Las noticias sobre hechos violentos durante las fiestas ocupan la agenda mediática. Pero hay otros rostros navideños que vale la pena mirar.
Las celebraciones de fin de año se tejen sobre un sincretismo de tradiciones, de costumbres nuevas y otras heredadas, que terminan por crear una forma propia de interpretar cada festejo. Entre la ostentación fingida, los duelos silenciados y un júbilo muchas veces exacerbado, los titulares del día después muestran el lado de la Navidad que más nos duele, con la hostilidad y la violencia imponiéndose sobre unos valores religiosos de unión y solidaridad que ya quedaron desdibujados.
Una bala perdida impactó contra un auto en Centenario y otra sigue alojada en la cabeza de Angelina, la nena de 12 años que lucha por su vida en una clínica de Morón. Y en el medio, acá y allá, grescas urbanas, botellazos y golpizas de los que confunden un momento de encuentro, de altruismo y de reflexión con una válvula de escape para la evasión, el desborde y el consumo.
No es solo pasar de las raíces religiosas de esta fecha, es encontrar los modos de festejar dentro de los límites del respeto. ¿Qué sincretismo justifica los festejos absurdos a los tiros? ¿O es que la violencia social se entrama en una maraña tan compleja que no va a desenredarse en ninguna Navidad?
Las noticias del día después parecen opacar este diciembre con un velo oscuro. Pero también hay luz para el que la sabe mirar. Y no hace falta ir muy lejos: en pleno bulevar de la Avenida Argentina, 200 voluntarios de Neuquén trabajaron este 24 en la Navidad sin Vanidad, para servir una cena navideña con música, duchas y hasta cortes de pelo para cientos de familias en situación de calle.
Y esos voluntarios después se quedan: cuando ya no hay brindis, ni pan dulce, ni un espíritu navideño que promueva los gestos solidarios, siguen asistiendo todos los jueves en un trabajo silencioso que les entrenó la mirada para ver a esas manos invisibles que buscan ayuda.
Y festejan con una entrevista de trabajo que se concreta o con un adicto que inició un tratamiento de recuperación. Sin borracheras, sin tiros, sólo con el altruismo hecho carne en una historia concreta. Y eso no es otra cosa que la Navidad ocurriendo.
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