El muro de alambre de Patricia Bullrich: la receta para la inseguridad
Construir enemigos es más fácil que resolver problemas, y la ministra hace su mejor juego. Una medida con la xenofobia como combustible social.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, encontró una solución innovadora para los problemas de seguridad en las fronteras: el alambrado perimetral, como la más sincera metáfora argentina, donde no se sabe si es un chiste o una política real.
Primero fue Bolivia, ahora Brasil. ¿Mañana Paraguay? ¿O tal vez Uruguay? Parece que esta nueva Argentina está dispuesta a emular a Donald Trump, pero en versión low-cost: en lugar de un muro de hormigón, un simple alambrado. Porque, como dice el refrán, todo lo atamos con alambre.
La política de Bullrich buscar generar un impacto de amplio espectro en las audiencias rabiosas. No importa si las cifras de delincuencia transfronteriza no justifican la medida, ni si los diplomáticos brasileños se enteran por los diarios de la nueva ocurrencia.
La clave de esta propuesta es el espectáculo de medio pelo. Cada vez que la ministra habla de “sicarios que cruzan la frontera caminando”, refuerza el mensaje de que el país está bajo asedio, como si fuéramos Ucrania y Rusia.
Patricia Bullrich: pesada lucha contra el narco
Pero, en la práctica, lo que sucede es bastante distinto. La mayoría de los que cruzan la frontera son argentinos buscando precios más bajos en Brasil. ¿El contrabando y la droga? Es un clásico, con décadas de historia, que no se soluciona con una malla metálica.
El muro de Trump con México prometía frenar la inmigración ilegal, el narcotráfico y la inseguridad. En la práctica estuvo muy lejos de eso, aunque se llevó el clamor y la prensa mundial. Pero sí cumplió otro objetivo, que es la de calentar a su base electoral republicana, y echarse a un grupo de demócratas también al hombro en las elecciones donde le ganó a Kalama Harris.
En Argentina, el sistema “alambrador latinoamericano” de Bullrich, busca lo mismo, pero a otra escala, más barata y hasta ridícula. Hablar de “delincuencia extranjera” es una fórmula probada que garpa para ganar adeptos en redes, a través de esa política de vivir indignado.
La construcción del alambrado en Salta contra Bolivia ya había despertado suspicacias. Ahora, el anuncio de reforzar la frontera con Brasil generó más sorpresa y leña al fuego entre los latinoamericanos, donde la ideología arde, entre los gobiernos populares y el ensayo de anarcocapitalistas, de libros con poco rating.
Construir enemigos más allá de las cifras
“Nos enteramos por los diarios”, dijeron en la cancillería de Lula Da Silva, como si estuvieran viendo una película de comedia absurda, ante lo que podría ser el alambrado ente Brasil y Argentina.
Los gobiernos del mundo discuten acuerdos de cooperación y tecnologías de vigilancia avanzadas. Están en otra cosa, pero en este país parece que se retrocede al alambre de púa. Porque si algo distingue a nuestra política, es la improvisación más allá de los gobiernos. Y la mejor manera de tapar la falta de estrategia es construir un enemigo imaginario.
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