¿Por qué nos gusta tanto el Cabernet Franc?
Hace diez años era un perfecto desconocido para los consumidores y hoy está en boca de una amplia mayoría.
El mundo de los vinos es como el de la moda: así como hay cortes de temporada, hay vinos que parecieran tener su época. Claro que las temporadas en el vino son más largas, por la sencilla razón de que en el vino todo lo es: plantar una viña, esperar que dé fruto y se acomode a un estilo, una forma de vino y luego que al consumidor le guste, hace que las temporadas en el vino nunca tengan menos de diez o quince años.
Y esa es precisamente la primera cosa que destaca de la moda del Cabernet Franc. Hace diez años era un perfecto desconocido para los consumidores y hoy está en boca de una amplia mayoría. A algunas copas llega como una novedad; a otras, como un salto de color y sabor respecto de otros tintos; a otras, como un elegido entre los grandes vinos.
Claro que el Franc, como me gusta llamarlo, también tiene sus bondades y resulta un tinto interesante en sí mismo. Es decir, no existiría moda si el Franc no tuviera algo diferente que ofrecer. Y es precisamente sobre ello que me gustaría explayarme.
Un sabor de contraste
En todo el mundo el Franc está en ascenso. Si en el Valle del Loire —del que es originario, al parecer— es un terroir donde gana adeptos, en las zonas solares se aprecia con más claridad su carácter frutal. Sea en California, Maipo o Luján de Cuyo, el Franc combina con insospechado atractivo algunos sabores que rara vez vienen juntos: una fruta roja en el orden del cassis, con matices de pirazinas que le dan un toque especiado y de cenizas, junto con un paladar ágil, menos concentrado que el Cabernet Sauvignon, que libera la intensidad del sabor en la boca aunque nunca resigna su estructura tánica.
Si se lo piensa, en nuestro mercado es la antítesis del Malbec. Ahí donde el Malbec ofrece floralidad y frutas rojas, el Franc propone especias y frutas; ahí donde el Malbec sugiere un paladar amplio, carnoso y mullido, el Franc supone un paladar estricto, más apretado y correoso.
Si Merlot, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc son un trío especiado, el Franc destaca por su endiablada capacidad de adaptación, en contraste con las dos primeras que, no importa dónde se las plante, siempre irán por delante del terroir. Y eso nos lleva a la segunda virtud de la variedad.
Plasticidad de terroir
Esto sí es un carácter que comparte con el Malbec: la capacidad para expresar ligeras modificaciones de terroir. En esto, el Cabernet Franc es el rey. Basta probar algunos de los ligeros y frutados de los terruños altos, así como los especiados y voluminosos de las zonas más templadas y cálidas, y notar las texturas que traduce.
Un poco porque los granos del racimo no son apretados —más bien lo contrario—, y otro poco porque el ciclo de la viña es más corto que el del Cabernet Sauvignon, por ejemplo, el Franc se adapta bastante bien a una amplia zona de lugares. Por eso, la nota especiada puede variar desde una simple sazón a una nota de morrón asado y páprika: la paleta del Franc migra con facilidad de un punto a otro con solo modificar el origen de la uva. Y eso es una magia que el consumidor aprecia: hay tantas formas en las que el Franc deja su huella que incluso parece confuso al principio. Pero basta probar algunas botellas para darse cuenta de lo que propone.
Partenaire
Todo lo dicho decanta en dos elementos clave para enamorarse del Cabernet Franc.
Uno: cuando va como varietal, consigue ofrecer un perfil de vinos poco frecuente en nuestro mercado, donde manda el Malbec. Poco frecuente, en todo caso, porque no hay mucho Franc plantado, aunque va en ascenso.
Dos: porque como variedad para cortes es magnífica. Solo hay que tener en cuenta el porcentaje. Al ser una variedad con mucha personalidad, o es dominante o es un mero partenaire en el corte. Pero pretender equipararla con otra no funciona. Hay un puñado de vinos en los que el Franc hace la mayor gracia: minoritario, mero partenaire del Cabernet Sauvignon, le da vida a esos vinos que, de lo contrario, son siempre un poco solemnes; con mayoría y un poco de Malbec como partenaire —o a la inversa—, forman un tándem muy potente que destaca principalmente en los terruños altos de Mendoza.
¿Cuáles probar?
Entre los más interesantes:
Finca La Celia Single Vineyard La Consulta 2021, Gran Enemigo Cabernet Franc 2021, Rutini Single Vineyard Gualtallary 2021, Raquis San Pablo 2022, Polígonos del Valle de Uco San Pablo 2023, Pulenta Estate Gran 2021, Proyecto Las Compuertas 2022 y Riccitelli Viñas Extremas 2023. Con buena relación calidad-precio, Altitud 2023, Tomero 2022, Terrazas de los Andes 2023, Casarena Estate 2024, Antucura 2024, Amalaya Single Vineyard 2023, Andillian 2024.
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