que lo poco o mucho que logramos es con esfuerzo, como debe ser”, reflexiona en medio del sexto aniversario del Portal de Oro.

Claudia y Sofía en evento Portal de Oro

Es que en otra de sus facetas, se luce con la decoración de fiestas y eventos. Por ello la convocaron desde el Municipio de la vecina ciudad para la importante celebración del pasado domingo. Allí estuvo en un stand con su pequeña y ambas se llevaron las miradas y los elogios.

“En verdad hicimos el espacio de las fotos, el telón de flores colgantes con floreritos, también la decoración de un espejo, el armado… Es un trabajo que no te deja quedarte en la rutina, cada fiesta tiene algo que la distinga, eso te deja personalizarlo. Y está bueno”, comenta mientras una joven les compra un ramo de flores.

decorado de Claudia

Esa venta da pie a que se refiera a las nuevas tendencias. “Es que se puso de moda otra vez lo de regalar flores, sobre todo entre chicos. Hace unos años hubo un boom con el tema de las flores amarillas. Antes se regalaban más en aniversarios, cumpleaños… Ahora lo noto más permanente, los más grandes compran plantas y los más chicos flores. Como que ha cambiado eso, es una reivindicación muy linda. Las flores tienen eso de lo elegante, de lo sencillo”, celebra la transformación cultural en su rubro. Y, en ese sentido, menciona a “la margarita, yerberas y girasoles -flores grandes muy silvestres”, entre lo “que más me piden”.

Florería Santa Rosa cementerio

Respecto a la labor que desempeñan junto a su staff en los eventos, aclara: “Hacemos todo lo que es decoración con flores, no con entelados. A veces nos contratan y ya hay un decorador que nos aporta sus ideas, o la gente misma en sus fiestas. Pero muchas veces resolvemos solas. Hacemos centros de mesa, arcos para las ceremonias, caminitos, decoraciones de iglesias… Trabajamos con muchas flores importadas y con las de la zona. Es un elemento perecedero que depende de la época, nos vamos ajustando a las ideas. ‘Quiero algo más campestre’, suelen pedirte, por ejemplo, y allá vamos… Además trabajamos con decoradores profesionales y gente que hace parquizaciones. Vamos a fiestas en las chacras, también a muchos salones en la región. Y estos eventos te ponen a prueba la creatividad”.

Florería de Claudia

Los clásicos ramos de novia no pueden faltar entre lo más solicitado y, cuenta que “en los nacimientos y fechas especiales como el Día de la Madre tampoco damos abasto. Como será que hasta la ponemos a Sofía y al resto de la familia a dar una mano”, señala con simpatía…

La conmovedora experiencia en el cementerio

La parte más espinosa pero también más enriquecedora a nivel humana, una experiencia conmovedora de la que surgen anécdotas emocionantes, la vivió sin dudas vendiendo flores en el acceso al cementerio.

“Estamos hace mucho tiempo ahí. La florería de Ariel, mi marido, y su familia tiene 35 años al lado del Cementerio y sigue vigente. La mía en Oro queda en Primeros Pobladores 1368”, explica y, de fondo, el conductor del evento orense destaca a viva voz “la decoración a cargo de Dulce Sofía”.

“El cementerio es un lugar donde se mezclan muchas cosas, al trabajar allí aprendés un montón, más allá de que uno brinda un servicio y lo hace de manera profesional, requiere tranquilidad, ponerte en lugar del otro. Lo bueno de las flores es compartir todos los momentos”, sostiene y reconoce que la emociona abordar el tema.

Claudia y Sofía fotomontaje

“No es fácil por el contexto pero tampoco feo, como pueden pensar muchos. Al menos para mí trabajar ahí es lindo, poder acompañar, forma parte del crecimiento humano, del ser empático. Valorás mucho más todo y ser una compañía agradable para el otro, ponés lo mejor de vos, no tiene precio”, destaca.

Confiesa, asimismo, que lo más duro es “ver a los chiquitos despedir a sus papás o mamás”. Y recuerda una emotiva anécdota: “Una vez una nenita que fue a despedir a su abuela no se quería ir porque no quería dejarla sola. Lloraba y yo le decía ‘tranquila mi amor que no se queda sola, adentro a las noches vienen las hadas’. Justo estaban de moda los brillitos en las flores y le dije ‘mirá, esto va a atraer a las hadas’… Hubo que jugar con la magia, con la imaginación. Y la nena en ese momento de oscuridad se tranquilizó y se fue de la mano de sus padres a casa”.

Resalta que el puestito del cementerio “creció mucho a la par de la ciudad que se expandió enormemente, ya no solo es un servicio funerario, también hacemos ramos de regalos, de novia, etc. Mucha gente va a comprar para su casa, está bueno eso que no sea monotemático”.

Claudia, siempre gentil, destaca a todo el plantel que la acompaña en su iniciativa: “Desde Ariel que se encarga de las compras, Ana y Jazmín que están en el local de Oro y Vanina y Lorena en Cipolletti. Y Sofía), criada entre flores, que es nuestra debilidad”, admite como si hiciera falta.

Del cementerio al vivero, las fiestas y los eventos. Claudia no para de crecer como sus plantas. Su sueño, a base de esfuerzo, florece. Y merecido lo tiene.

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