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El neuquino que trabajó en El Eternauta contó el detrás de escena de la serie éxito de Netflix

Matías Videla estudió Artes Visuales en Neuquén y Dirección de Arte en Buenos Aires. Habló del importante trabajo detrás de escena para lograr el resultado que se ve en pantalla.

Matías Videla siempre tuvo inclinación por las actividades artísticas. Cuando terminó el secundario, decidió convertir esa pasión por el dibujo y la pintura en su profesión de tiempo completo y se anotó en la carrera de Artes Visuales. Después de varios años como docente, dejó Neuquén para expandir sus horizontes en Buenos Aires, en una escuela de cine que le abrió las puertas a las grandes producciones audiovisuales argentinas; entre ellas, El Eternauta, la serie de habla no inglesa más vista de Netflix.

"Estudié Artes Visuales acá y empecé a dar clases hasta que quise cambiar; en ese momento no encontraba otra salida laboral que no fuera la docencia, ahora en Neuquén toda la cultura se está moviendo un poco más", dijo sobre su trayectoria profesional. Cuando se mudó a la gran ciudad, se anotó en la ENERC, una escuela de cine que depende del INCAA y que ofrece todas las ramas de la realización audiovisual, desde dirección hasta montaje, edición o fotografía. "Yo estudié dirección de arte y ahí conocí a todos los docentes, que ya trabajaban en la industria", aclaró.

La carrera de dirección de arte orientada al cine sólo se dicta en dos instituciones de todo el país. La única pública es la de la ENERC, y es la que le brindó al joven una sólida formación técnica, pero también las llaves para abrirse puertas en un mundillo de cineastas en el que nadie lo conocía.

SFP Matias Videla artista en el Eternauta (4).JPG

"Solo entrábamos 10 al año, así que era fácil llegar a conocer a los profesores, y como ellos ya trabajaban en distintos proyectos, me convocaron", dijo Matías, que hoy se define como un eterno freelance. Por su innegable talento, nunca le faltaron oportunidades laborales, pero al principio tuvo que esforzarse para meterse de lleno en el universo del cine y la ambientación de los sets de filmación.

"Es un ambiente muy chico y uno siempre entra por contactos. Al principio, a través de mis profesores, entré como meritorio, que es una especie de 'che pibe' que hace un poco de todo en la asistencia y de ahí fui ganando experiencia y responsabilidad", recordó.

Su primera producción fue "Los que aman, odian", con Guillermo Francella y Luisana Lopilato. Como se trataba de una producción de época, recibía las listas de sus jefes, que eran responsables de ambientar el set, y recorría las calles de Buenos Aires, hasta el último anticuario, con el objetivo de encontrar el objeto perfecto que decorara una escena o sirviera de utilería para parte del guión.

Ambientador neuquino del Eternauta

"Yo iba absorbiendo todo, tenía todo por aprender", dijo y agregó que así construyó una carrera que hoy ya acumula 10 años de experiencia. "Un proyecto te va llevando a otro, con amigos o conocidos que te recomiendan", dijo sobre el ambiente, que se ve atravesado en gran medida por los ciclos de la economía argentina y la apuesta -o no- que hagan los gobiernos a fomentar el cine de industria nacional.

En ese encadenado de proyectos, Matías fue sumando desafíos y responsabilidades. Se especializó en el trabajo de Prop Master, que es un rol dentro de la producción orientada a la utilería. "La utilería son todos aquellos elementos que no son parte del decorado sino del guión; por ejemplo, si los actores están tomando mate o usando un celular, y eso forma parte del guión y de la escena", detalló.

"Cuando son películas ambientadas en la actualidad, buscamos que todo se vea lo más realista posible", dijo y agregó: "Cuando son producciones de época, hay que hacer una investigación para que todos los elementos cumplan un rigor histórico", afirmó el realizador, que participó en series de la talla de Monzón antes de desembarcar en El Eternauta.

Su trabajo en El Eternauta, la serie del momento

Matías ya formaba parte del mundillo audiovisual en Buenos Aires y solían contactarlo para distintos proyectos. Hasta entonces, consideraba que Monzón había sido la producción más grande de la que había participado pero, en los últimos años, en ese mismo círculo ya empezaban a oírse rumores de una megaproducción de Netflix en Argentina.

El Eternauta era la apuesta en la que todos querían estar, por lo que, cuando lo convocaron para trabajar como ambientador de set, el neuquino ya se imaginaba que iba a ser parte de algo grande. Sin embargo, el resultado final y la repercusión de la serie superaron todas sus expectativas.

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"Yo sabía qué era El Eternauta pero no lo había leído. Tuve que leer la historieta cuando me llamaron, y pasamos un mes antes leyendo, investigando y conversando con el equipo para empezar a trabajar en la ambientación de los sets", relató.

La serie demandó nueve meses de rodaje, el doble de lo que llevan el resto de las producciones audiovisuales de Argentina. Matías ya admiraba el trabajo de Bruno Stagnaro, pero le sorprendió el nivel de detalle que ponía en cada escena para cuidar una estética realista y acorde al relato que buscaba transmitir.

"Nosotros estamos acostumbrados a hacer la utilería con marcas falsas, diseñamos todas las etiquetas para cubrirnos y no tener problemas de copyright. Pero Bruno nos pedía, por ejemplo, una botella de agua real, y nos decía que después nos íbamos a ocupar del tema de los derechos", dijo y agregó: "Hoy se ven muchas marcas en la serie que no son publicidad, pero las empresas, en lugar de reclamar, ahora están aprovechando el furor que tuvo El Eternauta".

