La pastelera neuquina concretó un viaje frustrado por la pandemia. En su recorrido, encontró un helado exótico y lo trajo a la ciudad.
El futuro de Pilar Panozzo Cayumán parecía haber entrado en un callejón sin salida. Ya cansada de su emprendimiento como pastelera, encendía el horno casi en piloto automático mientras soñaba con una oportunidad que le permitiera sacar provecho de su amor por los viajes, las culturas exóticas y esas ansias de innovación permanente. En marzo de 2023, cuando por fin pudo concretar un viaje a Tailandia que se había suspendido por la pandemia de coronavirus, las puertas de su vocación se abrieron de par en par: hoy, es la responsable de un foodtruck de helado tailandés que siempre tiene fila de clientes en un balneario de Neuquén.
"Soy muy soñadora", admitió la pastelera, que pasó años fantaseando con traer recetas diferentes a la región. En cada viaje al extranjero, posaba los ojos sobre las propuestas más singulares en gastronomía y se ilusionaba con la posibilidad de que los neuquinos probaran sabores nuevos. "En un shopping de Miami vi el yogurt helado con frutas, que hoy ya está en Neuquén, también soñé con hacer un restaurante asiático y ofrecer kebab", contó.
Aunque su mente siempre encontraba las fronteras abiertas para sueños nuevos, la pandemia de coronavirus frustró su amor por los viajes con un fuerte sacudón. Con una de sus amigas, tenían los vuelos reservados para volar a Tailandia. La fecha de despegue era el 20 de marzo de 2020, justo cuando en Argentina se declaraba el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), que puso todos sus planes en una larga pausa.
"En esa época muchas aerolíneas se fueron del país. Nosotras habíamos pagado un adicional para tener una fecha flexible de viaje pero como ya no operaba la empresa en Argentina, nos ofrecían salir desde Brasil", dijo y agregó que en marzo de 2023, a tres años de la fecha original, finalmente pudieron concretar su viaje saliendo desde Buenos Aires, sin sospechar que esa salida turística sería la semilla del trabajo que tiene hoy.
"Antes de hacer el viaje yo me dedicaba a la pastelería pero sentía que no encajaba, que tenía muchas ideas que no podía concretar. Me fui pensando en que quería hacer algo innovador y que me hiciera feliz", dijo Pilar, que en marzo de 2023 despegó desde Buenos Aires con destino final a Bangkok a través de una aerolínea árabe que volvía a operar en Argentina. "Tuvimos la oportunidad de estar un mes allá y conocer desde Bangkok hasta Koh Lipe y todas las islas", contó.
Durante el viaje, y en una de esas islas paradisíacas, observó a los tailandeses consumiendo un helado que Pilar no había visto nunca en su vida. "No lo había visto en redes, ni en videos, y eso que siempre estoy buscando información; los descubrí y quedé embobada", relató. Cuando vio que se trataba de una propuesta atractiva, natural y con ingredientes saludables, visualizó esa receta en Neuquén.
"Yo pensaba que quería tenerlo en Neuquén, sobre todo porque acá hay lugares estratégicos para ofrecer este tipo de recetas", afirmó la emprendedora, que regresó del viaje con su sueño imposible ya convertido en un proyecto concreto para traer un poquito de Tailandia a los paladares de los neuquinos.
Aunque Pilar sabía que los argentinos son consumidores exigentes de helado, consideró que a muchos les iba a gustar esa novedad: se trata de un helado fresco que se elabora frente al comensal y que no lleva ningún tipo de conservantes o químicos añadidos. Se prepara sólo con crema, leche condensada y fruta, pero ofrece un mundo infinito de posibles combinaciones que obedecen a la demanda de cada comensal.
"En Argentina tenemos los mejores helados del mundo, pero este helado asiático es diferente a todos los demás", explicó. ¿De qué se trata? El helado tailandés tiene un método de elaboración que se asemeja a la preparación del chocolate en rama. "Se trabaja con planchas frías, que están a 30 grados bajo cero, y sobre esas planchas se va microprocesando cada sabor", dijo la pastelera y agregó: "Si querés un helado de frutilla, se pica la fruta y se microprocesa, se va mezclando con el resto de los ingredientes para armar las combinaciones a la vista".
"Lo ve el cliente y es un show tanto a la vista como al paladar", relató Pilar. "Cuando lo picás, lo esparcís sobre la plancha y lo vas levantando con una espátula de acero en rollitos, ahí se ve la preparación similar al chocolate en rama", sumó. Así, el helado se prepara a la vista y se presenta en rollos, muy diferentes a los helados tradicionales de bochas y cucuruchos.
El helado tailandés no es sólo vistoso. Es también una oportunidad para desafiar la creatividad de clientes y cocineros. Aunque Pilar aconseja las combinaciones más armónicas de ingredientes, también se deja llevar por las ideas más exóticas que llegan a su foodtruck. "Lo más pedido es tiramisú con licor Baileys, frutilla o banana con Nutella, frutos rojos o con galletitas Oreo" dijo y agregó: "Pero hay algunos que piden frutilla con pimienta o Baileys con Gancia".
