El comportamiento de la demanda masiva se refleja en el índice de ventas de los supermercados que construye mensualmente el INDEC.
Se cumplieron cinco años desde el inicio de la cuarentena más estricta que hayan vivido en carne propia los argentinos vivos. En el pico de la crisis por el COVID 19 se especuló con el impacto permanente que causaría en los hábitos de consumo. No obstante, se disiparon con el paso del tiempo.
El comportamiento de la demanda de los bienes de consumo masivo se refleja en el índice de ventas de los supermercados que construye mensualmente el INDEC. La composición del carrito promedio en los supermercados de Neuquén no presentó grandes variaciones si se comparan las compras del 2019 con las del 2024, aunque el gasto promedio por compra aumentó más de 5% en términos reales en diciembre del 2024 frente al mismo mes del 2019.
Supermercados: el 50% facturación en tres grupos
Los rubros almacén, carnes, y limpieza y perfumería explican más de la mitad de la facturación del conjunto de supermercados neuquinos, una posición que mantienen desde antes de que se presentaran las condiciones extraordinarias por la pandemia. El índice de ventas de los supermercados contempla un universo de 68 bocas de expendio desplegadas en el territorio neuquino.
A cinco años de la pandemia, se corroboró un leve crecimiento en la participación de categorías esenciales, como bebidas y verdulería y frutería; a la vez que se dio una moderada disminución en la participación de categorías no esenciales, como electrónicos, indumentaria y otros artículos han visto una disminución en su participación, sugiriendo cambios en las prioridades de gasto de los consumidores.
Las ventas de los supermercados neuquinos cayeron casi todos los meses del año pasado respecto al mismo lapso del 2023. En diciembre, la demanda se redujo 11% en términos reales, es decir, descontando la inflación a la facturación corriente, en base a la medición del IPC de la Dirección Provincial de Estadísticas y Censos.
Por qué se diluyó el impacto de la cuarentena
La ausencia de cambios significativos en los hábitos de consumo después de la cuarentena por COVID-19, que comenzó el 20 de marzo de 2020, puede explicarse por varios factores.
Adaptación rápida de los consumidores y las empresas
Durante la cuarentena, tanto los consumidores como las empresas tuvieron que adaptarse rápidamente a nuevas formas de comprar y vender. El comercio electrónico y los servicios de entrega a domicilio experimentaron un auge significativo. Sin embargo, una vez que las restricciones se levantaron, muchos consumidores volvieron a sus hábitos de compra anteriores, especialmente en categorías como alimentos frescos y productos de primera necesidad. La adaptación a nuevas formas de consumo no siempre implica un cambio permanente, especialmente si las condiciones que lo impulsaron (como el confinamiento) desaparecen.
Priorización de productos esenciales
Durante la pandemia, los consumidores priorizaron la compra de productos esenciales, como alimentos, productos de limpieza y artículos de higiene personal. Esta tendencia se mantuvo incluso después de la cuarentena, ya que muchos consumidores continuaron valorando la seguridad y la salud. Esto explica por qué categorías como Almacén, Carnes, Lácteos y Limpieza y Perfumería mantuvieron una participación estable o incluso crecieron ligeramente.
Estabilidad en las categorías no esenciales
Las categorías no esenciales, como Electrónicos, Indumentaria y Otros artículos, experimentaron una disminución en su participación durante la pandemia debido a la incertidumbre económica y las restricciones.
Sin embargo, después de la cuarentena, estas categorías no recuperaron su participación previa, lo que sugiere que los consumidores han mantenido un enfoque más conservador en su gasto, priorizando necesidades básicas sobre lujos o artículos no esenciales.
Impacto económico prolongado
Aunque la cuarentena terminó, el impacto económico de la pandemia ha sido prolongado. Muchos consumidores han enfrentado incertidumbre financiera, lo que ha llevado a un comportamiento de gasto más cauteloso.
Esto puede explicar por qué no se han registrado cambios más drásticos en los hábitos de consumo, ya que los consumidores tienden a ser más conservadores en sus compras durante períodos de incertidumbre económica.
Resiliencia de las cadenas de suministro
Durante la pandemia, las cadenas de suministro se vieron afectadas, lo que generó escasez de algunos productos y aumentos de precios. Sin embargo, una vez que las cadenas de suministro se estabilizaron, los consumidores pudieron volver a acceder a los productos que necesitaban, lo que contribuyó a la estabilidad en los hábitos de consumo.
Inercia en los hábitos de consumo
Los hábitos de consumo son difíciles de cambiar a largo plazo, especialmente si no hay un estímulo continuo. Durante la cuarentena, muchos cambios en los hábitos de consumo fueron impulsados por circunstancias excepcionales.
Una vez que estas circunstancias desaparecieron, los consumidores tendieron a volver a sus patrones de compra anteriores, lo que explica la falta de cambios más significativos después de la pandemia.
Resistencia al cambio en categorías tradicionales
Categorías como Panadería y Alimentos preparados y rotisería han mantenido una participación estable, lo que sugiere que los consumidores tienen una preferencia arraigada por estos productos. A menos que haya un cambio significativo en las preferencias o en la oferta, es poco probable que estas categorías experimenten cambios drásticos en su participación.
Impacto de la inflación
En algunos casos, la inflación y el aumento de los precios pueden haber limitado la capacidad de los consumidores para cambiar sus hábitos de consumo. Por ejemplo, si los precios de los productos no esenciales aumentan, los consumidores pueden optar por reducir su consumo en lugar de cambiar a alternativas más costosas.
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