El detrás de escena de El Eternauta

Pero, ¿qué hacía Matías todos los días en la producción de la serie? Su trabajo como ambientador de sets le exige estar dos horas antes de que empiecen a grabar una escena, para coordinar con el director, el director de arte y el de fotografía cómo tiene que estar preparado el set de filmación. Ajustan luces, ubican los elementos y corrigen todo lo que haga falta para que el espacio cumpla todos los requisitos del guión y que así la escena salga perfecta.

El Eternauta superó en gran medida a todas las producciones que se habían hecho hasta el momento. Así, con un presupuesto de unos 15 millones de dólares, contrataron a un gran equipo de profesionales. Cada uno tenía una función específica dentro de un proyecto que se extendió durante nueve meses de rodaje, más el tiempo previo de redacción del guión y preproducción y el posterior, con la post producción para dedicarse a la edición e incorporar efectos especiales.

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Pese a que Matías ya acumula años de trayectoria, el nivel de producción y el resultado de este proyecto le sorprendió. "La nieve se hacía con kilos y kilos de sal gruesa en el suelo, y lo que volaba se hacía con ventiladores industriales que movían celulosa y un gel de bebé, según la intensidad de la nieve que se buscara", dijo.

Los equipos de arte de avanzada eran los encargados de encontrar las locaciones, que incluían casas vacías, calles de la ciudad, estudios tradicionales y hasta hangares de aviones en Ezeiza, las únicas estructuras que ofrecían un espacio tan grande para recrear las escenas apocalípticas de Buenos Aires. Matías contó con una sonrisa que llegaron "a hacer nevar en dos cuadras enteras de Florida, un barrio residencial. Teníamos que ir casa por casa a decirles que su patio iba a quedar tapado de nieve falsa, pero todos se quedaban contentos cuando les decíamos que iban a conocer a Darín".

Para lograr los sets que se ven en la serie se utilizaron distintas herramientas. Una de ellas fue, por ejemplo, utilizar pantallas curvas en las que se proyectaba una ciudad nevada detrás. "Eso se usó para la escena del motorhome y permitió que los actores también puedan interpretar con un fondo real y no sólo con un fondo verde", aclaró.

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"Otra escena que me sorprendió fue la de la iglesia. Usamos una de San Telmo, aunque en la serie parece que está ubicada en Belgrano", relató y agregó: "Tuvimos que hacer de cero los bancos, para crear una iglesia toda destrozada. Y ahí entraban extras que se llaman stunt, estaban todos vestidos de azul con unos puntos, y ellos gateaban por la iglesia e iban corriendo los bancos. Después, en post producción, los reemplazaron por los cascarudos que vemos en la serie y quedó muy bien".

Enfocado en su especialidad, Matías analizaba cada detalle milimétrico para obtener un resultado realista. "Siempre me pregunto, si están en una sobremesa de una casa sencilla, ¿cómo debería ser la mesa? Busco que haya migas, platos sucios, y no esas mesas publicitarias en donde todo se ve perfecto", agregó.

El nivel de los cineastas argentinos

Aunque en Argentina se ve esta serie como una superproducción, la cifra que se invirtió es muy baja comparada a los presupuestos que tienen en las series de Estados Unidos, donde a veces un solo capítulo requiere los mismos recursos que todo el producto argentino.

En ese contexto, Matías destacó la calidad que tienen los profesionales de la región. "Tengo compañeros que se han ido a España por la falta de trabajo, y allá en sus proyectos se sorprenden porque los argentinos saben hacer un poco de todo", dijo y agregó que la falta de recursos los ayudó a desarrollar su creatividad y su perfil resolutivo. "Parece que atamos todo con alambre, pero en realidad sale muy bien", se rio.

Haber montado una producción tan grande como El Eternauta también introduce nuevas formas de trabajar, con roles más específicos y mayor tecnología, algo que abre la puerta a rodar escenas de películas internacionales o traer a Argentina más grandes producciones de las plataformas. "Se está apostando por las grandes producciones latinoamericanas. Pasó también con Pedro Páramo en México o Diez Años de Soledad en Colombia", aseguró.

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Sin embargo, y pese a los récords de audiencia de esta serie o los galardones que se llevaron otras películas, hoy el cine argentino atraviesa una profunda crisis. "El INCAA, que es donde yo me formé y es el instituto que financia las producciones donde muchos ganamos experiencia, hoy está totalmente desfinanciado", dijo el neuquino y agregó que la economía actual, con precios tan altos en dólares, hace que muchas productoras prefieren rodar en Chile o Uruguay, lo que amenaza la fuente de trabajo para los realizadores.

Como eterno freelance, Matías también buscó otros proyectos alternativos. "Después de El Eternauta seguí con Atrapados, que fue otra producción grande, y también trabajó como figurinista de moda, hago mi aporte como ilustrador para los diseñadores de vestuario que trabajan en obras de teatro, en producciones de Disney, como La Sirenita", explicó.

Con esa versatilidad, el neuquino ya se planta para afrontar los nuevos desafíos. El más grande, quizás, es el de 2026, porque ya se perfila un nuevo rodaje para El Eternauta, que promete regresar con una producción renovada y una apuesta todavía más fuerte en base al éxito que tuvo la primera entrega. Eso significa más presupuesto, más realizadores profesionales, más efectos y más sets que sorprenderán a los espectadores.

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