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El quiropráctico neuquino que busca desterrar mitos sobre la disciplina

Asegura que un buen ajuste vertebral puede potenciar al sistema nervioso para mejorar de manera rotunda la calidad de vida.

Santiago Ambort es uno de los pocos quiroprácticos del Alto Valle, y usa sus consultorios de Neuquén y Cipolletti para desterrar la desinformación en torno a esta práctica y confirmar que los ajustes que ofrece pueden generar un cambio rotundo en la calidad de vida de sus pacientes.

Aunque la práctica de la quiropraxia lleva casi 130 años en el mundo, Argentina dio sus primeros pasos en ese universo recién hace tres décadas. En Argentina hay apenas 700 quiroprácticos y muchos combinan su actividad con su trabajo regular como kinesiólogos, lo que suele confundir a los pacientes que requieren de este tipo de cuidados.

Si bien los quiroprácticos deben estudiar kinesiología primero, las disciplinas presentan grandes diferencias. “No es un tratamiento sino un hábito de cuidado, que empieza con sesiones más intensas, dos veces a la semana, hasta quedar sólo como un mantenimiento”, expresó el profesional.

Ambort se graduó como kinesiólogo en la sede cipoleña de la Universidad de Mendoza, y luego se trasladó a Buenos Aires para estudiar la especialización en el Instituto Universitario Quiropráctico Argentino de la Fundación Quiropraxia para Todos, que busca fomentar el estudio de esta carrera y el número de consultas en esta disciplina.

Para muchos, la quiropraxia es una herramienta para eliminar dolores en la espalda, ya que su foco de atención está en la columna vertebral. Sin embargo, Ambort explicó que la disciplina trabaja para mejorar la conexión entre el cerebro y el resto del cuerpo humano, con el objetivo de que el sistema nervioso funcione a su máximo potencial.

“Todas las actividades que hacemos en simultáneo, además de la respiración y los latidos del corazón, están controladas por el cerebro, la médula y las terminales nerviosas”, dijo Ambort y agregó: “Apenas sentimos un 10% de todo lo que pasa en nuestro cuerpo y que nuestro sistema nervioso controla”.

Una buena comunicación entre el sistema nervioso y el resto del organismo puede mejorar la calidad de vida en todos los aspectos. Reducir dolores, bajar los efectos del estrés y hasta dormir mejor pueden depender de los ajustes que haga un quiropráctico en la columna vertebral.

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¿En qué consisten las consultas? Ambort explicó que cada encuentro incluye una reunión preparatoria para explicar los alcances de la disciplina. Luego se hace una evaluación del funcionamiento del sistema nervioso a través de un aparato específico, que es el único instrumento que usa el profesional además de sus manos. Finalmente, el paciente se acuesta boca abajo y recibe los ajustes por parte del quiropráctico, que corrige las subluxaciones en la columna vertebral.

“No buscamos escuchar el sonido a huesos, a veces los ajustes son muy suaves y con un pequeño ajuste podemos lograr un cambio rotundo en la conexión con el resto del cuerpo”, afirmó Ambort, que aclaró que algunos de sus pacientes llegan a su consultorio porque duermen apenas dos horas cada noche, y logran ajustar el sueño ya desde las primeras sesiones.

“La quiropraxia no es un tratamiento sino un hábito de cuidado, que tiene fecha de inicio, pero no tiene fecha de fin”, dijo el profesional y aclaró que, a diferencia de otras disciplinas, no usa medicamentos y no busca resolver síntomas superficiales sino potenciar la conexión entre el sistema nervioso y el resto del organismo.

En cada consulta, Ambort teje un vínculo especial con sus pacientes, que llegan aquejados por distintas dolencias. “Muchos vienen por problemas de espalda, pero también hay personas que pasaron por todos los médicos y ya no saben a quién más recurrir”, detalló y agregó que muchos se sorprenden al notar que unos simples movimientos en la columna pueden ocasionar cambios profundos en su vida diaria.

“Uno de mis primeros pacientes era un camionero que hacía viajes muy largos hasta Paraguay, después de la primera sesión volvió a contarme que ya no le dolía la rodilla al caminar, y nunca me había planteado que le dolía la rodilla en esa sesión”, expresó. Aunque ese problema puntual no fue el objeto de la consulta, Ambort detalló que el mejor equilibrio entre el sistema nervioso y el resto del organismo pueden conseguir cambios que, a simple vista, parecen milagrosos.

Si bien la quiropraxia es una práctica extendida en otros países, aún no hay una carrera universitaria en Argentina que la avale como una profesión en sí misma, por lo que sólo se puede cursar como una especialización de kinesiología. Por ese mismo motivo, los cuidados que propinan los quiroprácticos no están cubiertos por las obras sociales más masivas. “Nosotros hacemos una factura para que el paciente pida un reintegro, pero sólo las prepagas más costosas lo reconocen”, afirmó.

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A pesar del costo de las sesiones, hay personas que concurren a las visitas de manera periódica desde hace años, porque pudieron comprobar en carne propia los efectos de estos ajustes en las vértebras. La actividad incluso es demanda por los deportistas, que saben que el cuidado de un quiropráctico puede potenciar su capacidad física y prevenir lesiones posteriores.

Ambort aseguró que el perfil de los pacientes que llegan a sus consultorios de Cipolletti y Neuquén es muy variado. Hay bebés de apenas unos meses y personas mayores de 90 años, aunque cada vez se nota más la presencia de jóvenes que no tienen síntomas visibles pero que lo visitan porque quieren mejorar el estado general de su salud.

Para él, es fundamental acudir a su práctica sobre todo antes de que aparezcan síntomas, para ganar tiempo en la posibilidad de ajustar y lograr que el sistema nervioso funcione al máximo de su potencial. Según detalló, los cuidados se extienden más en el tiempo cuando los pacientes llegan con un cúmulo de síntomas superpuestos a los que otros profesionales no encontraron solución.

La mayoría de las consultas llegan de parte de personas con dolores o molestias corporales, así como aquellos que tienen problemas para conciliar el sueño. Sin embargo, y a partir de la pandemia de coronavirus, se incrementaron los casos de pacientes que presentan síntomas por situaciones de estrés, que causaron problemas posturales y otros síntomas visibles.

“Muchos llegan pensando que tienen una molesta o no se pueden levantar de la cama por una cuestión de la edad, o creen que es algo pasajero que ya se le va a pasar”, dijo el quiropráctico y agregó: “Hay otros que llegan cuando ya no se pueden agachar a ponerse los zapatos”.

Por la falta de profesionales dedicados a esta tarea, el propio Ambort viaja de manera frecuente a General Roca para atenderse con un quiropráctico de esa ciudad, que realiza los ajustes en su columna con el objetivo de potenciar al máximo la capacidad de su organismo.

Para fomentar la presencia de especialistas dedicados a esta actividad, la Fundación Quiropraxia para Todos busca convertir la formación en una carrera universitaria independiente, que incremente la presencia de profesionales y los separe del resto de los kinesiólogos. Así, se busca darle más entidad a la tarea.

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