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La Mañana demencia

A la demencia se la puede retrasar y hasta evitar

Existen factores que contribuyen a aumentar la reserva cognitiva.

La demencia -la enfermedad de Alzheimer es su forma más común- es una de las mayores preocupaciones de salud pública asociadas al envejecimiento porque el número de personas que viven con ella está creciendo rápidamente a raíz del aumento en la expectativa de vida de la población.

No obstante, la demencia no es una consecuencia inevitable del envejecimiento y cada vez más estudios apoyan que se puede evitar o retrasar el riesgo de desarrollarla. En ese contexto se inscribe una investigación británica realizado durante 60 años cuyos resultados sugieren que aumentar la reserva cognitiva a lo largo de la vida puede favorecer una reducción en el riesgo de demencia, incluso entre quienes tienen predisposición genética a desarrollarla.

La demencia se caracteriza por el deterioro de la función cognitiva (la capacidad para procesar el pensamiento) más allá de lo que podría considerarse una consecuencia del envejecimiento normal. Entre 6 y 7 de cada casos de demencia en el mundo corresponden a la enfermedad de Alzheimer, su forma más común.

Los accidentes cerebrovasculares (ACV) también pueden causar demencia. Ese deterioro de la funciones cerebrales afecta la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. Y los síntomas con que se expresa incluyen olvidos, aptitudes sociales restringidas y limitación del razonamiento, entre otros. Se calcula que a nivel mundial hoy unas 55 millones de personas con demencia (el 8,1% de las mujeres y el 5,4% de los hombres mayores de 65 años) y la Organización Mundial de la Salud estima que ese número ascenderá a 78 millones en 2030.

Primero se probó en ratones y después en 165 pacientes: los que recibieron inyecciones con el fármaco redujeron el deterioro cognitivo del alzhéimer.

La reserva cognitiva es la capacidad del cerebro para tolerar mejor los efectos de la patología asociada a la demencia, antes de llegar al umbral donde los síntomas clínicos comienzan a manifestarse. “Esta habilidad se cree que está desarrollada como resultado, o bien de una capacidad innata, o bien de los efectos de las experiencias vividas, tales como la educación o la ocupación laboral”, explica un artículo de la Revista Española de Geriatría y Gerontología.

El estudio británico publicado en la revista Neurology se enfocó en evaluar durante seis décadas la asociación entre esa reserva cognitiva y el riesgo de desarrollar demencia. El trabajo, que contó con el apoyo de la Sociedad de Alzheimer y el Consejo de Investigación Médica del Reino Unido, mostró por primera vez, según sus autores, que desarrollar la resiliencia mental a lo largo de la vida (esta “reserva cognitiva”) a través de la educación, la socialización, el trabajo y actividades vinculadas al ocio puede reducir el riesgo de demencia, incluso entre quienes presentaban baja cognición en la infancia o predisposición genética a la enfermedad.

Una investigación británica realizada durante 60 años sugiere que es clave aumentar la reserva cognitiva.

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