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Como el Ave Fénix: la historia de muerte y resurrección del pádel en Neuquén

Fue un boom en los '90 y en los 2000 quedaron pocos jugadores. Ahora explotó de nuevo, con canchas renovadas y materiales sofisticados. Todo lo que hay que saber del deporte en Neuquén.

Corren los años 90. En Neuquén capital hay más canchas de pádel que edificios. Está la de los Los Troncos, Set Point, Los Techos, El Galpón, Winter, Dallen, Crhisna y Palo Blanco. Todas son de cemento, alambre y muro, y un lugar de encuentro para los más de 10 mil jugadores de todas las edades que convierten a este deporte en un verdadero furor. Es casi imposible conseguir un turno, y eso que también están las canchas de Ícaro, Los Álamos, Acacia, Smash, Stylo Pádel, El Balcón, Las Bardas, Las Marías, Butaco, Viejo Manzano y Pacalo. En un contexto de crisis económica en todo el país, muchos de los clubes de pádel nacen en tinglados en donde antes había fábricas, talleres y metalúrgicas.

En estas épocas de Walkman, Tubby 4, y jeans nevados, es tal el furor que existe en Neuquén por el pádel que los mejores jugadores del mundo vienen a realizar clínicas y exhibiciones. En las canchas de Tiempo Propio, un clásico ubicado en la Avenida Argentina, Alejandro Lasaigues, Horacio Álvarez Clementi, Jorge Nicollini y Javier Maquirriain dan cátedra ante una multitud de gente. Ojo, acá también tenemos nuestras estrellas, como lo son Robertito Gerassi, Paul Staiko, Darío Panozzo, Darío Tamborindegui, Daniel Sepúlveda, Daniel Sura, el Flaco Noguera, Martín Linton, Paco Soler, Mario Alonso o El Negro Lafué. El mejor de todos es, sin dudas, Claudio Hernández, el dueño de la pizzería Horacito.

Todavía en pleno menemismo, Elisa Fidel es la secretaria rentada de APAN (Asociación de Pádel de Neuquén), que organiza torneos en los que se anotan más de 400 parejas. Ella es la encargada de armar los fixtures y pasar los resultados a los diarios, pero también se hace un tiempo para jugar: de hecho, rankea entre las mejores de su división, la 5ta Ladys (muy de época el nombre de la categoría). Para llegar desde su casa hasta Winter, se sube a su Renault 12 blanco, pone en el estéreo algún cassette de Queen y atraviesa una ciudad donde puede adquirir un tubo de pelotas en Tienda Andresito, comerse una hamburguesa en El Caracol o en Pumper Nic, o hacer las compras en Casa Tía.

Ella todavía no lo sabe, pero con su paleta Top Line de madera – con la que tiene que hacer más fuerza que Schwarzenegger para que la pelota pase la red- está yendo a jugar su último partido en mucho tiempo. Volverá a las canchas recién casi dos décadas más tarde, a sus 58 años, cuando el pádel haya resurgido. “Empecé a jugar de nuevo y es como andar en bicicleta, una se va acordando. Ahora con el césped sintético la pelota es más lenta, te da más tiempo, y me encontré con algunos cambios en las reglas que antes no existían”, dice Elisa, que todos los miércoles se junta a pelotear con las mismas amigas con las que jugaba en aquellos tiempos.

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El Ocaso

Hay distintas versiones acerca de qué fue lo que en su momento mató al pádel. Algunas dicen que fueron las lesiones que sufrieron muchos jugadores, en general de rodilla, desde tendinitis por sobrecarga, esguinces, y hasta ruptura de ligamentos cruzados. Los detractores de esta teoría dirán que en realidad estas eran personas que nunca habían hecho deporte en su vida, y que también se hubiesen lesionado practicando cualquier otro deporte.

El médico Leandro Uicich, que además de ser residente de Ortopedia y Traumatología del Policlínico de Neuquén también de vez en cuando juega al pádel, explica que “a nivel recreativo las lesiones que pueden producirse por movimientos repetitivos, cambios de direcciones o frenadas bruscas que generan fuerzas que descargan en la rodilla”. Aclara que “esto no quiere decir que haya que dejar de practicar pádel por miedo a lesionarse, pero sí hay que tener en cuenta usar un buen calzado, la alimentación saludable, entrar en calor, estirar la musculatura y fortalecer los cuádriceps, todos estos son factores que nos van a ayudar a prevenir”.

