Paola y Esteban relataron cómo atraviesan las horas más difíciles junto a su hija, el día que cambió sus vidas y el enorme sostén que reciben de la comunidad.
Catalina, la niña atropellada por un patrullero en Plottier, continúa internada en terapia intensiva en el hospital Castro Rendón, donde permanece en estado grave, pero estable. Sus padres, Paola Marifil y Esteban Galcerán, informaron que la evolución de la pequeña presenta avances y retrocesos propios de la complejidad del cuadro, y que se encuentra a la espera de nuevas cirugías para estabilizar las lesiones cervicales producidas por el impacto.
El hecho ocurrió en el barrio Los Álamos, en una calle angosta y sin veredas, donde varios niños circulaban en bicicleta al momento del atropello. La familia sostiene que la patrulla transitaba a alta velocidad y que el impacto provocó lesiones severas en la columna, los pulmones y el sistema neurológico de la niña. Tras recibir asistencia inicial en el Hospital de Plottier, Catalina fue trasladada al Castro Rendón, donde desde entonces permanece bajo cuidados críticos.
Paola explicó que la lesión más delicada es la fractura de las dos primeras vértebras cervicales, que sostienen el cráneo y requieren un procedimiento quirúrgico de alta complejidad. La operación, que estaba prevista inicialmente, debió suspenderse luego de que la niña sufriera un paro cardíaco durante la preparación anestésica. El cuadro respiratorio —especialmente una neumonía asociada a secreciones retenidas— complicó aún más la intervención.
“Hoy, dentro de su gravedad, está bastante estable”, resumió la madre en diálogo con Radio 7. La estabilización de los pulmones, la reducción de la sedación y algunas respuestas neurológicas observadas en los últimos días permiten a los médicos avanzar de manera paulatina en nuevos pasos del tratamiento. La próxima gran instancia será la cirugía para colocar una prótesis entre el cráneo y la primera vértebra, intervención que se realizará cuando el equipo evalúe que la niña está en condiciones.
Esteban agregó que la evolución ha sido un camino “lleno de altibajos”: “Algunas cosas mejoran, otras empeoran. Lo que pasó fue terrible, pero su cuerpo está peleando”.
“Ese día nos cambió la vida”: la reconstrucción del momento del accidente
El día del hecho, Catalina se encontraba jugando en bicicleta junto a otras niñas del barrio, algo habitual para la zona debido a la falta de veredas y al tránsito reducido. Paola remarcó que la presencia de varios niños en la calle no era excepcional, sino parte de la dinámica del barrio. “Podría haber atropellado a cinco nenas. Todos los chicos estaban jugando ahí”, señaló.
Sobre la velocidad del patrullero, los padres fueron claros: “En una calle angosta, de ripio, cerca de una plaza y un kiosco, andar así es una irresponsabilidad total”, dijo Esteban. Para él, lo ocurrido no puede definirse como un accidente: “Es negligencia. No es solo el que manejaba, es un sistema que no funciona”.
La madre recordó que la ambulancia tardó más de lo esperado en llegar y que la desesperación de esos minutos fue absoluta. Aun así, ambos destacaron el rol del personal sanitario que intervino. “Le salvaron la vida. Tuvo varios paros, y aun así la sacaron adelante”, explicó el padre.
El hospital como espacio de contención: “Son ángeles”
Paola y Esteban resaltaron la labor del equipo médico y de enfermería del Castro Rendón, a quienes describieron como “un sostén fundamental” durante todo el proceso. “Son ángeles. Hacen un trabajo que uno no conoce hasta que le toca vivirlo”, dijo Esteban.
Destacaron especialmente la humanidad con la que los profesionales los han incluido en cada instancia, incluso en maniobras críticas como reanimaciones o cambios de dispositivos. “Nunca nos sacaron de al lado de Cata. Vimos cosas muy duras, pero siempre nos permitieron estar presentes”, relató la mamá.
Además, remarcaron que todo el personal se comunica de manera unificada, sin contradicciones, y que los mantienen informados minuto a minuto. “Le hablan a Catalina como si estuviera consciente, y también nos hablan a nosotros con claridad y contención”, afirmó Paola.
Los padres describieron el enorme desgaste físico, emocional y mental que implica vivir en terapia intensiva desde el día del accidente. “La vida se nos frenó por completo. Todo quedó suspendido: el trabajo, la rutina, el futuro. No sabemos ni qué necesitamos”, dijo Esteban.
La culpa aparece incluso en acciones cotidianas: comer, descansar, apartarse unos minutos. “Si se despierta y no estoy yo… me mata. Me da culpa irme”, expresó Paola. Sin embargo, los médicos insisten en que ellos también deben sostenerse, descansar y prepararse para las etapas que vienen.
Los padres contaron que ver a su hija abrir los ojos, mover pupilas, bostezar o realizar pequeños reflejos son momentos que les devuelven esperanza. “Tiene la misma mirada que cuando la levanté del piso. Verla así es duro, pero cada gesto es una señal de que está peleando. Ella nos demuestra que quiere quedarse”, dijo la mamá.
El pronóstico médico es reservado y el proceso de recuperación será extenso. La niña enfrenta todavía una cirugía clave, además de posteriores etapas de rehabilitación. Sin embargo, los padres se aferran a cada avance observado y a cada gesto que confirma, según ellos, la voluntad de su hija de seguir adelante.
“Catalina es la fuerte. Nosotros no somos los fuertes. Ella nos da ánimo a nosotros”, dijo Esteban. Y concluyó con la certeza que repite desde el primer día: “Nosotros nos vamos a ir del hospital con Catalina”.
Una comunidad movilizada: cadenas de oración y acompañamiento permanente
Desde el primer día, las muestras de apoyo no dejaron de multiplicarse. Personas que no conocen a la familia se acercan al hospital para abrazarlos, dejar regalos para el arbolito de Catalina o simplemente transmitirles fuerza. “Ese abrazo lo necesitamos”, dijo Paola.
El colegio donde asiste la niña también activó un amplio dispositivo de contención: psicólogos, docentes, familias y compañeros de aula enviaron mensajes, dibujos, carteles y videos para acompañar su recuperación. “Cata es muy querida. Participa de todo. Se nota ahora que generó un afecto enorme en mucha gente”, expresó Esteban.
Incluso grupos artísticos del barrio, como la murga donde la niña ensayaba, organizaron gestos de apoyo. “Todo el mundo está pendiente de ella”, resumió la mamá.
Los padres agradecieron el apoyo de la comunidad que se ha acercado al hospital para saludarlo o incluso darles un abrazo. "Ellos y la fe en Dios nos mantienen fuertes, porque sabemos que Cata va a salir", concluyó Paola.
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