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La Mañana asfalto

La mujer de 88 años que se revitaliza como el asfalto de su cuadra

Lleva seis décadas viviendo en la misma cuadra y fue testigo de los cambios que tuvo la ciudad.

Hagamos un juego: Imaginen a una señora de 88 años que está mirando por la ventana. Ahora sáquenle la nostalgia que le imprimieron, y sáquense también la idea de una anciana que ve la vida pasar. Porque acá, en el barrio Centro Este, más precisamente en la calle Isla Malvinas, Doña Carmen de Ferrari no para de vender huevos desde la ventana de su casa, mientras mira como la Municipalidad de Neuquén avanza en la repavimentación de su cuadra.

Que nadie venga a contarle a ella la historia de la pavimentación de esta calle. Carmen vive aquí desde 1959, cuando esta arteria no era más que una huella de tierra. Por entonces, recién llegada a Neuquén desde Cinco Saltos, Carmen apostó por una vida junto a su esposo, un repartidor de cigarrillos, y se instaló en este rincón de la ciudad que todavía estaba en ciernes. Hoy, más de seis décadas después, ella sigue siendo testigo y protagonista silenciosa de los cambios que han dado forma a Neuquén.

“La calle era pura tierra, y las hormigas cruzaban en la noche llevándose las hojas de los arbolitos que habíamos plantado”, recuerda con una sonrisa que mezcla ternura y picardía. Aún evoca esos días en que la comunidad se unía para dar vida al barrio, plantando árboles y compartiendo sueños.

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Con el tiempo, la huella de tierra se convirtió en una calle pavimentada, aunque los detalles de aquel primer asfalto se diluyen en los pliegues de su memoria: “No me acuerdo bien cuándo la asfaltaron por primera vez; son demasiados años y algunos recuerdos se me patinan”, confiesa entre risas.

Hoy, la calle Islas Malvinas vuelve a transformarse como parte del plan de renovación de antiguas troncales que en estos momentos ejecuta la Municipalidad de Neuquén. Las viejas capas de asfalto, desgastadas por el tiempo, están siendo removidas, y la semana que viene comenzarán con la colocación de la nueva carpeta asfáltica.

Carmen, con el alma joven y la alegría intacta, sigue el minuto a minuto de los avances de la obra: “Están trabajando con unos camiones enormes, todo se ve muy moderno. Barriendo al mismo tiempo, dejando todo impecable”, relata, impresionada por la maquinaria y la organización.

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Emprendedora

Desde su casa, Doña Carmen no solo observa; también participa. Un pizarrón en la ventana anuncia la venta de huevos que ofrece a seis mil pesos el maple de 30 unidades, productos que ya son famosos en el barrio.

“Son de doble yema, espectaculares”, asegura una vecina mientras compra un cartón. El ir y venir de clientes y vecinos se entremezcla con los saludos cotidianos. “Adiós, mi amor”, le grita cariñosamente el pizzero al pasar, dejando en evidencia la red de afectos que Carmen ha tejido en el barrio.

“Es que le compro pizza casi todas las noches”, dice Carmen entre risas. Hablando de pizzería, otro que debe estar chocho con el plan de repavimentación es el que entrega los pedidos en moto: la segunda etapa de este ambicioso proyecto municipal, que comenzó con la renovación de Islas Malvinas, contempla la intervención de más de 200 cuadras de Neuquén, incluyendo arterias como Miguel. A Camino, Bouquet Roldán y San Martín.

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Estas intervenciones no solo mejoran la seguridad vial y resuelven problemas de deterioro, sino que también revitalizan espacios esenciales para la vida urbana. Así que sí, el delivery podrá decirle adiós a esa pizza que llegaba con la mozzarella caída y la aceituna en cualquier lado.

Para Carmen, el asfalto es más que una mejora en la infraestructura; es un recordatorio de cómo la ciudad ha evolucionado a lo largo de los años. Con la repavimentación en marcha, su calle no solo recupera su funcionalidad, sino también un nuevo aire de modernidad que contrasta con los recuerdos que ella guarda. Sin embargo, su lugar en esta historia va más allá del tiempo y el progreso.

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Desde su ventana, Carmen encarna el espíritu de una comunidad que crece sin perder sus raíces. En cada detalle de su relato, desde las hormigas que se llevaban las hojas hasta el saludo del pizzero, se teje una crónica de vida y pertenencia. Carmen, con su historia y su presencia, es testigo de cómo Neuquén avanza sin olvidar a quienes le dieron vida y sentido.

Al fin y al cabo, el asfalto puede cambiar, pero el corazón de un barrio lo forman las personas, como Doña Carmen, que nunca dejaron de estar. Su ventana, al igual que su memoria, sigue abierta al futuro, mientras el presente le regala nuevas historias que contar.

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