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La Mañana Historia

Enero, mes de San Sebastián y El Gauchito Gil: sus historias y mitos

Dos santos venerados por miles de fieles tienen sus celebraciones en el primer mes de año.

A los costados de las rutas suelen verse coloridos altares, en los que la gente se detiene a venerar a un santo, a suplicarle la concesión de un favor divino, o bien, a tributarle el agradecimiento correspondiente a una promesa otorgada.

Son sitios de veneración, en que los mismos promesantes, erigen en torno a la figura de un santo y que se convierten con el tiempo, en lugares de visita de otros fieles. Depositan en ellos todo tipo de objetos, que a modo de ofrenda representan la gratitud de haber sido escuchado en sus súplicas, desde flores y patentes de auto hasta prendas de vestir y los yesos que cubrieron fracturas o dolencias que sanaron.

La mayoría de los altares que encontramos en nuestra región son mayoritariamente dedicados a San Sebastián, Ceferino Namuncurá, La Difunta Correa y el Gauchito Gil. Estos sitios de veneración que se construyen en torno a estas figuras se llaman ermitas un término que proviene de las primeras épocas del cristianismo en las que existía una práctica devocional que adoptaban algunas personas a las que se las llamaba ermitaños.

Estos ermitaños abandonaban la vida pública, para retirarse a vivir en penitencia en ámbitos agrestes y que construían precarias construcciones para habitar. La gente solía peregrinar para visitar a estos penitentes a los que consideraban que, por su condición, estaban más cerca de Dios, incluso después de la muerte de los ermitaños, ya que el mismo lugar que estos habían habitado se presumía sagrado.

Así pues, podemos rastrear esta práctica devocional hasta los primeros siglos del cristianismo que ha perdurado, aunque con algunos cambios. En nuestra región adopta características particulares debido a nuestra historia.

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San Sebastián y Ceferino Namuncurá

Si bien distintas ermitas comportan características similares, existen diferencias notables en cuanto a las figuras que en ellas se veneran. San Sebastián y Ceferino Namuncurá están reconocidos dentro del Santoral de la Iglesia Católica. San Sebastián es un Santo y Ceferino es un Beato que va en camino de serlo.

El proceso católico de santificación está debidamente estipulado por reglas y pautas canónicas. En el sentido formal del término “Santo” se refiere a una persona, cuya vida se ajusta con fidelidad a los preceptos cristianos. Cuando una persona reúne las debidas condiciones y a través de muchas instancias, en las que se determina oportunamente la veracidad de cada caso se considera que puede convertirse en “Venerable Hermano”, posteriormente en “Beato” y finalmente en “Santo” de la Iglesia Católica. Una nota curiosa al respecto es que algunos casos suelen durar muchísimos años y en otros, solo algunos meses y que se realizan en forma de Juicios a través de los cuales se alega a favor del candidato, como contraparte existe la figura del “Abogado del Diablo” (textual) asumida por un religioso que presenta las debidas objeciones que pudieran existir para que el proceso siga adelante.

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El Gauchito Gil y la Difunta Correa

Los casos del Gauchito Gil y la Difunta Correa son diferentes porque no están reconocidos por la Iglesia dentro de la línea de santos reconocidos ya que no pasaron por el proceso antes mencionado. El investigador folclórico Félix Coluccio en su libro “Culto y Canonizaciones Populares de Argentina” los enmarca dentro del concepto del “Santoral Sospechoso” que refiere a personalidades públicas que por sus acciones ganaron el reconocimiento de la gente por sus logros y hazañas a tal punto de elevarlos por convención popular en figuras de adoración y culto.

Es interesante aclarar que tanto la devoción del Gauchito Gil como la de la Difunta Correa han sido posteriormente asimiladas de algún modo a sus celebraciones, aunque sin considerarlos santos. Es decir, reconocen en el fervor de la gente un signo de fe digno de respeto y contemplación. No así con la figura de San La Muerte, que es un culto rechazado por la iglesia debido a las características del mismo que van desde la talla de imágenes en huesos humanos, hasta el pedido de asistencia y protección para efectuar delitos y evitar morir en ellos.

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El Gauchito Gil

La historia del Gauchito Gil es la historia de un soldado recordado más por su valor y sus actos de arrojo en el frente de batalla que por su vida devocional. Las leyendas que le dan origen a su fama son diversas, pero se lo vincula como participe de los conflictos de la Guerra de la Triple Alianza (Paraguay 1864) y en los conflictos civiles de la Provincia de Corrientes que enfrentó a los Partidos Autonomistas y Liberales.

El emblemático color rojo de las ermitas del Gauchito Gil tiene, de hecho, el origen en las banderas rojas que identificaban al Partido Autonomista de cuyas líneas desertó, recibiendo por tanto la condena a muerte. Otras versiones aluden a una historia de amor prohibido con la hija o pretendida de uno de sus superiores. Lo cierto que es que a partir de las circunstancias de su ejecución y previo a su muerte le vaticina a uno de sus verdugos el milagro que lo convertiría en un santo del pueblo.

Lo habían colgado de un árbol, cabeza abajo y con los pies atados para degollarlo. Cuando sintió la cercanía del frío cuchillo en su garganta, miro fijo a los ojos del soldado que iba a matarlo y le anunció que esa misma tarde y consumada la muerte, este soldado iba a encontrar en su rancho a su hijo aquejado por una enfermedad mortal. “Reza en nombre de Gil” le dijo “Tu hijo se va a curar”. La Profecía se cumplió y el rezo evitó la muerte convirtiéndose en el culto que hoy multiplica cada vez más adeptos.

