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El barrio Villa Ceferino es la villa narco de Neuquén

Hay 10 kiosquitos que manejan grupos familiares. Disputas por el territorio y mejicaneadas son moneda corriente.

Guillermo Elia
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NEUQUÉN 
Villa Ceferino es un barrio abandonado a la buena de Dios y los narcos. En 15 cuadras a la redonda funcionan 10 kiosquitos de venta de droga que tienen como principales clientes a los jóvenes del sector.
Cada punto de venta mueve entre 10 mil y 15 mil pesos diarios. Todos cuentan con soldaditos que son los pibes que vigilan, distribuyen y disparan, de ser necesario, para defender su territorio o evitar las mejicanedas, como se les dice en la jerga narco a las irrupciones armadas de otros bandos para robar droga, que son cada vez más frecuentes.
Desde fines de los ‘90 Villa Ceferino es una zona que quedó a merced del manejo de las bandas. La barriada, que tiene más de 40 años, presenta una compleja geografía propia de haberle ganado espacio a la meseta, pero en forma desorganizada. Entrar es sencillo y salir puede representar un dolor de cabeza, aunque de noche solo se mueven los pibes del barrio mientras que los vecinos, atados a la realidad de las bandas narco que pueblan el sector, optan por encerrarse.
Ir con un GPS a buscar una dirección es un absurdo. Todavía hay calles que no figuran en el mapa. Hay callejones sin salida, subidas y bajadas pronunciadas que no se sabe dónde desembocan. El carente alumbrado público deja al barrio en penumbra. En ese escenario, los pibes, que son manejados por los narcos, ganan las calles y dirimen a los tiros su poder territorial.
La crítica situación de Villa Ceferino quedó al desnudo durante el juicio que se sigue a Matías Montecino y Matías Jaramillo por el crimen de Rodrigo Gallardo, de 11 años, ocurrido en septiembre de 2013, en medio de un ajuste de cuentas entre soldaditos que responden a dos bandas antagónicas.
“Los Jaramillo y los Gallardo no son bandas, lo que sí, les responden a los Gitanos y a los Caciques, que son los que manejan drogas y armas”, explicó el miércoles un pesquisa de la Policía neuquina que atestiguó ante el jurado popular, que deberá definir la culpabilidad o no de los dos imputados.
Durante la audiencia se brindaron datos que fueron relevados por LM Neuquén, chequeados y cruzados con otras fuentes que ayudaron a configurar el mapa de la droga en la compleja barriada.
Villa Ceferino y su área de influencia: parte del barrio Islas Malvinas y Bardas Soleadas, integran el centro del accionar narco a tan solo 30 cuadras del monumento a San Martín, en pleno centro neuquino.
La información relevada demuestra que hay 10 kiosquitos de venta de droga que manejan grupos familiares y que están funcionando en la actualidad: los Gitanos, los Caciques, los Rosarinos, los Hueveros, los Seguel, el Turco, la Gorda, el René, la Chonchona y la Bolita.
A estos puntos de venta se les suman unos ocho puestos ambulantes que van rotando por estas y otras barriadas de Neuquén.
“Acá cada uno tiene su sector definido y cuando se traspasa se arma la cagada”, confió una fuente bajo absoluta reserva.
Es común que haya enfrentamiento entre narcos a los que, al enterarse de que otro recibió un cargamento, los quieran mejicanear. Para evitar estos golpes, han optado por recibir entre 1,5 y 2 kilos de droga cada dos días.
La intensa actividad requiere de vigilancia permanente, ahí entran en juego los soldaditos a los que les proveen armas. 
De hecho, la mayoría de los narcos tienen algo en común, se manejan con “el Edu”, conocido como el armero de las bandas (ver recuadro).
Cautivos y en riesgo
En el área de influencia de los narcos hay 10 establecimientos educativos que tienen, en promedio, una matrícula de 500 chicos. En esas aulas también se cruzan los soldaditos de estos bandos, algunos consumidores y potenciales clientes.
“Todo la villa es una zona de riesgo para los pibes”, confió la fuente.
Los kiosquitos comercializan cocaína y marihuana, ya sea mediante delibery, pasamano en la calle o directamente en la casa. “Calculá que por día mueven entre 10 mil y 15 mil pesos cada uno de estos kiosquitos”, estimó el informante la magnitud del negocio.
El valor promedio de la droga que manejan en el sector es de 150 pesos la piedra de marihuana y 300 pesos los dos gramos de cocaína. “La estiran con psicotrópicos y bicarbonato de sodio. Pero todo depende de la cara del cliente. Si ven que viene un pendejo que está puesto le sueltan la bolsita estirada, pero si es alguien que sabe le dan de la buena”, detalló.
Ingresan la droga a Neuquén por Río Negro y Mendoza. “La cocaína la entran por los puentes. Viene de Cipolletti y Allen. La marihuana hace un tiempo la traen de Mendoza”, concluyó el informante.
 
