Las puertas de la Catedral neuquina vuelven a abrirse para contener y cobijar a las personas en situación de calle.
En marzo de 1976, ante la inminencia del golpe de Estado, el obispo de Neuquén Jaime De Nevares decidió junto al párroco de la Catedral dejar abiertas las puertas de la iglesia durante toda la noche porque “alguien podría necesitar refugiarse para protegerse de las persecuciones y secuestros de la dictadura militar”.
Posiblemente esa visión de uno de los máximos referentes de la lucha por los derechos humanos durante el período más oscuro y sangriento de la Argentina permitió salvar la vida de quienes encontraron en ese edificio la posibilidad de ocultarse de la ferocidad del régimen que dejó como resultado 30 mil detenidos desaparecidos y cientos de bebés apropiados.
Cuarenta y siete años después de aquella frase contenedora de Don Jaime, en un contexto diferente a esos años de persecución y muerte, las puertas de la Catedral María Auxiliadora, ubicada sobre la Avenida Argentina, vuelven a abrirse para cobijar a las personas que se encuentran en situación de calle y no tienen un lugar donde hacer frente a las bajas temperaturas que azotan la región.
El obispo de Neuquén, Fernando Croxatto, aseguró que cada vez son más las personas que todas las noches acuden a la solidaridad y contención de la iglesia, y se mostró satisfecho por poder contenerlos, ofrecerles un espacio cálido y tranquilo para descansar.
Una imagen que contrasta con lo que muestra el corazón de Vaca Muerta, con récord de producción de petróleo o en estos días las bellezas invernales de los centros turísticos de la provincia. Una vez más, la iglesia neuquina contiene a los más vulnerables, continuando con ese legado que marcó Don Jaime.
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