El clima en Neuquén

icon
13° Temp
28% Hum
La Mañana asesinos seriales

Desde el infierno: 5 cartas espeluznantes del puño y letra de asesinos seriales

En esta primera entrega, el repaso de 5 de los 10 mensajes más macabros escritos por los autores de crímenes históricos. Para dormir con la luz prendida.

A lo largo de los años, muchos asesinos en serie no solo alcanzaron la infamia y aterrorizaron a la sociedad debido a las personas que mataron y a la forma en que llevaron a cabo sus crímenes. También lo hicieron a través de la palabra.

Ya sea por ego, locura o búsqueda de provecho de algún tipo, varios “serial killers” se comunicaron en plena y sanguinaria actividad con policías, autoridades, periodistas y demás a través de distintos medios. Y lo que dijeron, muchas veces, quedaría grabado en la memoria colectiva para siempre.

En esta primera entrega, repasaremos cinco de los mensajes más célebres y espeluznantes escritos por asesinos seriales. La próxima semana, las siguientes cinco que completan el top 10.

Jack el Destripador

Quizás, el asesino en serie más famoso de la historia. Y lo es, en gran parte, gracias a las cartas que le envió a la Policía y a la prensa durante el transcurso de sus célebres crímenes de prostitutas cometidos en Whitechapel, Londres, en 1888.

Si bien son tres las misivas conocidas y atribuidas al “serial killer” de quien nunca se conoció su verdadera identidad, es la última de ellas la más relevante. En primer lugar, por ser considerada la más probablemente auténtica (NdR: las dos primeras, escritas con una prosa más sofisticada y firmadas con el legendario seudónimo que lo hizo inmortal, son indicadas por muchos investigadores como falsas; de hecho, se creen que fueron escritas por periodistas que buscaban incrementar el interés por las noticias de los crímenes).

En segundo lugar, por haber sido enviada a George Lusk, el presidente del Comité de Vigilancia de Whitechapel de aquel entonces, junto con una caja que contenía la mitad de un riñón de una de sus víctimas. Y, por último, gracias a su siniestro, aunque impactante y memorable encabezado.

La carta decía así:

Desde el infierno

Mr Lusk

Señor

Le envío la mitad del riñón que tomé de una mujer. La preservé para ustedes. La otra parte la freí y la comí, fue muy agradable. Quizá le envíe el ensangrentado cuchillo que lo sacó, si solo aguarda un poco más.

Firmado Atrápeme cuando pueda Mishter Lusk.

Un poco más de tres semanas después, el cadáver degollado, destripado y mutilado de la última víctima atribuida a Jack fue encontrado. El asesino, de acuerdo a la historia oficial, no volvería a matar. Tampoco le enviaría nunca al Señor Lusk aquel cuchillo que le había prometido.

Carta Jack el destripador

H.H. Holmes

Médico de profesión, estafador y asesino serial de “oficio”. Quien hoy es considerado por muchos el primer “serial killer” propiamente dicho de Estados Unidos, y a quienes algunos creen como el hombre detrás del mismísimo Jack el Destripador (pero esa es otra historia), no se vanaglorió de sus crímenes ni dejó ningún mensaje para las autoridades o la opinión pública mientras los cometía, allá por fines del sigo XIX, en Chicago y Filadelfia. Él solo quería enriquecerse, matar y no ser atrapado en el intento. Pero no lo logró: lo detuvieron y terminó siendo condenado a muerte.

Fue entonces, a la espera de su propia ejecución, cuando el Dr. Holmes decidió romper el silencio. Y lo hizo a través de una extensa confesión de puño y letra que fue publicada por varios diarios de la época.

En ella, aseguraba haber matado a 27 personas. Algo que no era cierto: al poco tiempo, se descubrió que muchas de las víctimas que se había atribuido aún seguían vivas, y que otras se las había inventado. No obstante, fue otro fragmento de la misiva el que caló hondo, tanto en ese momento como después.

En el mismo, Holmes afirmaba:

Nací con el diablo en mí. No pude evitar ser un asesino, como el poeta no puede evitar la inspiración para cantar. Nací con el “Maligno” parado a un lado de la cama en la que fui traido al mundo, y ha estado conmigo desde ese entonces.

H.H. Holmes fue ahorcado un mes después de haber escrito esas líneas. Si bien la Policía logró confirmar su autoría en tan solo nueve crímenes, tras los descubrimientos realizados en el “Castillo Holmes” (NdR: un hotel de su propiedad, en el que llevó a cabo la mayoria de sus asesinatos) distintos investigadores sugieren que su prontuario es muchísimo más grande que el que él mismo “reveló”.

HH Holmes carta

El Hachero de Nueva Orleans

Otro de los célebres asesinos en serie jamás identificados de la historia. Estuvo activo en la mencionada ciudad del estado de Louisiana entre mayo de 1918 y octubre de 1919, cuando se detuvo y desapareció sin dejar rastro. Mató a seis personas e hirió a otras seis (la mayoría de origen o ascendencia italiana), todas ellas con un hacha, y sembró el terror en la comunidad.