El Edu es el armero de las bandas: arregla, alquila y empeña sin miramientos  
Neuquén
Le dicen “el Edu”, tiene 24 años y vive en Villa Ceferino. Más conocido como “el armero de las bandas”, el joven arregla, alquila y empeña armas a los soldaditos de los narcos.
El Edu comenzó su actividad cuando tenía 16 años, a espaldas de sus padres, que son asiduos concurrentes a la iglesia evangélica. “Está acostumbrado a manejarse con todas las bandas, los Santana, los Champú, los Menducos, el Kikín Sotelo y otros”, enumeró un informante.
El armero es de profesión tornero: cuando alguna de las bandas tiene un “fierro” que no anda se lo llevan y el Edu les hace, si es necesario, las piezas que faltan y lo deja en condiciones de uso.
Pero no sólo arregla, también alquila, vende y empeña por plata, motos o parte del botín.
La situación judicial del armero es sumamente complicada. Quedó atado al crimen de Rodrigo Gallardo, perpetrado en septiembre de 2013, por encubrimiento. 
Se sostiene que fue quien proveyó la pistola 9 milímetros utilizada a cambio de una moto Mondial gris. Al salir a la luz el homicidio, habría mandado a guardar la 9 en una toma del oeste donde se creía que estaba enterrada, pero no apareció.
Días después, un gesto de un pesquisa que lo llevó hasta el hospital a ver a su esposa, que acaba de dar a luz, ablandó al armero, que a las pocas horas y en el interior de un buzo negro entregó en la Comisaría tercera al fiscal Ignacio Di Maggio la pistola utilizada para matar a Rodrigo. Sólo se limitó a decir: “Con ésta lo mataron al pibe. Ahora investiguen ustedes”.
La 9 mm había sido robada a un efectivo policial en el jurisdicción de la Comisaría tercera dos semanas antes del crimen. El armero admitió haberla comprada por 1.200 pesos al joven que la robó.
El Edu sabe que podría terminar en prisión, pero hasta la fecha no reveló quién disparó el arma la noche del homicidio de Rodrigo Gallardo.
Actualmente, se comunica con cierta frecuencia con la Policía para pedir que le resguarden la familia porque temen que maten a alguien en un ajuste de cuentas.

Los narcos
Así se distribuyen el negocio en la villa

Caciques. Son los que más soldaditos manejan. Venden marihuana y cocaína. Están enfrentados a muerte con los Gitanos.
 
Gitanos. Han quedado bajo el mando del Turquito, que maneja muchos fierros. La cocaína es el fuerte de su negocio.
 
René. Le dejó el negocio a un familiar. Está prófugo desde la caída de la banda narco que lideraba Alejandro Díaz desde la cárcel de La Pampa. Dos policías neuquinos estaban arreglados por los narcos.
 
Hueveros. Venden marihuana y operan de Combate de San Lorenzo hacía el oeste. Están enfrentados con los Rosarinos.
 
Rosarinos. Se manejan de Combate de San Lorenzo para el este. Venden marihuana. Les quemaron la casa por invadir territorio.
 
Chonchona. Son oriundos de General Roca y comercializan cocaína que traen de Río Negro. Se dedican a trabajar de albañiles.
 
El Turco. Se ha desprendido de los Caciques y vende marihuana. La  pareja del Turco estuvo el día en que acribillaron a Gastón “Bin Laden” Soazo por una mejicaneada.
 
La Bolita. Le dicen así porque es una mujer gorda y morocha que hace pasamanos en Mascardi y Avenida del Trabajador. Vende marihuana y tiene banca de unos paraguayos.
 
La Gorda. Tiene una verdulería en el límite con el barrio Progreso que usa de pantalla para vender droga. El negocio le quedó a cargo tras el asesinato de su marido en un ajuste de cuentas narco.
 
Los Seguel. Operan en el denominado barrio de los docentes, Bardas Soleadas, donde comercializan marihuana.
 

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