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La Mañana comisaría

Cuando "Mangacha" López estuvo a cargo de la Comisaría Primera

Hoy homenajeamos a Lidia López de Ascaso por haber sido pionera en ocupar cargos que eran reservados para la tarea masculina.

La historia de un pequeño poblado, como eran estos noveles territorios devenidos en provincia, se nutrió de todas las historias de vida de mujeres y hombres que dejaron su tesonera labor desde distintos ámbitos en donde desarrollarán su tarea. Este es el caso de Lidia López de Ascaso, conocida como Mangacha, que tuvo a su cargo la comisaría Primera.

La prensa local- año 1974- acompañaba los acontecimientos de la vida cotidiana, como fue el caso del nombramiento de nuestra homenajeada:

En el citado diario podía leerse:

“Es insólito haber encontrado, en nuestra ciudad, una mujer comisaria ocupando un cargo del que estamos acostumbrados a pensar que es patrimonio del hombre. En toda la Patagonia y posiblemente en nuestro país, la única mujer ocupando desde hace dos años el cargo de comisaria. La ubicamos en su austero despacho de Jefatura de Policía de nuestra ciudad, siendo jefe de la sección Documentos Personales, y tiene a su cargo la sección Leyes Especiales con las oficinas de Drogas Ilegales, Moralidad, Infracciones y Delitos Especiales, siendo tremenda su responsabilidad dada la diaria lucha para combatir los vicios, vicios de nuestra sociedad actual”.

Lidia López Mangacha nació el 19 de febrero de 1933 en Plaza Huincul, y falleció el 16 de enero de 2012. Era hija de Evaristo López y Ángela Primi, que llegaron a la zona desde Buenos Aires allá por 1920. Sus abuelos maternos eran oriundos de Génova, mientras que los López eran una familia “acriollada”, tanto que ya en 1850 tenían una fábrica de velas de sebo en la Ensenada de Barragán.

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Lidia tuvo nueve hermanos: Nélida, Rubens, Olga, Héctor Whasington, Hilda, Elsa, Norma, Alicia Kuki y Jorge.

Mangacha, estudió en varios lugares ya que su padre era bastante nómade. El andariego López fue jefe de correos y juez de paz en varias localidades, y así, vivieron en Ñorquinco, Stefenelli, Gral. Roca y Picún Leufú. Debido a esto, Mangacha pudo finalizar sus estudios secundarios en Neuquén Capital.

Alrededor de 1951, ingresó a trabajar en el gobierno cuando Neuquén era territorio. Al año siguiente ingresó a la policía, aún Neuquén era Territorio Nacional, de donde se retiró en junio de 1976. No fue un retiro voluntario: en marzo “llegaron los militares al poder, y les pareció inaceptable que una mujer ocupara un cargo de semejante jerarquía, ya que Lidia fue la primera mujer en ocupar ese puesto y los militares, que intervinieron la Jefatura, la hicieron ‘retirar’”, nos cuenta Pablo, uno de sus hijos, hace unos años cuando hicimos la entrevista.

Su familia

En 1958 Lidia se casó con Tomás Ascaso, hijo de Pablo Ascaso, español, y de Ramona Gautte, descendiente de vascos franceses. Tomás nació en Miguel Cané, localidad de La Pampa, pero de muy chico la familia se mudó a Lanús. Lidia y Tomas tuvieron tres hijos: Pablo, que se recibió de abogado y tiene una hija, Daniel, que tuvo comercio de reparación de electrónica y también una hija, y el menor, Marcelo, que tiene una inmobiliaria en San Martín de los Andes y cinco hijos.

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“Una anécdota familiar –nos cuenta Pablo- es que mi abuelo Pablo era primo hermano del célebre anarquista español Francisco Ascaso, que con Buenaventura Durruti y García Olaver vinieron a Argentina a asaltar bancos para la causa, (fueron llamados «anarquistas expropiadores» por Osvaldo Bayer). Mi abuelo los habría asilado en La Pampa.”

