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Después de 20 años, la pasión por el judo los vuelve a unir y no les preocupa la edad

Un grupo de veteranos neuquinos se puso nuevamente el cinturón negro. Sueñan con el torneo nacional.

Algunos debieron ponerse a dieta y otros acomodar la rutina con sus familias, pero la mayoría dijo presente cuando el profesor Marco Lino los convocó a usar el cinturón negro una vez más. Así nació el equipo "Judokas Veteranos Neuquén", con deportistas que rondan los 45 años y volvieron a entrenar después de una pausa de dos décadas.

El año pasado, con el grupo ya consolidado, se anotaron para participar en su primer torneo nacional y la pandemia les frustró el viaje. Sin bajar los brazos, retomaron las prácticas durante el verano, con ganas de tener su revancha en la fecha de este año, programada para mayo.

Entre los veteranos, hay judocas de 32 a 54 años. La mayoría ronda los 45. Muchos llevaban más de dos décadas sin pisar el tatami de entrenamiento. Además de prepararse para competir, el grupo comparte anécdotas de su adolescencia y los viajes que realizaron por el país como embajadores del judo neuquino.

"Armé el grupo porque quiero seguir como veterano; empecé a juntar a algunos en mi gimnasio, después presenté el proyecto en la Federación y ellos nos habilitaron el centro para los entrenamientos", contó Marco.

La pasión por el judo los vuelve a unir

Explicó que él conocía a unos cuantos ex judocas porque fue técnico de la selección neuquina durante 14 años, "así que convoqué a los que pude, se echó a correr la noticia y fueron apareciendo los demás semana tras semana".

"Al principio, estaban excedidos de peso y fue volver a tener la práctica de cuidar el cuerpo, entrenarse y seguir esta filosofía de vida, porque hay quienes vienen a disfrutar del judo y otros a competir o terminar la carrera con el cinturón negro", detalló.

Comentó que los primeros meses "fueron un trabajo de preparación física con médicos, kinesiólogos y nutricionistas junto a Deportes de la Provincia, con pruebas antropométricas y todo", porque tenían que estar en condiciones para un deporte de combate como el judo, de gran exigencia física.

La pasión por el judo los vuelve a unir

"El 21 de marzo de 2020, era una fecha importante para nosotros porque teníamos nuestro primer nacional con un equipo grande, cerca de 30 competidores; íbamos a viajar a Mar del Plata y justo dos días antes se cortó todo", recordó.

La pandemia los obligó a hacer una pausa y regresar cada cual a su casa. Continuaron en contacto por redes sociales y, al llegar la primavera, consiguieron autorización para ejercitarse con distancia social al aire libre.

Recién con el verano, les permitieron volver a entrenar. Van con el judogi (el traje cruzado característico de la disciplina), su cinturón y el barbijo, que se volvió parte del uniforme. Algunos todavía no regresan. "Hay quienes tienen temor, pero los que queremos competir no podemos esperar", acotó Marco.

La pasión por el judo los vuelve a unir

-> Inspirados por una leyenda

Marco Lino contó que se acercó al judo de muy chico, "tenía ocho años y era una cuestión de curiosidad porque era algo nuevo en el barrio y vivía a la vuelta del club, el ex Deportivo Limay, y a partir de ahí seguí toda la carrera".

Recordó que, "en esa época, el más conocido era Bruce Lee, que era una leyenda y pasaban sus películas, y por él nos metimos al judo muchos".

Comentó que es frecuente que los asocien con el karate, por tratarse de dos artes marciales japonesas, pero el judo es distinto.

En esta disciplina de arte marcial no hay patadas voladoras ni puñetazos furiosos, la fuerza se mide en el agarre y el torneo se define con estrategia, en un combate donde el objetivo es cansar al rival.

La pasión por el judo los vuelve a unir

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