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Dos hermanas que se animaron al diseño para disfrutar del aire libre

En sus redes ofrecen alpargatas con estilo y lonas en formato familiar, que ellas mismas confeccionan, para reconectar con el río, el lago o la playa.

Para Rosalí y Estefanía Esteves, la pandemia de coronavirus fue un freno, pero también un empujón. En el período más estricto de aislamiento, y a fuerza de extrañarse, las dos hermanas se decidieron a crear un emprendimiento que las volviera a reunir y así le dieron vida a Terranas, un proyecto que busca llenar de diseño las tardes al aire libre.

Aunque el proyecto dio sus primeros pasos a partir de la reventa de alpargatas de diseño, las jóvenes sumaron luego su propia impronta con diseños propios. Crearon lonas impermeables y extra grandes para la playa o el río, que se pueden reinventar como alfombras coloridas para generar espacios de juego dentro del hogar.

Las dos viven en Centenario y sacaron provecho del aislamiento social para reconectar con sus hijos. Estefanía trabaja en el hospital local y tiene tres chicos; Rosalí, que es madre de dos, había renunciado en marzo a su trabajo en el Concejo Deliberante y aprovechó la pandemia para hacer proyectos por su cuenta y acompañar a sus nenas en la escolaridad virtual.

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“Estábamos acostumbradas a vernos muy seguido y el tiempo libre lo usábamos para llamarnos y así pasar el rato”, describió Rosalí, una de las socias de Terranas. “Ni bien se permitieron las reuniones de diez personas, juntamos a todos los primos a jugar al aire libre”, detalló.

Como las hermanas provienen de una familia de chacareros y aún conservan una pequeña bodega familiar en Centenario, su infancia y su juventud siempre transcurrió en contacto con la tierra. Más tarde, sus hijos heredaron el mismo amor por la naturaleza, y ahora conforman una nueva generación de amor fraterno y tardes de encuentro bajo el sol.

Rosalí y Estefanía supieron interpretar las nuevas necesidades que trajo la pandemia. “Mucha gente estaba buscando algo cómodo para quedarse en casa y, en el caso de los chicos, muchos no habían renovado las zapatillas que les iban quedando chicas”, dijo la emprendedora y agregó: “Vimos que en la zona no se conseguían alpargatas con algún detalle distinto y buscamos en el mercado hasta conseguir estos modelos más novedosos”.

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Las dos invirtieron sus ahorros en la compra de los primeros pares, que vienen en gran variedad de talles y en formato unisex, y se lanzaron a la venta sin demasiada publicidad, apenas armadas con un perfil de Facebook y otro en Instagram. “La gente nos compraba y se sorprendía al saber que el proyecto era nuestro”, expresó Rosalí.

La emprendedora destacó las ventajas de sus alpargatas, que se consiguen por precios que van de los 1200 a los 1500 pesos y permiten tener un calzado cómodo para estar al aire libre. “Y, como son de diseño, también quedan lindas con un jean y hasta permiten salir a tomar algo usándolas, como hacen algunas amigas nuestras”, indicó.

La omnipotencia de la comodidad, que se traslució en plena cuarentena, motivó a muchos neuquinos a cambiar los pantalones de vestir por las prendas de algodón. También resurgieron los pijamas, las pantuflas. Y las alpargatas de Terranas.

“Cuando llegó el verano, y como siempre nos dimos maña con la costura, nos animamos a pensar algo más propio”, informó Rosalí. Al principio, compraron las primeras telas impermeables en Centenario y se largaron a la confección de lonas en tamaño familia. La propuesta fue bien recibida y ahora elaboran lonas en distintos tamaños y formatos con telas que compran por mayor.

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“Para diferenciarnos de las lonas que ya se consiguen en la zona, hicimos propuestas de tamaño familiar; algunas son de 1,5 metros por 2 metros, y permite que se siente toda la familia o que los chicos puedan merendar o pintar en el piso”, dijo la emprendedora. Ella y su hermana son las encargadas de elegir los colores y los detalles de diseño.

“Empezamos cosiendo nosotras y después sumamos a una chica que se encarga de la confección”, dijo y agregó: “Las hacemos reforzadas, con doble tela, y lo mejor es que se lavan fácil en el lavarropas y se secan rápido para poder usar otra vez”.

Gracias a la flexibilización de la cuarentena y las recomendaciones de boca en boca, cada vez son más los clientes que las eligen para pasar una tarde a la orilla del río, para una escapada al lago o un viaje a la playa. En el suelo o en los pies, los productos de Terranas acompañan a la gente en su contacto con el entorno natural.

Aunque la llegada del frío podría interrumpir su flujo de ventas, Rosalí confía en la posibilidad de que estos productos se adapten a nuevos climas. Así, propone las alpargatas como un calzado de entre casa y asegura que las lonas también pueden convertirse en alfombras para generar un espacio lúdico para los niños, que se arman sus casitas o sus pequeños rincones de juego dentro del hogar.

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A futuro, sin embargo, también proyectan elaborar nuevas ideas para que el diseño renueve el entusiasmo de los niños por quedarse en casa. “Sabemos que la escolaridad ahora se viene con dos semanas en la escuela y dos semanas en casa, así que pensamos en algo que motive a los chicos a hacer las clases por Zoom”, explicó.

Junto con Estefanía planearon la confección de batas de polar para que los chicos estén abrigados dentro de casa. La idea es agregar un toque de diseño que los motive a atravesar la modalidad virtual, que se hace cada vez más tediosa ante la ansiedad de volver a clases. Por eso, estiman que muy pronto aparecerán propuestas nuevas en sus redes sociales.

Aunque comenzaron a través de la reventa, las hermanas lograron generar nuevas alternativas de diseño en la región gracias a Terranas. “A Estefi siempre le había gustado la ropa, y solía comprar cosas de más para revender; yo nunca me había animado”, dijo Rosalí y agregó que “haber dado este paso nos ayudó a valorar todavía más el trabajo de los emprendedores, que le ponen mucho amor a lo que hacen”.

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La joven animó a otros neuquinos a animarse a dar ese primer paso en el mundo emprendedor. Aunque las hermanas aún viven de otras fuentes de ingresos, Terranas se convirtió en un punto de encuentro para las dos y en un hobby que les permite explorar su gusto por la moda y el diseño. También, les permite generar un nuevo aporte a su economía familiar.

“Desde que comenzó la pandemia, todos nos volcamos un poco más a comprar a los productores locales, a elegir productos de las ferias”, dijo Rosalí y cerró: “Y también hay mucha gente que, como nosotras, se animó ahora a emprender”.

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