El país deberá enfrentar una nueva e inminente devaluación
Las variables macro no se corrigen. Mientras tanto el presidente Milei evoca a Moisés para desatar su ira sobre enemigos que, en muchos casos, no existen.
Corría el mes de agosto de 2012. El día estaba soleado y era acompañado por una agradable temperatura que anticipaba la primavera en el Ciudad de Buenos Aires (CABA). La entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner se preparaba, una vez más, para entrar en escena. Ese mediodía del martes 28, ante un público reducido de seguidores, declamaba que se sentía la "reencarnación de un gran arquitecto egipcio", al presentar la puesta en marcha de los mecanismos para crear un Polo de Contenidos Audiovisuales en la zona sur de Buenos Aires.
"Amo construir, debo ser la reencarnación de un gran arquitecto egipcio", aseguró la ególatra mandataria ante su público que festejaba cada palabra que profesaba. La Presidenta hizo esta declaración al encabezar un acto desde el Museo del Bicentenario que se transmitió por la cadena nacional de radio y televisión. Estaba anunciando la creación de un Polo para la Industria Audiovisual, de 120.000 metros cuadrados, que iba a estar ubicado en la Isla de Marchi, en el extremo sur de Puerto Madero, lindero con el barrio porteño de La Boca. Fue parte del relato de un país que nunca despegó y, junto con él, de un nuevo proyecto -de los cientos anunciados en su mandato- que nunca se terminó de ejecutar.
Pasada poco más de una década, la sociedad argentina recibe en lo que es hoy la Cadena Nacional del presidente Javier Milei -su cuenta de Instagram- una imagen con los fragmentos bíblicos del Antiguo Testamento. Su posteo fue realizado esta semana, antes de su encuentro espiritual con el rabino Osher Vai y de visitar el kibutz Nir Oz, una de las comunidades atacadas por el grupo islamista Hamás el 7 de octubre pasado. Los versículos cuentan la inconducta de los hebreos contra Moisés mientras escribía los 10 mandamientos en las Tablas de la Ley en el Monte Sinaí -hace ya más de 3000 años- y la irá que desató Moisés sobre el pueblo hebrero. La publicación de Milei se produce tan solo horas después de que Ley Ómnibus se frenara en la Cámara de Diputados. La furia del presidente llevó a tratar de "traidores" y "delincuentes" a los legisladores "dialoguistas" que votaron en contra de algunos de los artículos.
Cuando tomamos estos dos ejemplos de una Argentina degradada en todos sus planos, observamos un cuadro, como mínimo, desalentador. No nos olvidemos que los presidentes de cualquier país, no nacen de la nada, desconectados de la realidad. Son producto de esa misma sociedad que los lleva al poder. Escuchar a presidentes que hacen anuncios megalómanos o leer que amenazan solapadamente a sus adversarios con versos bíblicos en un país en ruinas, es algo difícil de digerir. La desconexión que existe entre estos actos y la realidad que atraviesa a la sociedad es enorme y preocupante. ¿Qué lleva a un país a tener líderes políticos que se sienten la reencarnación Nefertiti o Moisés? ¿Por qué llegamos a estos extremos de irracionalidad? ¿Qué nos impide ver más allá de los populismos de derecha o pseudo progresistas? ¿Cuán posible es poder crecer en estos contextos?
Todas preguntas que son difícil de responder para la mayor parte de la sociedad que solo busca una salida racional a una crisis que está sumergiendo al país en el peor de los mundos.
La ira cae sobre los gobernadores
Tras el fracaso de la Ley Ómnibus, el presidente Javier Milei solicitó esta semana las renuncias del titular de la Anses, Osvaldo Giordano, y de la secretaria de Minería de la Nación, Flavia Royón. Los argumentos de esta salida nada tiene que ver con su trabajo en los puestos que ocupaban. Si fueron ineficientes o generaron algún perjuicio sobre el Estado argentino, está muy bien que cesen en sus funciones. Pero lejos está este razonamiento de sentido común, de lo que le ocurrió a estos dos ex funcionarios. Sobre ellos cayó, definitivamente, la ira de Moisés.
El presidente Milei quiere hacer pagar a todos los que él considera que conspiraron contra la Ley Ómnibus. El titular de la Anses es un ex funcionario de Juan Schiaretti de Córdoba. Su esposa, la diputada Alejandra Torres, votó incisos en contra del proyecto oficialista; más que suficiente para que el presidente lo pusiera en la lista negra. Algo similar sucedió con la secretaria de Minería, que responde al gobernador salteño Gustavo Sáenz, también apuntado por el Gobierno.
