Tiene 91 años y fue múltiple campeón de básquet con un glorioso equipo de la región. La semana pasada se animó a volver al deporte de sus amores.
Don Julio entró al polideportivo de Allen justo antes del inicio de la práctica de los Geronto Raptors, un equipo local amateur que lleva al básquet en la sangre y que cada martes y jueves se reúne para mover un poco el cuerpo, entre piques y alguna que otra jugada mágica que sale de vez en cuando. Se sentó en una de las tribunas del poli y esperó que lleguen los jugadores.
¿Es Don Tort?, preguntó uno mientras precalentaba en el aro del oeste. Entonces, ante la duda que lo intrigaba cada vez más, encestó de tres y casi como rindiendo homenaje al hombre que estaba sentadito en la tribuna, infló un poco el pecho y fue derecho a darle un abrazo.
Don Julio es un pedazo de la historia más viva de Allen. Tiene 91 años, una memoria increíble y fue protagonista y testigo de hechos que marcaron la vida del pueblo que se convirtió en ciudad.
Fue uno de los jugadores de un equipo del que apenas quedan pocos rastros: el de Asociación Italiana de Allen. En ese club, recuperado del olvido hace menos de dos años por un grupo de vecinos entusiastas, aún existe un playón con algunas marcas y una medialuna como huella del pasado. En ese espacio, Don Julio y sus compañeros de aquel entonces supieron conformar un equipo casi invencible, que se robó todas las miradas del básquet de la región.
Con el equipo de la Italiana, los allenses lograron nada más y nada menos que siete campeonatos, entre 1953 y 1961. "Eran otros tiempos, pero teníamos un juego realmente envidiable. No nos podían parar, formamos un gran equipo y por eso pudimos obtener tantos campeonatos", recordó Don Julio.
Después de haber pasado por Unión cuando era niño y ser figura en la Italiana, Don Julio dejó el básquet cuando tenía 28 años. Desde ese momento nunca más había pisado una cancha para picarla y encestar. Entonces el jueves, luego de una foto grupal y un aplauso conmovedor para Don Julio, los Raptors le pidieron que se acerque al aro y enseguida una pelota lo encontró.
Fijó la vista en la "naranja", la picó un par de veces y en uno de los tiros.... ¡adentro! Doble para le leyenda del básquet local, para ese hombre que, con 91 años, una noche de jueves y en la tierra de sus amores, se animó a soñar otra vez con los cortos y la musculosa, con una faja que descoloca a la defensa y esa sensación mágica que te atraviesa cuando el balón acaricia ya red y el pecho se infla porque entró.
De los compañeros de equipo, sólo queda Don Julio y "Pocholo" Belleggia, otro que fue hombre del básquet local que -si bien no jugó en esa época - con apenas tres o cuatro años era la mascota del plantel de la italiana. Los demás, ya partieron. Sin embargo, en la memoria de Don Julio y en las fotos en blanco y negro, está el recuerdo intacto de ese equipo campeón que lo dio todo por el baloncesto.
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