Fue en pleno y sanguinario raid cuando, en marzo de ese último y mencionado año, escribió la siguiente carta, que fue publicada por los periódicos locales:

El Infierno más caliente, 13 de marzo de 1919

Estimado mortal de Nueva Orleans: el Hachero

Nunca me atraparon y nunca lo harán. Nunca me vieron, pues soy invisible, tanto como el éter que rodea su tierra. No soy un ser humano, sino un espíritu y un demonio del infierno más caliente. Soy lo que ustedes orleanianos y su tonta Policía llaman el Hachero.

Cuando lo crea conveniente, vendré a reclamar nuevas víctimas. Solo yo sé quiénes serán. No dejaré ninguna pista excepto mi hacha sangrienta, chorreante de la sangre y los cerebros de quienes mandé para abajo a que me hagan compañía.

Si quieren pueden decirle a la Policía que tengan cuidado de enfrentarme. Por supuesto, soy un espíritu razonable. No me ofende la manera en que condujeron sus investigaciones en el pasado. De hecho, han sido tan increíblemente estúpidos que no me han divertido solo a mí, sino también a Su Majestad Satánica, Francis Josef, etc. Pero díganles que tengan cuidado. No les permitan tratar de descubrir lo que soy, pues sería mejor para ellos no haber nacido que desatar la ira del Hachero. No creo que haya necesidad de tal advertencia, ya que estoy seguro de que la Policía siempre me evitará, como lo han hecho en el pasado. Son lo suficientemente inteligentes para saber cómo mantenerse alejados de cualquier daño.

Indudablemente, ustedes los orleanianos me consideran el asesino más horrible, y lo soy, pero podría ser mucho peor si lo quisiera. Si lo quisiera, podría visitar su ciudad todas las noches. Podría masacrar a miles de sus mejores (y peores) ciudadanos a voluntad, porque tengo una relación cercana con el Ángel de la Muerte.

Ahora, para ser exacto, a las 12:15 (hora terrestre) del próximo jueves por la noche, voy a pasar por Nueva Orleans. En mi infinita misericordia, voy a hacerles una pequeña proposición. Acá va: como me gusta mucho la música jazz, juro por todos los diablos de las regiones interiores que cualquier persona en cuya casa una banda de jazz esté tocando a todo volumen a la hora que ya he mencionado será perdonada. Si todos tienen una banda de jazz tocando, bueno, mucho mejor para ustedes. Una cosa es segura y es que quienes se atrevan a no jazzear ese específico jueves por la noche (si es que haya alguno) probarán el hacha.

Bueno, dado que tengo frío y extraño el calor de mi Tártaro natal, y es tiempo de que abandone su hogar terrestre, cesaré mi discurso. Espero que publiquen esto, y que les caiga bien. He sido, soy y seré el peor espíritu que jamás haya existido tanto en la realidad como en los reinos de la fantasía.

El Hachero

El jueves 20 de marzo de 1919, a la hora señalada, las pistas de baile de Nueva Orleans se llenaron, y músicos profesionales y amateurs de jazz tocaron en cientos de fiestas en casas de la ciudad. Esa noche, finalmente, no hubo asesinatos.

El Hachero de Nueva Orleans carta

Albert Fish

El Hombre Lobo de Wysteria. El Vampiro de Brooklyn. El Hombre Gris. El Maniático de la Luna. El Cuco. Todos esos apodos le caben (y se quedan cortos) a este pederasta, caníbal y asesino serial de niños estadounidense, activo entre 1910 y 1934. Si bien confesó solo tres crímenes, se cree que, durante ese período, violó, sodomizó y mató a unos cien menores de edad. Fue enjuiciado y, posteriormente, condenado a muerte por el crimen de una sola víctima: Grace Budd, una nena de 10 años. Fish la secuestró, asesinó y devoró en mayo de 1928, pero fue descubierto y atrapado recién a los seis años de ocurrido el aberrante hecho.

En noviembre de 1934, el “serial killer” le envió una carta anónima a la madre de la niña.

Una de las cartas más horrorosas de la historia de la humanidad:

Estimada Señora Budd

En 1894 un amigo mío fue enviado como asistente de plataforma en el barco de vapor Tacoma, el Capitán John Davis. Viajaron de San Francisco a Hong Kong, China. Al llegar ahí, él y otros dos fueron a tierra y se embriagaron. Cuando regresaron, el barco se había marchado. En aquel tiempo había hambruna en China. La carne de cualquier tipo costaba de 1 a 3 dólares por libra. Así tan grande era el sufrimiento entre los más pobres que todos los niños menores de 12 años eran vendidos como alimentos en orden de mantener a los demás libres de morir de hambre. Un chico o chica menores de catorce años no estaban seguros en las calles. Usted podía entrar a cualquier tienda y pedir corte en filete o carne de estofado. La parte del cuerpo desnudo de un chico o chica sería sacada y lo que usted quisiera sería cortado de él. El trasero de un chico o chica, la parte mas dulce del cuerpo, era vendida como chuleta de ternera a un precio muy alto. John permaneció ahí durante mucho tiempo adquiriendo gusto por la carne humana.