Es probable que Giordano y Royón no sean los últimos de la lista de los desplazados. Los cordobeses Daniel Tillard (titular del Banco Nación) y Franco Mogetta (secretario de Transporte de la Nación) y dentro de Infraestructura Fabián López y Luis Giovine, responden al gobernador Martín Llaryora y, al parecer, también están en la mira del presidente Milei.
Pero esto no quedó ahí. Fue mucho más a fondo con duros mensajes a todos los Gobernadores y llevando a la práctica el recorte de los subsidios al transporte y la eliminación de las transferencias del Incentivo Docente, a solo semanas de comenzar el ciclo lectivo. Todo lo políticamente incorrecto en solo un par de días.
La guerra Nación-Provincias recién comienza y es difícil predecir en este complejo escenario como puede terminar. Lo que sí está claro es que los problemas de la gente volvieron a quedar -como tradicionalmente ocurrió en los últimos 40 años- fuera de la agenda política. Pero hay que tener un dato que es la primera vez que aparece en la estadística del país: la pobreza se acerca al 50% de la población, la inflación sigue corriendo en torno del 20% mensual, los salarios continúan su proceso de pulverización y la recesión ya se hace sentir en los mercados. ¿Cuánto más puede estar la gente fuera de la agenda de la política con estos indicadores al rojo vivo?
El presidente Milei sigue sin tomar conciencia de que no hay reforma posible sin poder político, un poder que hoy está consolidado en el Congreso y en las Provincias. Creer que solo con el apoyo del 56% de los votos de un ballotage alcanza para hacer las reformas es, por lo menos, un razonamiento algo ingenuo.
Devaluación en la mira del mercado
La inercia que llevan la mayor parte de los indicadores macro del país reflejan que el contexto económico, lejos de mejorar, están bastante peor que hace unos meses.
El Gobierno liberó todos los precios del mercado -menos el dólar- y llevó la inflación arriba del 20% mensual. Con ello licuó salarios y gastos para sanear las cuentas fiscales y mejorar los resultados del Banco Central. Una estrategia financiera ganadora, pero ¿Cuántos meses más puede continuar esta lógica de ajuste? Con los indicadores sociales, señalados párrafos arriba, está claro que no muchos meses más. Y en el mercado ya comenzaron las apuestas. Los más pesimistas aseguran que marzo en un mes bisagra que definirá el futuro de la política económica del Gobierno. Otros , más optimistas, dan un plazo hasta junio. Todo muy corto plazo.
Lo que el mercado no terminan de comprender es como liberados todos los precios de los productos, el único que quedó regulado ha sido el dólar. Se corre un riesgo enorme con esta práctica. Con una inflación a un promedio del 20% mensual, ¿Cuánto puede aguantar la divisa oficial sin tener que volver a soportar una nueva devaluación? Aquí también el mercado ya hace sus apuestas. Los más pesimistas auguran un salto de la paridad para antes del cierre de marzo; muchos otros le dan vida un mes más, hasta abril. Pero independientemente si son 30, 60 ó 90 días, la ruptura es inminente en este contexto de alta inflación y la moneda local devaluándose al 2% mensual.
Por otra parte, en las últimas semanas se anticipó que los dólares proyectados de la cosecha gruesa serán ajustados por el Gobierno, teniendo en cuenta la caída de precios que están registrando estos commodities en el mercado internacional. Otro factor que generará mayor presión sobre el mercado cambiario.
Pero tal vez lo más grave es que, a dos meses de estar al frente del Ejecutivo, el Gobierno sigue sin presentar un plan económico de estabilización, que permita generar un shock de confianza en la población y los inversores. No es necesario para ello las cientos de leyes que ingresaron al Congreso.
Como ya mencionamos semanas atrás en estas mismas líneas, si hay un salto devaluatorio -que inevitablemente ocurrirá- volveremos a un escenario muy parecido al del 11 de diciembre, con una depreciación significativa del peso y precios -en un contexto de alta inestabilidad- creciendo en forma importante, impactando en la ya alta tasa de inflación. En este escenario, los salarios volverán a ser los grandes perdedores del modelo. Los trabajadores sentirán nuevamente la ira de Moisés.
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