Antonio Plutarco Cruz Mamerto Gil Núñez (nombre y apellidos del Gauchito Gil) nació en una localidad llamada Pay Ubre (cerca de Mercedes en la Pcia. de Corrientes) y murió un 8 de enero de 1874, fecha a partir de la cual se celebra su festividad que ha trascendido incluso las fronteras nacionales.

Junto a con el culto a la Difunta Correa es una de las devociones populares más fervorosas de nuestro país. La historia de la Difunta Correa (Deolinda o Dalinda Antonia Correa) es la historia de una mujer que muere martirizada en el desierto junto a su hijo de meses al que continuó amamantando aún después de muerta cuando lo rescataron unos arrieros. Su culto extendido también a todo el país tiene su epicentro en la localidad de Vallecito en la Pcia de San Juan.

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San Sebastián

El estudio de la vida de los Santo se llama “Hagiografía” (del griego Hagios, Santo) y existen dos libros interesantes que a los que podemos recurrir. Uno es el “Santoral Católico” que constituye un listado de los Santos y Beatos “venerados” por la Iglesia Católica en cada fecha del calendario y que en los almanaques tradicionales figura en la parte trasera de cada mes. El otro libro es el “Martirologio Romano” donde figura el aniversario de cada mártir de la Iglesia, es decir, fieles cristianos que entregaron su vida en razón de conservar la Fe y no renegar de ella.

San Sebastián es considerado un Santo y un mártir. Al igual que el Gauchito Gil fue un militar. Formó parte del ejército romano al mando del emperador Diocleciano, quién sin saber que era cristiano llegó a nombrarlo Jefe de la Guardia Pretoriana. Su vocación cristiana y el ejercicio público de sus obras despertó las sospechas del Emperador Maximiano (Co gobernante del Imperio junto a Diocleciano) quién lo obligó a abandonar la fe cristiana en detrimento de su cargo militar. Sebastián ratificó su condición de cristiano lo que le valió la condena a muerte.

Se le representa atado sujeto al tronco de un árbol con los brazos sujetos por detrás y atravesado por las flechas que le dieron muerte. A lo largo de la historia se les agregaron una corona de flores simbolizando la victoria e incluso llevando en otra de las manos la ballesta con que lo mataron símbolo del perdón hacia sus enemigos. La figura doliente no deja de enaltecer la postura de ofrecer el pecho a la muerte y a la vez el corazón en una entrega póstuma.

Cada 20 de enero se venera a este Santo, nacido en el siglo III de la era actual en la ciudad de Narbona (Francia) en los que por entonces constituían los territorios de “Las Galias” del Imperio Romano. Su culto se celebra en España como así también en muchos países de Latinoamérica.

En el norte neuquino las celebraciones de San Sebastián comienzan tempranamente cada 10 enero hasta el día 20 que es la consagración del Santo. Los crianceros de la zona le realizan pedidos conocidos con el nombre de “mandas” (en relación a recibir lo que ha mandado o enviado el santo) y se le realizan promesas a cambio.

En la localidad de Las Ovejas, la centralidad del evento tiene lugar en la Gruta de Charra Ruca perteneciente a la familia Sepúlveda y lleva más de 70 años realizándose.

El investigador Isidro Belver en el artículo "El Santo de los Contrabandistas" de la publicación "Más Neuquén" comenta al respecto:

"Por el año ’45, cerradas las fronteras y con la vigilancia estricta de Gendarmería, lo que antes era un comercio habitual y un tránsito fluido, se convirtió en “contrabando”. El Padre Marcelo Gardín, con buen tino y con ayuda de los vecinos de Las Ovejas, comenzó a levantar allí una humilde capillita para que le brindara a quienes no podían viajar, la comodidad de pagar sus “mandas” y asistir a la Misa del misionero. Pero necesitan un “santo de bulto” y lo mejor era traerlo de Chile. Imposible con la vigilancia de los Gendarmes. El misionero entonces, encargó a un poblador que hiciera lo imposible para traer de Chile una estatua del santo. Este hombre, conocedor de pasos cordilleranos imposibles, lo consiguió, el santo fue llevado a escondidas, primero a Chos Malal, allí se lo hizo aparecer como que había llegado de Bahía Blanca. Luego, con gran pompa lo trajeron hasta Las Ovejas. Todos creyeron la explicación del misionero, menos los Gendarmes que hicieron una denuncia por supuesto contrabando, y querían incautar la estatua para hacer averiguaciones, pero como su presentación en sociedad había sido en Chos Malal, no prosperó la denuncia. Pronto la capillita de Las Ovejas se convirtió en centro de la devoción a San Sebastián de toda la Provincia del Neuquén y en la zona hubo una época en que se lo llamaba “el santo de los contrabandistas”.

El mes de enero en Neuquén aúna en su calendario, diversas manifestaciones de fe, de carácter sencillo, como la naturaleza de la gente que las profesa. El sentido de la vida y de la muerte con sus ciclos se renueva cada año, adquiriendo los rasgos distintivos de cada región y en esto consiste la riqueza cultural que ennoblece a nuestro pueblo.

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