Del sueño a los helados
Pilar llegó de su viaje con un entusiasmo tan grande que quiso convertir a Neuquén en un refugio de la gastronomía tailandesa. En su visita, se compró una sombrilla hecha con papel de arroz para decorar lo que iba a ser su restaurante de sabores asiáticos, un local en el que pensaba vender pad thai y kebab, un plato similar al shawarma pero en versión tailandesa. "Era algo que comía mucho allá y que se hace con carne desmechada y en un horno vertical", señaló.
Cuando arribó a la ciudad, su marido fue el encargado de aterrizar sus sueños. Le propuso empezar con un proyecto más pequeño y fácil de abarcar, por lo que la pastelera optó por elegir sólo el helado tailandés, aunque sin renunciar a la posibilidad de expandir de a poco su proyecto para sumar más sabores asiáticos a Neuquén.
"Me puse en campaña de poder importar la máquina que tardó casi un mes y empecé a practicar en invierno donde no hay tanto consumo, me llevó otro mes de trabajo hasta aprender a hacer los rollitos", contó la pastelera, que tenía mucha experiencia en la elaboración de platos dulces, pero que debía comenzar de cero en esta receta exótica.
Pilar visualizaba sus helados en el Paseo de la Costa y, mientras la máquina viajaba desde el otro lado del mundo, comenzó los trámites para tener la habilitación que le permitiera vender sus productos. Allí se encontró la primera traba: sus helados no se enmarcaban en ninguna categoría de bromatología, por lo que todavía no existía una ordenanza para darle la habilitación.
"Yo me volví llorando, angustiada porque era un sueño que tenía y que se iba pinchando", dijo. Sin embargo, siguió insistiendo y empezó a indagar si existían experiencias similares en otras ciudades de Argentina. "Ahí vi que el helado ya había llegado a Córdoba y Buenos Aires, así que fui a Bromatología y les mostré cómo era el proceso de elaboración. Cuando comprobaron que era algo seguro, me permitieron venderlo en las ferias", contó.
Pilar contó con la ayuda de su marido para ofrecer los primeros helados en la feria del Oeste, en el barrio Unión de Mayo. "Era un día con casi 10 grados bajo cero, en pleno invierno, y vendimos sólo cinco helados, la gente no entendía nada; tomaban café con tortas fritas y sólo nos miraban", dijo y agregó que, sin embargo, se mantuvo optimista. "Nuestro objetivo no era vender en cantidad, y menos con tanto frío, pero vimos la feria como la oportunidad de que nos conozcan y sepan de qué se trata el helado tailandés", explicó.
Con esas ansias de hacerse conocidos, Pilar y su marido empezaron a repartir folletos en cada domingo de feria. Fue entonces cuando la pastelera se cruzó a una nena que le dio la clave para su negocio. "Cuando le di el papelito y le conté del proyecto, me respondió que ese era el helado de Tik Tok, y ahí nos dio la palabra clave para empezar el negocio", señaló.
La emprendedora nunca volvió a ver a esa niña, pero hoy agradece ese comentario que catapultó su proyecto. "Lo ofrecíamos como el helado de Tik Tok y los nenes estaban fascinados, les pedían a los papis que les compren uno y se empezaron a sacar selfies con el helado o filmar el proceso de elaboración", relató sobre las filas que pronto se empezaron a formar frente a su puesto.
Así, los helados tailandeses empezaron a crecer. Tuvieron que importar más máquinas y habilitaron un foodtruck para seguir recorriendo la feria del Oeste y la del Parque Central. Aunque todavía no pudo concretar su sueño de llegar al Paseo de la Costa, la Municipalidad de Neuquén les otorgó un permiso para vender los helados en el balneario Sandra Canale, sobre calle Gatica.
"Estamos felices en el río porque es el balneario más familiar, hay mucha gente que va en familia para hacer asado o que lleva a los chicos porque el río es más bajito", dijo Pilar y agregó que venden los helados a toda hora, a veces por fascinación de los niños y otras veces porque los adultos buscan un producto fresco y natural para combatir las altas temperaturas del verano.
"La máquina no fue difícil de conseguir, aunque tarda en llegar. Al principio, arrancamos con un gazebo y hoy ya tenemos nuestro carro y otra máquina para duplicar la producción", dijo y contó que a veces se arman filas de hasta una hora, porque cada helado se fabrica en el momento, a pedido del cliente, y lleva un proceso de dos minutos de elaboración.
"La respuesta de la gente es increíble, algunos conocían los helados por Tik Tok y otros se sorprenden como me sorprendí yo en Tailandia. Hace poco vino una familia de España, que estaban de visita, y contaron que no lo habían visto nunca en Europa", señaló la emprendedora.
Por ahora, Pilar, su marido y su hija mayor fabrican los helados como un emprendimiento familiar, aunque ella sigue soñando con tener su propio local y expandir la propuesta. "Estamos todos los días en el Sandra Canale y tenemos autorización para estar en eventos, como la Confluencia de Sabores, pero hasta ahora sigue siendo un negocio familiar", contó.
Mientras se dan a conocer y satisfacen la curiosidad de los neuquinos que se animan a probar sabores nuevos, sueñan con sumar otros ingredientes y seguir ganando terreno en el público de la zona. En pocos meses, y con un crecimiento acelerado, ya avanzaron con firmeza para ser una opción diferente en la ciudad. Ahora, buscan llegar más lejos, con un local propio o su foodtruck recorriendo nuevas geografías y abriendo paladares, un helado a la vez.
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