A su regreso a Nueva York robó a dos chicos, uno de 7 y uno de 11 años de edad. Los llevó a su casa, los despojó y desnudó, y los ató a un armario. Entonces quemó todo lo que ellos portaban. Varias veces, cada día y cada noche, los azotó -los torturó- para hacer su carne buena y tierna. Primero mató al chico de 11 años de edad porque tenía el trasero más gordo y, por supuesto, una mayor cantidad de carne en él. Cada parte de su cuerpo fue cocinada y comida, excepto la cabeza, los huesos y los intestinos. Fue asado en el horno (todo su trasero), hervido, asado, frito y estofado. El chico pequeño fue el siguiente. Fue de la misma manera. En aquel tiempo, yo vivía en la calle 409 E 100 cercana a la derecha. Él me decía frecuentemente cuán buena era la carne humana, que decidí probarla.

El domingo 3 de junio de 1928, yo le visité en el 406 W calle 15. Le llevé un pote de queso y fresas. Almorzamos. Grace se sentó en mi regazo y me besó. Decidí comerla. Con el pretexto de llevarla a una fiesta, usted dijo que sí, que ella podría ir. La llevé a una casa vacía en Westchester que yo ya había escogido. Cuando llegamos, le dije que se quedara afuera. Ella recogió flores. Subí y me quite mis ropas. Yo sabía que si no lo hacía las iba a manchar con su sangre. Cuando todo estuvo listo, me asomé a la ventana y la llamé. Entonces me oculté en un armario hasta que ella estuvo en la habitación. Cuando ella me vio completamente desnudo comenzó a llorar y a tratar de correr escaleras abajo. La atrapé y me dijo que se lo diría a su mamá. La desnudé. Pateó y me rasguñó. La estrangulé y entonces la corté en pequeños pedazos para poder llevarme la carne a mis habitaciones. La cociné y comí. Cuán dulce y tierno fue su trasero asado en el horno. Me llevó nueve días comer su cuerpo entero. Estaba deliciosa, carnosa y jugosa. No me la cogí, aunque podría haberlo hecho si lo hubiera deseado. Murió virgen.

La misiva fue su perdición. Gracias al sobre de la misma, la Policía logró rastrear al asesino. Fish fue detenido y, un año más tarde, ejecutado en la silla eléctrica.

Albert Fish carta

El Asesino del Lápiz Labial

El caso del Asesino del Lápiz Labial es uno de los más controversiales de la historia de Estados Unidos. A partir de tres crímenes muy distintos el uno del otro, ocurridos en Chicago entre junio de 1945 y enero de 1946, la Policía de esa ciudad determinó que los mismos habían sido obra de un mismo y único asesino serial. Uno muy perturbado a quien, posteriormente, identificaron como William Heirens.

A pesar de múltiples inconsistencias, falta de evidencia, y de que la primera confesión por parte de Heirens fue obtenida bajo tortura, la Justicia determinó su culpabilidad en los tres asesinatos y, por ende, su autoría respecto a uno de los mensajes más famosos y aterradores dejados jamás en la escena de un crimen.

En el cuarto donde Frances Brown, la segunda víctima en cuestión, fue encontrada muerta con un cuchillo clavado en el cuello y una herida de bala en la cabeza, su femicida había escrito con lápiz labial en una pared lo siguiente:

Por el amor de Dios, atrápenme antes de que mate a más.

No me puedo controlar.

William Heirens fue condenado a tres cadenas perpetuas, luego de un acuerdo judicial en el que confesó oficialmente los tres crímenes para evitar una eventual pena de muerte. Pocos días después de su sentencia, un sheriff le preguntó si Suzanne Degnan (su presunta última víctima de 6 años, cuyo cuerpo descuartizado fue encontrado en una alcantarilla) había sufrido antes de morir. Heirens le respondió: “No puedo decirle si sufrió, porque no la maté. Dígale al Señor Degnan que por favor cuide a su otra hija, porque quien sea que mató a Suzanne todavía está ahí afuera”.

El supuesto Asesino del Lápiz Labial murió preso a sus 83 años, luego de 65 años en la cárcel. Es, hasta el día de hoy, la persona que más tiempo pasó en prisión en la historia del estado de Illinois.

Mensaje asesino lápiz labial

Te puede interesar...

Lo más leído

Leé más

Noticias relacionadas

Dejá tu comentario