Se debe a que se agota la capacidad de prestar con fondos propios. En pocas semanas se pasó de plazos de 25 a 23,5 años.
La capacidad de los bancos para otorgar préstamos hipotecarios con fondos propios se está agotando y eso se está comenzando a sentir en los requisitos que piden a los clientes. Así lo refleja un informe de la Fundación Tejido Urbano, donde se cuenta cómo viene bajando la cantidad de financiamiento otorgado en los últimos 5 meses.
“En un contexto donde el mercado de crédito muestra una demanda pujante por parte de los hogares, la falta de liquidez puede desencadenar múltiples problemas económicos y sociales, especialmente en un país como Argentina”, advierte el informe.
El trabajo dice que “un ejemplo reciente se observa en el comportamiento del crédito hipotecario UVA” porque “tras un crecimiento sostenido durante cinco meses, pasando de $850 millones a más de $58.000 millones semanales en desembolsos, los últimos días de noviembre marcaron un cambio de tendencia con una caída del 13%, situándose en $51.000 millones semanales”.
“Este retroceso refleja las crecientes dificultades para sostener el ritmo de financiamiento, afectado por las restricciones de liquidez en el sistema financiero”, señala el estudio.
¿Qué es lo que pasa?
Los bancos agotaron el límite que tienen para dar créditos de largo plazo con sus propios fondos sin romper con las regulaciones del Banco Central. Eso es que para poder prestar dinero a un plazo determinado tiene que tomar depósitos a ese mismo plazo para evitar descalces.
Es decir, las entidades financieras no pueden tomar de depósitos a 60 días por plazo fijo y dar contra ellos un hipotecario a 20 años, porque si el cliente quiere retirar su dinero cumplido el período técnicamente no estaría. El Banco Central debería asistir a la entidad, lo que generaría serios problemas sistémicos.
¿Cómo se podría resolver?
Para el 2025 las entidades financieras están pidiendo a las autoridades del mercado de valores que permitan la securitización de carteras. Esto es: que el banco emita un título de deuda a 10 años, por ejemplo, cuyo activo subyacente sean los préstamos que otorgó. En otras palabras, le pide prestada plata a los inversores y ofrece como respaldo, la promesa de pago de los que pidieron créditos hipotecarios.
La medida tiene sus riesgos. No hay que olvidarse que en 2008 el sistema financiero de Estados Unidos entró en serios problemas y produjo una crisis financiera global debido a lo que se conocio como “crisis de las hipotecas sub prime”. Interesados más en el negocio financiero de la scuritización, los bancos comenzaron a ofrecer créditos a personas de escasa capacidad crediticia. El día que uno de ellos tuvo problemas para cobrar, entró en default con el mercado y la estructura se cayó como un castillo de naipes.
Mayores requisitos
Los bancos están tratando de contener la demanda, ante la imposibilidad de incrementar la oferta.
Entre el menú de opciones aparecen subas de tasas de interés, menor proporción de financiamiento sobre el valor de las propiedades, incremento en requisito de ingresos, acortamiento de plazos.
Tejido Urbano plantea que “uno de los signos más claros fue la decisión de un banco que, ya durante el tercer trimestre, informó al BCRA que restringía las condiciones de crédito debido a la insuficiencia de fondos”.
“Este caso, aunque inicial, podría ser precursor de una dinámica más generalizada en el sistema. A medida que la liquidez disminuye, los bancos enfrentan la necesidad de ajustar sus criterios de otorgamiento, priorizando a los prestatarios de menor riesgo y excluyendo a los sectores más vulnerables”, señala la entidad.
Según indica el reporte, “las tasas promedio de los créditos hipotecarios alcanzaron el 5,3% en los últimos días de noviembre, superando el umbral del 5% después de mucho tiempo”. “En paralelo, el plazo promedio bajó a 23,5 años, luego de haber llegado a superar los 25 años hace pocas semanas”, se indica.
En octubre, las tasas promedio eran del 4,3% en bancos públicos o provinciales y del 5,6% en bancos privados de alcance nacional. Actualmente, esas tasas han escalado al 4,7% y 6,8%, respectivamente, lo que encarece aún más el acceso al financiamiento.
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