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La Mañana

No ganan ni para el bondi

Tomala vos, dámela a mí. Mientras los gobiernos de la provincia y la ciudad se tiran la pelota del subsidio que la Nación dejará caer porque se quedó sin plata de tanto pagar intereses de la deuda, los usuarios del transporte público no ganan en sus empleos ni para compensar los aumentos de la tarifa subsidiada.

Este año la inflación voló por los aires. En Neuquén, hasta septiembre sumó un 35 por ciento de aumento el índice general de precios al consumidor. Y ese indicador es el tope para las mejoras salariales. En el mejor de los casos, los trabajadores formales con paritarias regladas tuvieron una recomposición cercana a la inflación a esta altura del año, aunque ni siquiera fue así para los dependientes de todos los rubros de la economía. Los laburantes informales no tuvieron ni eso.

Al mismo tiempo, el boleto urbano en la ciudad aumentó un 54 por ciento, considerando el precio con el que se empezó el año ($13,90) y el valor que correrá desde los próximos días ($21,50).

El precio del boleto va por un ascensor mucho más veloz que el que lleva a los sueldos de los laburantes.

El precio real del boleto, sin la incidencia de los subsidios, es de $33. Las autoridades políticas de la provincia y el municipio se enfrascaron en una pelea para dirimir quien asume la pesada herencia que les dejó el gobierno de Mauricio Macri al abolir los aportes del presupuesto nacional para contener el costo del transporte público para los pasajeros.

En la ciudad, el universo de usuarios de los colectivos está compuesto en gran parte por los estudiantes y los trabajadores peor remunerados, ya que quienes pueden costearse el auto, con su mantenimiento y el combustible que gasta, ni en una pesadilla nocturna se someten a los contratiempos que implica el uso del transporte público.

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