Ella conoce el destino final del VHS de Las Palmas que grabó la desaparición de Ávalos
Teresa Monsalve supervisaba las cámaras de seguridad de Las Palmas. El único video que falta, es el de la madrugada de la desaparición de Sergio Ávalos.
Teresa Monsalve es la guardiana de un pesado secreto. Ella sabe qué ocurrió con el video de las cámaras de seguridad de Las Palmas que registró todo lo que ocurrió la madrugada del 14 de junio de 2003 cuando desaparecieron a Sergio Ávalos. Ahora, está imputada por desaparición forzada.
En la causa también están imputados Pedro Nardanone, el dueño; Patricio Sesnich, el encargado, y todo el resto del personal de seguridad del local bailable.
La Tere, como le decían en el boliche, era una pieza clave en el andamiaje del funcionamiento de Las Palmas. No era una empleada más. Tenía responsabilidades administrativas y la supervisión de las cámaras de seguridad.
Para ser claros, ella mantuvo una videoteca ordenada con los videos de las cámaras que estaban acomodados por fecha. Tras la desaparición, el boliche entregó todos los VHS, el único que faltó fue el de la madrugada de la desaparición de Sergio Ávalos. ¿Casualidad o encubrimiento?
El video de esa madrugada
Un hecho innegable es que la madrugada del 14 de junio de 2003 a las 2:48, Teresa Monsalve se percató del sonido de seguridad que realizó la grabadora y reproductora de videos indicando que el casete VHS debía ser reemplazado.
Este sonido funcionaba como una señal para cambiar el casete y continuar con la grabación que para el boliche era clave porque así controlaban el acceso, taquilla y barras. Es decir, tenían los ojos puestos en las cajas donde se manejaba el dinero que facturaban y que era mucho.
Tras sonar la alerta, Teresa Monsalve contactó a Patricio Sesnich, encargado del boliche, para informarle la necesidad de reemplazar el casete. En sus declaraciones anteriores había mencionado que Sesnich hizo caso omiso a la solicitud, y el casete no fue reemplazado, por lo que se interrumpió la grabación de seguridad de esa noche.
Esto, a los fines de la investigación, derivó en la pérdida de potenciales pruebas visuales relevantes para la causa.
Pero analicemos. Si estaba a cargo de la supervisión de las cámaras para qué necesitaba avisar a Sesnich que tenía que cambiar el VHS. Es de suponer que directamente lo cambiaba y seguía grabando porque ese era su trabajo. Acá hay un punto flojo.
El otro aspecto flojito de papeles, de parte de Monsalve, es que su videoteca estaba completa y ordenada, pero faltaba el VHS de esa noche. No cierra. Una persona como ella con una labor tan puntual y que desarrollaba en forma metódica no tiene el perfil de alguien que le da lo mismo perder el registro que más interesaba a sus patrones.
La justicia federal la imputó
Ahora, nos vamos a transportarnos a la fría mañana del 29 de mayo. Monsalve, imputada por la desaparición forzada de Sergio Ávalos, llegó media hora tarde al Juzgado Federal 2. Venía con un barbijo puesto y una botellita de agua.
Le salí al cruce y lo único que respondió con un movimiento de su cabeza, es que no iba a hablar con la prensa. A la batería de preguntas que le lancé directamente no respondió, pero sus ojos expresaban cierto temor cuando le conté que la pena por este tipo de delitos es la prisión perpetua.
Como todo comunica, queda claro que el barbijo no solo era una forma de cubrir parte de su rostro, sino que también da cuenta de una mujer que calla algo, que tapa su boca para que no se le escape algo. Ante el juez, es de suponer que no estuvo con barbijo.
Sería interesante saber qué destino le dio a esa cinta de video, quién se la pidió o que le ordenaron hacer. Monsalve tiene un secreto y la justicia federal un procesamiento que avanza. Por cierto, declaró esta semana y habrá que esperar ver si repitió el versito o si aportó información relevante para la causa.
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