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La Mañana antivacunas

Soy hijo de antivacunas

La vacuna no es obligatoria, pero hoy es una arma fundamental para luchar con lo queda de pandemia

Cual surfista en las olas de alguna playa paradisíaca, varios veníamos ganándole la lucha al COVID. Pero la variante Ómicron, sumamente transmisible, golpeó de lleno con la tercera ola, y los que zafamos, caímos. Otros muchos incluso se recontagiaron del virus que nos marca la vida desde marzo de 2020.

A diferencia de aquellos tiempos, hoy la campaña de vacunación es fundamental. Casi todos tenemos dos dosis, e incluso se avanza sobre la tercera a ritmo firme. Recuerden que si hace cuatro meses ya completaron el esquema, están en condiciones de recibir la adicional. Y la vacunación es clave para que el sistema sanitario no esté colapsado por estos tiempos, aunque hay que reconocer que el personal está cansado del ritmo frenético de la pandemia.

Pero por más que insistamos, nosotros desde los medios, las autoridades sanitarias desde sus posiciones, muchas personas se han relajado, y ese es el mayor peligro de la tercera ola. En Neuquén hay al menos 99 mil personas que no han completado sus esquemas y solo han recibido una dosis. Y son poco más de 50 mil los que nunca se han vacunado ni se les ha cruzado la idea de hacerlo. Estos son los que se autoperciben como antivacunas, aunque muchos solo se dejen llevar por lo que escuchan, leen y vociferan los “dueños de la verdad” para no caer en la “mentira” de la pandemia, la misma por la que familiares, amigos o vecinos fallecieron a lo largo de estos casi dos años.

Y el discurso es tan arraigado y fundamentalista por momentos, que es difícil hacerlos cambiar de idea, o al menos que lo entiendan. Eso me pasa a mí con mis padres, y seguro habrá situaciones similares. Cuidarnos para cuidar sigue siendo clave.

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