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Eduardo Fernández, referente del deporte a nivel regional y ex vicepresidente de APAN, cuenta que fueron un cúmulo de factores los que atentaron contra el pádel. Es cierto que afectaron las lesiones (incluso hasta hubo muertes súbitas de personas que no estaban preparadas para realizar actividad física), pero también afectó la cuestión económica: “La crisis continuó, jugaba el padre, la madre y los hijos, y terminó siendo un presupuesto impagable para la familia” dice Eduardo, quien agrega “no es que les dejó de gustar el deporte, no dio más el cuero”.

Lo cierto es que entrados los 2000, el interés por el pádel cayó de manera estrepitosa. Mientras emergían las canchitas de fútbol de alfombra y los gimnasios, los clubes de pádel fueron bajando las persianas en tiempo récord. Y allí donde alguna vez funcionó Set Point, en Juan B. Justo y Las Heras, hoy hay un complejo de viviendas. En ícaro (calle Bahía Blanca) donde más de alguno habrá tirado una volea, un passing shot, o un smash, hoy existe un depósito de laboratorio químico. Las canchas que permanecieron abiertas se cuentan con una mano: Winter, Dallen, Barda, y alguna que otra más. El letargo duró unos largos años.

La resurrección

Fue recién durante la pandemia el momento en el que el pádel iba a tener su revancha. Al ser uno de los primeros deportes en ser habilitados, los neuquinos y neuquinas ávidos de realizar actividad física volvieron a copar los clubes existentes y los nuevos que surgieron a partir de la gran demanda. Tanto los que volvieron a agarrar la paleta después de muchos años, como así también los que incursionaron por primera vez, experimentaron lo divertido y dinámico que puede resultar, y lo rápido que se le agarra la mano.

Para Brenda Bianchi, que administra y hace de todo en Winter, este nuevo boom del pádel tiene que ver con que “es un deporte muy inclusivo, porque puede practicarlo una persona que no jugó nunca y lo va a pasar bien, y el partido va a salir bueno”. “Es un ambiente súper cordial, muy sano, donde se generan buenas amistades”, agrega.

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Los clubes nuevamente tienen todos los turnos ocupados desde las tres de la tarde hasta las doce de la noche, lo que en parte se explica por la evolución de las paletas (fabricadas con nuevos materiales y tecnología como el carbono y la fibra de vidrio) que optimizan la experiencia de juego; y principalmente el cambio de las canchas. Ahora, la mayoría son de césped sintético y full panorámica de cristal, superficie que mejora la amortiguación de las rodillas, y contribuye a evitar lesiones. “Como club dijimos vamos a renovarnos y decidimos ponerle el césped a dos canchas. Funcionó muy bien, pero dejamos una de cemento porque hay gente que las sigue eligiendo”, cuenta Brenda.

Aunque acá pueden verse renovadas canchas como las del Biguá o el BPN, o complejos nuevos de primer nivel como el caso de Costa Pádel; el nuevo boom de este deporte trasciende los límites neuquinos. En Centenario, el Complejo Center también ofrece canchas espectaculares de césped sintético y blindex; y en Cipolletti hay más de 10 clubes, algunos históricos y otros nuevos, como el caso de RUNADI. Un turno promedio de una hora y media oscila entre los 2.500 y 3.200, es decir entre 600 y 800 pesos por jugador. En simultáneo surgió una gran demanda de clases particulares, que rondan entre los 900 y los 1.400 pesos.

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El furor por el pádel esta vez se está dando a escala global, algo que no pasó allá por los noventa. En Europa, la disciplina cada vez tiene más adeptos, y en Medio Oriente también son fanáticos. Por estas latitudes está sucediendo algo inédito, que contribuye a que el fenómeno se vuelva de masas: los partidos del World Padel Tour se transmiten por televisión por cable, y las redes sociales están inundadas de puntos increíbles, donde los mejores jugadores del mundo demuestran toda su destreza.

Acerca de este gran presente, y vaticinando el futuro que se le viene en la región, Eduardo Fernández, que es un histórico dentro del rubro, dice que “construir clubes techados tiene un alto costo, y eso hace que por el momento no se corran riesgos de que exista una saturación de canchas. Este equilibrio va a generar que el deporte se mantenga en el tiempo”.

Parece que esta vez la suerte del pádel cayó del otro lado de la red.

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