Chocotorta: de estrategia publicitaria a torta estrella
La icónica receta argentina, elegida como el mejor postre del mundo, fue ideada por una creativa publicitaria para un comercial de TV.
Galletitas de chocolate. Queso crema. Dulce de leche. La chocotorta parece un invento tan simple que algunos suponen que no tiene firma. Que no la inventó nadie y que esa simple combinación pertenece a la transmisión oral de los millones de hogares argentinos que la sirven en las reuniones y los cumpleaños. Pero no. Lo cierto es que existe una mente creativa detrás de la receta, una mujer que la principal motivación para inventarla fue una estrategia publicitaria.
Marité Mabragaña recuerda con nostalgia los tiempos más simples. Como la década del 80, cuando una idea podía surgir en casa y llegar, sin escalas, a una sala de reuniones con el director de una gran empresa del rubro alimenticio. En 1982, esos fueron los pasos que siguió la famosa chocotorta, que llegó de su imaginación a la televisión y, desde allí, a millones de hogares argentinos, y que por estas horas fue elegida como el mejor postre del mundo.
Se podría decir que Mabragaña es una pionera. Fue parte de la segunda promoción de estudiantes de Publicidad de la Universidad del Salvador y aplicó sus conocimientos desde muy joven. Su presencia en las aulas llamó la atención de Vicente De Luca, su profesor de redacción, que la convocó para trabajar en la agencia de publicidad de su hermano, Ricardo De Luca, cuando ella tenía poco más de 18 años.
Por su género y su juventud, Marité se hacía notar en las oficinas, donde la mayoría de las mujeres eran simples secretarias y el trabajo creativo parecía recaer sólo sobre sus compañeros varones. Como a los pocos meses se puso de novia con su actual marido, también empleado de la agencia, ella aclara que nunca sufrió acoso ni discriminación. Pero sí tuvo la oportunidad de hacer un aporte valioso a la cultura popular de la Argentina.
En los años 80, la agencia trabajaba a un ritmo vertiginoso. Desde las grandes oficinas sobre la calle Esmeralda, en el microcentro, salían ideas creativas que se estampaban en los comerciales de las grandes marcas, como Renault o Gillete. Escritores, actores y directores de teatro aportaban sus ideas en un nutritivo ambiente artístico y Marité absorbía todas esas ansias creativas.
En los años 80, las amas de casa preparaban postres con vainillas. Marité, en cambio, prefería sacar chocolinas de su paquete y mojarlas en oporto. Sin aprenderlo, sabía que la combinación de dulce de leche con queso crema era una delicia. Y un día pensó en unir ambas creaciones en capas.
En una entrevista con el diario Clarín, Marité explicó que en 1982 era la directora creativa de Bagley y de la empresa Mendizábal, que elabora el Mendicrim. Nunca nadie le pidió que mezclara los productos de ambas marcas en una torta. Simplemente se le ocurrió llevar su propuesta la oficina para un cumpleaños. La respuesta fue unánime: a todos los encantó.
Con esa respuesta de sus compañeros, la mujer se decidió a preparar dos chocotortas más. Las bautizó con un nombre simple y las llevó a las empresas para las que trabajaba. Sin obstáculos, logró que los propios ejecutivos de las marcas probaran su receta. Y ambos quedaron encantados con su preparación.
“Nadie sabía cómo facturar algo que involucraba a más de un cliente, el cobranding no existía”, explicó la publicitaria al diario porteño. Así, con una sola receta, logró representar a tres marcas: Chocolinas, Mendicrim y el dulce de leche Ronda, que también era distribuido por Mendizábal. Tardaron un año en elaborar el comercial, en el que agregaban almíbar para mojar las galletitas.
Con dos años al aire, la publicidad caló hondo en las cocinas argentinas. Marité dice que su idea motivó la presencia de los niños y los maridos en la mesa. Era algo simple, rico y sin horno. Nadie tenía excusas para no hacerla. Muy pronto, vio que la chocotorta ya estaba presente en los cumpleaños de sus hijos. Sin saberlo, había creado un clásico.
Marité afirma que nunca cobró dinero por haber creado esta receta, que sumó múltiples versiones a lo largo de los años. Sin embargo, la idea la impulsó su carrera como publicitaria, en un oficio que desarrolló por más de 40 años.
Hoy, las cocinas argentinas le rinden tributo sin conocerla. Y reversionan su receta con nuevas chocotortas: en vaso, con nueces, con oporto, almíbar o café. Hay tantas creaciones y presentaciones como cocineros. Pero todas siguen un patrón común: combinan productos tan ricos que el resultado nunca falla. Ese invento hogareño y artesanal fue elegido como el mejor postre del mundo.
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