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La Mañana radioaficionados

En la era de la web, dan la vuelta al mundo en radio

En Neuquén hay 100 radioaficionados. Están disponibles para ayudar.

Ana Laura Calducci
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NEUQUÉN
En una época en la que hay más perfiles sociales que personas, todavía quedan neuquinos que eligen navegar sin internet. No necesitan satélites ni cables: llevan su voz por el mundo a través de ondas electromagnéticas. En la ciudad, son más de 100 radioaficionados. Y todos saben que lo suyo es más que un pasatiempo. Durante las catástrofes, cuando las comunicaciones modernas fallan, ellos pasan días enteros junto al micrófono para unir familias y pueblos.

La pasión no es sólo por la tecnología; la solidaridad es una de las mayores virtudes de los radioaficionados de todo el mundo.

Muchos empezaron de chicos, indagando en los secretos de un walkie-talkie o por un aficionado conocido. En el Radio Club Neuquén la mayoría peina canas, pero también hay adolescentes que piden asociarse.

700 dólares es el precio de un equipo para iniciarse como radioaficionado.

Empiezan como “novicios”, con una frecuencia limitada. Después van subiendo de categoría con el tiempo, los cursos y la acumulación de tarjetas QSL, pequeñas postales que intercambian por correo después de una conversación. Cada colección cuenta la historia de su dueño.

En los cursos aprenden tanto la técnica como los códigos internacionales. “Son siglas con las que podés hablar con un ruso o un japonés y entenderte”, explicó Manuel Pérez, uno de los referentes del club.

Comentó que, hasta hace poco, los socios “se encerraban en su casa a hacer radio”, pero un volcán inquieto les demostró que dominan una forma de comunicación estratégica, indispensable cuando las luces de las pantallas se apagan.

“La erupción del Puyehue fue un cambio para nosotros porque, a los pocos minutos, no había teléfonos ni nada; ahí un radioaficionado de La Angostura empezó a contactarse y el Gobierno se dio cuenta de que podíamos ayudar”, recordó.

Rubén Valoni, también portavoz del club, dijo que otro hito fue el terremoto de Chile del año pasado. Como buenos radioaficionados, varios se prendieron al micrófono apenas sintieron los temblores en Neuquén. Por eso, esa vez no los fueron a buscar, ellos se ofrecieron.

“El cónsul directamente puso un cartelito en la puerta que mandaba la gente acá a averiguar por sus familiares”, relató. En pocas horas, tenían una fila esperando y hubo quienes pasaron casi una semana sin dormir, pero se olvidaban del cansancio al escuchar a los colegas del otro lado de la cordillera. Los radioaficionados son personajes fuera de lo común, afirman. Suelen tener en sus casas un cuarto exclusivo para el equipo de radio, donde también acumulan reliquias de museo que siguen funcionando.

Manuel observó que la radiofonía es un antecedente del chat y las redes sociales, pero con más posibilidades de innovar, de sorprenderse. “Por eso somos fanáticos, tenemos fortunas en equipos que nunca tiramos y nos pasa de ponernos a las 10 de la noche y que se hagan las 8 de la mañana hablando”, contó.

Con los años, van sumando amigos de todo el continente, a quienes conocen sólo por la voz. Lejos de las selfies y los videos virales, los socios del club neuquino tienen en claro qué los une: “Que la magia de la radio no se pierda”.

Recursos
Código Q, un idioma global

El Código Q es un recurso que usan los radioaficionados de todo el mundo para optimizar y abreviar el lenguaje en las comunicaciones.

Piratas del dial

No todos los radioaficionados tienen licencia. Algunos son clandestinos, transmiten sin habilitación y sin respetar los acuerdos de buenas prácticas. Además, hay otro grupo importante en el dial conocido como “oncemetristas”, que aprovechan la banda comercial fuera de uso y no necesitan permiso.

Gustavo Iturrioz, socio del Radio Club Neuquén, explicó que los clandestinos son menospreciados por no seguir las reglas de uso del espectro. Además de la licencia, existe un compromiso entre los aficionados de no conversar sobre economía, política ni religión, para no caer en discusiones subidas de tono, y tampoco hablar mal de un colega.

Para el que tiene papeles, la licencia es su segundo nombre. Es la identificación que usa con cada nuevo contacto.

Hoy es posible conocer a una persona a partir de su licencia, gracias al sitio web QRZ.com, la base de datos de radioaficionados más completa del mundo.

Anécdotas
Banda mágica, un lugar donde todo puede suceder

El atractivo de las conversaciones por radio está en la posibilidad de explorar el planeta sin saber a ciencia cierta a quién se encontrará del otro lado. Gustavo Iturrioz es un radioaficionado local que incursionó en una porción del espectro donde esta incertidumbre llega a su máxima expresión. Se la conoce como “la banda mágica”.

Explicó que “le dicen así porque estás esperando y en un momento… ¡bum! Se abrió la banda y empezás a escuchar estaciones de Centroamérica, Estados Unidos y, de acuerdo con las condiciones, también Europa”. Indicó que “podés estar 15 o 20 minutos, que escuchaste mucha información, y de repente se corta como apareció, como si hubieran apretado un botón, y a lo mejor estás 6 u 8 meses para volver a comunicarte”.

Gustavo recuerda que su mejor conversación fue acá nomás, en la ciudad. Recordó que pasó hace mucho: “Cuando mi mujer estaba embarazada y yo trabajaba en el río Neuquén pero tenía siempre el equipo de radio en el auto porque no existían los celulares; me acuerdo siempre el momento, a las 7 de la mañana, en el que me avisó que había roto bolsa”.

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