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El hombre de los mil oficios que quiso ver crecer a Caviahue

Sebastián Cárdenas. Un histórico trabajador de la Dirección de Termas en Copahue.

Oriundo de Loncopué, el desarrollo y despegue de las termas de Copahue le permitieron forjar un horizonte. Cárdenas fue testigo del paso de numerosas personas que encontraron trabajo durante la época de temporada termal.

Las personas son las huellas que dejan en la vida de los pueblos. Esas huellas que se caracterizan por estar repletas de pasión y dedicación por el lugar que habitan y que en algún momento les dio el cobijo y el amparo necesario para pararse en la vida y fortalecer a sus familias. Es la historia de Sebastián Cárdenas, el hombre de los mil oficios y una sola obsesión: ver crecer siempre a Caviahue y su querido complejo termal de Copahue.

Tiene las manos llenas de trabajo y esfuerzo, de antes y de ahora. Sus pies anduvieron los caminos donde había todo por hacer y hoy donde la modernidad les ha dado una gran mano a los distintos procesos laborales. Don Cárdenas es de los tiempos donde se abrían los caminos a hombro y al ritmo de las palas, también es de los tiempos donde la maquinaria vial cumple igual función con menos sacrificios y más celeridad. El trabajador de termas ha atravesado todos los tiempos y aún hoy sigue erguido cuidando cada detalle, cada trabajo de mantenimiento, mejoramiento y ampliación de la villa termal.

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El volcán Copahue es nuestro faro, nuestro guía y nuestra fuente de energía. A él le debemos todo”. Sebastián Cárdenas. Trabajador de Termas en Caviahue-Copahue.

Sus pies anduvieron los caminos donde las dificultades eran el factor común y también en aquellos donde aparecían las soluciones gracias al empeño, ingenio y creatividad de los primeros trabajadores que prácticamente dedicaron su vida entera al crecimiento de las termas. Don Cárdenas es uno de ellos. De esos hombres y mujeres que en los primeros años del complejo batallaron contra todas las contingencias.

“Soy de Loncopué y hace 36 años vivo en Caviahue”, resume su hoja de vida don Cárdenas. Agrega a continuación: “Empecé trabajando en la parte de servicios generales del Entre Provincial de Termas, fui temporario un año y después ya me quedé en planta permanente”. Estas son las palabras que resumen su faceta laboral en este organismo.

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“He visto todo lo que se ha esta do haciendo durante un montón de años. He visto pasar mucha gente. Por ejemplo, en este edificio donde funciona el Cearart, la primera función que tuvo fue ser un centro de esparcimiento”, relata. Haciendo gala de una buena memoria, prosigue: “Aquí había una confitería, mesas de pool y una mesa de billar. Se hacían campeonatos de truco”.

Sus recuerdos también vincularon a esta infraestructura con la historia educativa del lugar. “En este lugar se armó el primer jardín de infantes cuando comenzó a marchar el establecimiento escolar de Caviahue. Aquí habían unos seis niños, los cuales los cuales hoy ya deben tener familia”, sostiene.

La historia de Caviahue y Copahue desde siempre se entretejió con la vecina localidad de Loncopué, por cuestiones comerciales, familiares, trámites y actividades varias. Muchos de los habitantes de villa turística son oriundos de aquella localidad. “Yo nací en Loncopué el 26 de agosto de 1962, estudié un poco, hice el servicio militar en Covunco, trabajé un tiempo en la parte privada hasta que salió un concurso en Termas que era para la parte de Patrimoniales, me presenté un 5 de febrero de 1985 a las 9 de la mañana”, rememora con asombrosa precisión.

La gran oportunidad

Don Cárdenas recuerda que él ya había trabajado algunas temporadas en la villa termal como personal eventual, pero a aquel concurso o tomó como una verdadera oportunidad para lograr la ansiada estabilidad laboral.

“Yo ya había hecho unas temporadas, así que ahí era la posibilidad para quedarme trabajando más seguro en la villa”, recuerda.

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También se le vienen en palabras los recuerdos de aquella “cita laboral”. “Fui, estuve ahí un par de horas y me preguntaron un montón de cosas de las que sabía y de las que no”, comenta. Se fue a su casa con la esperanza en la mano de que podía conseguir el trabajo, y por fortuna así fue.

“Al otro día me llamaron a las 7 de la mañana diciendo que me tenía que presentar a trabajar y desde ese momento estoy acá”, relata con un gran orgullo que le trastoca el corazón.

Desde entonces cuenta que ha visto pasar un montón de cosas, muchos compañeros de trabajo con los cuales afianzó una gran amistad.

Asimismo, dice que recuerda con admiración y respeto a los compañeros que se han jubilado y aquellos que han partido al cielo.

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