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La Mañana emocional

Una secundaria neuquina impulsa investigación internacional sobre educación emocional

La pandemia ha tenido un importante impacto en la salud mental de las y los adolescentes y jóvenes de Latinoamérica y el Caribe.

Por Flavia Marinelli

Nos encontramos en un momento bisagra. Aun estamos en medio de la pandemia de COVID-19, y se continúan percibiendo estados emocionales de incertidumbre, desconcierto, ansiedad y estrés. No hay definido un panorama claro hacia dónde va el mundo. Después de meses de aislamiento, se volvió a permitir la circulación libre por el país, e incluso, a traspasar fronteras, que ya de a poco se van volviendo a cerrar. Esto implica la exposición constante a cambios.

La palabra confinamiento, no quiere ser ni mencionada. De a poco hemos vuelto a una “normalidad”, a retomar encuentros, actividades, prácticas sociales, clases, con los debidos protocolos sanitarios. Pero con una una modalidad de compartir espacios de una manera muy diferente a lo que veníamos acostumbrados.

En este contexto es que se hace inminente preguntarse sobre un posible cambio de paradigma para la educación, desde las instituciones, los docentes, los estudiantes y sus familias. Hoy existe un desafío preponderante a la hora de abordar una clase escolar, se pone de manifiesto que hay que atender el estado emocional por el que están atravesando los estudiantes (e incluso la sociedad en general) para poder acompañarlos y entenderlos. Y desde ese lugar trabajar el aprendizaje y los contenidos.

Es decir se trata de integrar en una clase:¿cómo están las emociones en todo este escenario nuevo?¿Cómo han podido gestionar todo el cambio que viene pasando y que continúa?. Después de casi un año de clases virtuales, los estudiantes volvieron a las aulas; pero, ¿cómo llegan emocionalmente al reencuentro con sus compañeros y profesores?.

Un reciente sondeo realizado por UNICEF indicó que la crisis del COVID-19 ha tenido un importante impacto en la salud mental de las y los adolescentes y jóvenes de Latinoamérica y el Caribe.

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¿Qué pasaría si incorporamos la educación emocional en los centros educativos, integrándola en las aulas de manera que cuando sucedan acontecimientos como los que estamos viviendo (crisis), los estudiantes tengan habilidades socio-emocionales para crear una mejor posición mental-emocional para gestionar la crisis?

Para responder algunos de estos interrogantes, la secundaria Neuquina Almalibre, viene impulsando un proyecto de investigación internacional en educación emocional, cuyo objeto consiste en producir un libro con didácticas en educación emocional, es decir, con materiales y actividades para que los docentes puedan aplicarla en el aula. Este equipo de investigación cuenta con profesionales docentes, psicólogos y referentes de distintas partes del mundo, como España, Venezuela, Chile, Bolivia, Uruguay y Argentina.

Una de las integrantes del equipo es Lucia Franchi, psicóloga, con más de 10 años en el ámbito clínico. Da clases en una escuela primaria y secundaria en Entre Ríos, Paraná. Y comenta: “La investigación que estamos haciendo sobre Educación Emocional, propulsada por Almalibre, busca tratar de hacer colectivo un propósito, hacer visible las emociones a través de estrategias didácticas y lúdicas. De poder llevar a todos los docentes instrumentos concretos que puedan aplicar en sus clases”.

En este sentido Lucía comparte la importancia de integrar el estado emocional de los y las estudiantes en el aula, a la hora de aprender: “Los niños aprenden a sentir, desarrollan competencias emocionales, y eso genera un clima áulico de comunicación entre los estudiantes y los adultos, que impacta favorablemente en el rendimiento académico del estudiante. Se trabaja con educación emocional en todas las materias (lengua, matemática, geografía, etc). Los estudiantes mejoran su participación y se sienten más seguros, por ejemplo, a la hora de rendir un examen. La educación emocional genera un impacto positivo en los vínculos, en la autorrealización del estudiante, es una pedagogía que impacta en todos los otros aprendizajes”.

Fernando Carvallo, otro integrante del equipo de investigación, es profesor de Lengua y Literatura Española, enseña en una Secundaria en Sevilla, España, y dice: “Es clave generar una integración, una sinergia entre el equipo docente, las familias y el estudiante.

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Con esta investigación vamos a sacudir conciencias. Necesitamos una nueva manera de hacer la escuela. Como docente me planteé:¿para qué estoy acá? A partir de ahí, reflexioné. Y mantengo un diálogo con mi alumnado, que me permite desarrollar clases más creativas, invitándolos a participar de todo el proceso, haciéndolos parte hasta del diseño curricular; ellos definen si trabajan las tareas solos o en grupo, con total autonomía”.

Otra integrante del equipo es Viviana, docente en una escuela pública en Villa Traful, Neuquén. Da matemática, lengua, Ciencias Sociales y Ciencias Naturales a estudiantes de 5º, 6º y 7º Grado; comparte: “Esta investigación que estamos llevando a cabo, es un aporte sumamente beneficioso para la sociedad, implementarlo va a generar un cambio sobre la forma de ver la educación. Para que las familias tomen conciencia y se pregunten sobre la forma de educación que están recibiendo sus hijos, que puedan contemplar lo que no se ve, interpretar si su hijo no quiere hacer las tareas o no quiere ir a la escuela, preguntarse ¿Qué le está pasando? ¿por qué no tiene ganas?.

Esta investigación, va a aportar muy buenos conocimientos, prácticas y saberes para todos los docentes. Muchos no saben cómo hacer para trabajar las emociones en el aula y contemplar e integrar lo que les está pasando a sus estudiantes como parte del trabajo áulico. Pero, no se puede enseñar lo que no sabemos, asique el docente primero, tiene que aprender a gestionar sus emociones, para poder trasladarlo. Entonces con esta investigación, brindaremos ideas, técnicas y ejemplos de cómo enseñar con educación emocional, vamos a aportar eso que están necesitando todos los docentes: por qué darlo, desde dónde darlo y cómo darlo. Vamos a incluir un espacio para invitarlos a crear sus propias estrategias o dinámicas de trabajar las emociones en el aula”.

Irene Cabrera, participa también en la investigación, es profesora de expresión corporal en Tandil, y su aporte está en incorporar cómo impacta el trabajo corporal en la mente, en la liberación de emociones desde el cuerpo: “Es clave trabajar con y desde el cuerpo para despertar el hemisferio derecho del cerebro, tan olvidado por siglos, ya que solo se le dio lugar al hemisferio izquierdo, intelectual; es importante desarrollar el espacio creativo, trabajar con los dos hemisferios, con los dos cerebros, por ejemplo, utilizando técnicas de la medicina china. Hay energía bloqueada en los músculos, y podemos liberarla y despertar el cerebro desde lo motor, desde el movimiento”.

Por último, Maria Jose Palmero Barros, psicóloga Chilena que trabaja con niños en preescolar, también integrante de esta investigación dice: “El aporte maravilloso de investigar en educación emocional que se está gestando en Almalibre, es una oportunidad y un tesoro innovador que nos permite a todos un acto metacognitivo respecto a lo que hacemos. Es una reflexión sobre lo que hacemos y cómo ayuda a los estudiantes de todos los niveles educativos. Sabemos, porque está comprobado por la neurociencia, que incorporar educación emocional en los espacios áulicos, mejora el aprendizaje, favoreciendo el despliegue de habilidades socio-emocionales”.

Para conocer más sobre esta investigación podes ingresar aquí

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