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Premia a sus obreros con un viaje a Europa

El dueño de una empresa constructora los invitó a un desafío deportivo.

POR SOFIA SANDOVAL - [email protected]

Las empresas de vanguardia pusieron sobre la mesa una nueva forma de trabajo, que apuesta a la recreación de los empleados con el objetivo de incrementar su productividad. En Neuquén, una constructora pensó en una alternativa diferente: premiar a sus obreros con experiencias de vida que no repercuten en la rentabilidad de la compañía sino en el corazón de los trabajadores y el ejemplo que siembran en sus familias.

Desde hace años, la constructora San Agustín invita a sus albañiles, arquitectos y electricistas a vivir intensas experiencias deportivas. Ya escalaron el Lanín y recorrieron el río Negro en kayak, pero ahora van por un sueño más grande: unos quince trabajadores recorrerán 460 kilómetros en bicicleta para conectar Los Pirineos con Santiago de Compostela, en un viaje a Europa financiado por la empresa que para muchos será el primer vuelo fuera de Argentina.

Antes de ser ingeniero y fundar la tradicional empresa neuquina, Hugo Acito trabajaba en la construcción como albañil. Así, aprendió todo de primera mano. Nadie tuvo que contarle de las temperaturas inhóspitas que se enfrentan al levantar un edificio, de cómo se curten las manos al agarrar una pala o de cuán extenuantes son las jornadas cuando se carga cemento sobre la espalda.

Una fuerte dosis de empuje le permitió llegar al puesto que ocupa ahora y, desde entonces, se abocó al objetivo de que los albañiles que trabajan para él cumplan esos sueños que muchos obreros no se atreven ni a soñar. “Yo no haría todo esto si no hubiera sido albañil antes”, admitió Acito, que no se avergüenza de trabajar a la par de sus empleados en las tareas más exigentes de la construcción.

No trama estrategias para mejorar la productividad de su personal. Le entusiasma más el hecho de verlos desafiarse para cumplir con los exigentes proyectos deportivos y que regresen a casa para abrazarse con los suyos en la celebración de una nueva hazaña. Casi sin quererlo, también fomenta los hábitos saludables entre los trabajadores, que mejoran su alimentación y disciplina para cumplir con los entrenamientos.

“Tenemos 32 empleados, pero no a todos les gusta la actividad física y otros no pueden comprometerse con el entrenamiento previo”, señaló el empresario sobre la rutina de pedaleo y ejercicios que hacen tres veces por semana para estar listos para el desafío europeo. En total, se sumaron quince personas y algunos se quedaron con las ganas porque Acito no pudo convencerlos de que se animaran a volar en avión.

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La mayoría son albañiles de escasa formación académica. Viven en barrios periféricos de Neuquén o Centenario y, hasta ahora, nunca viajaron en avión. Con el aporte de la empresa, protagonizarán una historia de esas que se relatan toda la vida. Según explicó, el verdadero objetivo es que, al regresar, ellos inspiren a sus familias a soñar en grande y superarse todos los días.

Aclaró que el viaje de 10 días por el Viejo Continente no se cuenta entre las vacaciones de los obreros. “Es un esfuerzo grande de la empresa, pero la idea no es obtener un beneficio sino devolver algo de todo lo que los profesionales recibimos gracias a la educación pública y gratuita”, señaló el empresario, que se inspiró en René Favaloro para hacer su aporte a un mundo mejor.

Al ingeniero le hubiera gustado tener un empleador con esa impronta en sus años como albañil. Su actitud es muy difícil de contagiar. “Les he propuesto a otros empresarios que organicemos un viaje conjunto al Lanín, pero consideran que es un gasto muy grande”, expresó.

Aún faltan 40 días para el viaje, pero los albañiles intensificaron el entrenamiento e hicieron partícipes a sus familias del gran evento. Miran fotos de destinos que nunca imaginaban visitar y se ilusionan con desafiar las geografías de España y Francia con compañerismo y espíritu deportivo.

--> Dos veces al Lanín y travesías en kayak

Los obreros que trabajan hace varios años en la constructora San Agustín ya están acostumbrados a enfrentar desafíos deportivos junto a sus compañeros. Sin embargo, el titular de la firma, Hugo Acito, explicó que no todos los proyectos que planifica logran concretarse.

“El año pasado habíamos planeado ir a Machu Picchu, pero justo hubo una devaluación muy fuerte y tuvimos que cambiar los planes”, detalló. Aunque este año también se produjo un cambio en el valor del dólar, el empresario decidió mantenerse fiel a su promesa y llevar a sus trabajadores a Europa.

El ingeniero siempre está pensando en ideas para integrar al grupo y ponerlos en movimiento. Entre otros proyectos, pensó en dictar clases de zumba dentro de la compañía; también se iniciaron clases de natación con el objetivo de nadar en aguas abiertas, pero muchos abandonaron.

Los trabajadores ya subieron dos veces el volcán Lanín, recorrieron cientos de kilómetros en bici en la una zona de cordillera e hicieron travesías en kayak.

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