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Se incendió su casa y pidió un nuevo cuadernillo para cumplir con las tareas

Mahia tiene 7 años y ayer perdió todas sus pertenencias por un cortocircuito. Mientras su mamá busca reconstruir la vivienda, ella habló con sus maestras para recuperar las clases perdidas.

Mahia tiene apenas siete años y es fanática de los cuentos. Su mente curiosa la lleva a sumergirse en las historias y a querer aprenderlo todo. Por eso, disfruta mucho de las tareas que las maestras de la Escuela N°356 le llevan a su casa en este contexto de escolaridad virtual. Y por eso se lamentó tanto cuando las llamas que devoraron su propia casa consumieron también las hojas de su tarea.

Daniela Angulo, su mamá, dice que todo sucedió muy rápido. La joven de 28 años había bañado a la nena y la había dejado en el sillón del comedor, entretenida con un teléfono celular. Mientras tanto, ella hablaba por teléfono y le daba un baño al Gian, de 5 años, el más chico de la casa.

"Estaba hablando con mi cuñada y le dije que se me había cortado la luz", explicó. En ese parpadeo, comenzaron las llamas. Daniela vio cómo unas lenguas de fuego salían desde la habitación, la única puerta que tenía en su casa de Valentina Norte Rural para salir afuera. "Lo envolví al nene con una toalla y lo saqué del agua, agarré a Mahia y salimos los tres por la ventana", relató.

Sus vecinos actuaron con la misma rapidez. Ni bien notaron el humo que brotaba de la vivienda, se acercaron y tiraron un portón abajo. Decididos, buscaron primero las garrafas que usaba Daniela para alimentar la cocina, y que a esa altura ya se habían convertido de tiempo. Otros, en cambio, fueron a la habitación contigua, que Daniela usaba para su trabajo como peluquera canina. Lograron rescatar a una perrita que estaba encerrada en una jaula.

Los tres salieron sanos y salvos. Gian afrontaba el frío aún mojado y sin ropa, mientras que Daniela afrontaba una jaqueca que aún persiste, y que no sabe si atribuir a los nervios o la inhalación de humo. Mahia, en cambio, estaba en estado de shock. Desde la calle, veía cómo las llamas consumían su cama, su ropa, sus juguetes. Y también su cuadernillo de tareas y todos sus cuentos.

"Estaba muy preocupada porque se le había quemado la tarea, pero después llamó a la maestra y ella le dijo que es una alumna que siempre cumple, y que muy pronto le iban a traer otro cuadernillo para que pudiera recuperar", señaló su mamá. "Ella es muy estudiosa, le encanta matemática, lengua, le gusta inglés aunque no le dan en la escuela", expresó.

Daniela es mamá soltera y trabaja como peluquera canina para sostener a sus dos hijos. En los próximos días tenía fijada una audiencia para conseguir, por primera vez, el pago de la cuota alimentaria por parte del papá de los chicos. Mientras tanto, todo lo que había en casa llegaba de su propio empuje y perseverancia. Hasta que el fuego se llevó todo.

En un barrio sin instalaciones de gas, Daniela usaba garrafas para alimentar su cocina. Hace algunos años, un inspector de CALF visitó la vivienda y le explicó que faltaban algunos elementos para habilitar la luz. Las cosas quedaron así, y Daniela sostuvo una conexión clandestina mientras ahorraba para pagar una térmica, un disyuntor y otros elementos de bioseguridad.

Con el inicio del invierno, compró dos caloventores eléctricos y cada vez que el frío apretaba demasiado, usaba las hornallas de la cocina para conseguir algo de abrigo. "Poquito porque hace mal", admitió. Después de apagar todas las llamas de la vivienda, los bomberos le dijeron que el incendio fue causado por cables recalentados o algún cortocircuito, después de exigir demasiado a los artefactos de calefacción.

Daniela destacó el gesto solidario de sus vecinos, que ya organizaron una colecta para brindarle ayuda a ella y a los dos niños y lograron conseguir toda la ropa que necesitan. Ahora, la familia necesita muebles nuevos, utensilios de cocina y algunos juguetes.

"Lo importante es que estamos bien los tres, lo material va y viene", se resignó Daniela. Y aclaró que entre las cenizas pudieron rescatar una cajita con bloques para encastrar, el único juguete que ahora comparten los chicos, mientras viven en un departamento prestado por la familia de ella.

La joven mamá espera rearmarse con prisa para poder celebrar el cumpleaños de Mahia, este 19 de julio, de regreso en su casa. O al menos con los juguetes y las tareas listas, para que la nena pueda sumergirse otra vez en su amor por los cuentos.

Para colaborar con la familia Angulo se puede hacer un llamado telefónico al 2996 25-5400 o comunicarse con la Asociación Vecinal de Valentina Norte Rural.

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