El ferrocarril y otros trabajos de Tomás Ascaso

Tomás llegó a Neuquén como ferroviario en 1948, acompañando a su hermano Carlos: era acérrimo socialista y miembro de La Fraternidad, y “siempre contaba que estuvo preso por hacerle una huelga a Perón cuando nadie se animaba”.

“Más de veinte años después se fue del ferrocarril y compró el Bar Guillén, con anexo hotel y restaurante, en la esquina de San Martín y Brown, y tuvo hasta 1982, en que tuvo que entregar el predio porque se iba a construir el edificio del Parque Central. Después puso una pizzería y confitería en Cipolletti en sociedad con Arturo Panfili. Poco después, se acogió al beneficio de la jubilación.”

“El bar era de esos piringundines tipo Buenos Aires y se juntaba de forma habitual mucha gente antigua de Neuquén y del país. Recuerdo haber conocido allí al Polaco Goyeneche, a Alberto Marino y Carlos Arrieta, entre otros cantantes de tango que venían a actuar a Neuquén”.

Vecinos de la calle Mendoza

Las relaciones de vecindario generadas en un barrio son relaciones de amistad y de bienestar general. El conocimiento recíproco se establece por la cercanía, por convivir en el mismo espacio geográfico. La calle Mendoza es un claro ejemplo de ello, y en notas anteriores hemos hecho alusión a las vidas y relaciones de quienes vivíamos entre Independencia –a la vera de las colonias ferroviarias- hasta Talero.

¿Quién no recuerda a la familia Guiffrida, los Contreras (Demesio, Tito, Carola y Gladis), los Sranko, las chicas de Montiel y la pensión de su abuela Sagristá, los Pidarello, los Verdini, los Radonich, los Deflorián, los Armitano, los Chávez, los Perri, los Solorza, los Rodríguez, los Cortes Rearte, los Manduzio, los Pradilla, los Roger, los Valeiras, los Pifarré, los Claire, los Modolo, los Frattari (con su viejo almacén), los Garretón, las chicas de Espósito, los López, los Greloni, los Casado, los Esquivel, los Rusconi, el Arq. Müller, Pío Álvarez (y su taller de chapa y pintura), Doña Teresa Carrera Frea, Doña Rosa Soto, los vecinos de las colonias del ferrocarril sobre calle Independencia: los Morales, los Rodríguez, los Lezcano, los Hoffman, los Leguizamón, entre tantos. Su gran amiga Betty Videla, también del barrio de calle Rivadavia.

Los López le alquilaban la casa a doña Carola de Contreras y allí vivieron mucho tiempo: era frecuente estar sentados en las veredas, a la noche, conversando. Formábamos una cofradía de amigos, vecinos de aquel Neuquén.

La Comisaría Primera en la que Mangacha ejerció su carrera estaba ubicada, igual que hoy, en Mendoza esquina Ministro González.

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La nota del diario Sur Argentino –de febrero de 1974- continuaba así:

“Ante nuestra visita al despacho de la comisaría, nos aclaró no ser amiga de los reportajes, pero se nos presenta como una sencilla mujer a pesar del importante cargo que ocupa y de la responsabilidad que él implica. Esta importante mujer nos cuenta que siendo muy joven y habiendo quedado huérfana, pide por necesidad de trabajo la incorporación a la repartición, en la que con el correr del tiempo encuentra su verdadera vocación a la que se aboca plenamente para luchar a favor de la justicia y de la ley. Amante de la vida hogareña, su carrera no influye para con ésta. Moderna y dinámica, está profundamente interesada por todos los problemas vitales de su país, al que le pone el hombro como funcionario y como mujer. Lidia López de Ascaso, es la imagen latente de la mujer argentina actual”.

Una particular historia de vida, la de Mangacha. Arraigada tempranamente en esta capital, pionera en una tarea por tradición varonil, que llevó a cabo con verdadera vocación y sin descuidar su familia: sus tres hijos testimoniaron el temple de su madre, que sin acobardarse siguió adelante con su profesión. Hoy la honramos y homenajeamos, una vez más, porque su valentía es digna de recordar.

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