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Gitanos: nómades en tierra neuquina

Un informe especial sobre la historia de esta comunidad. Inicios, cultura y rebeldías. Llegaron a principios del siglo XX, pero fueron expulsados. Volvieron para quedarse en los años 30.

Mario Cippitelli - [email protected]

Salieron de la India hace aproximadamente mil años y se fueron asentando en distintas partes del mundo, en una suerte de peregrinaje sin fin, siempre perseguidos, estigmatizados. Polémicos, bohemios, rebeldes y protectores de su cultura, los gitanos siguen despertando curiosidad, por más que se hayan adaptado a las costumbres “criollas”, como les dicen, y hayan dejado ese perfil nómade que tanto los caracterizó a lo largo de la historia.

Siempre hubo dudas sobre la fecha aproximada que llegaron a Neuquén. Muchos piensan que los primeros gitanos se asentaron en la ciudad a mediados del siglo XX, pero hay registros históricos que los ubican mucho antes.

Un trabajo de investigación realizado durante más de 10 años por Rolando Bel, magíster en Historia de la Universidad Nacional del Comahue, logró determinar que el primer grupo de gitanos pisó suelo neuquino en 1913 y su llegada causó un gran revuelo entre las autoridades de entonces.

Emilio Rodríguez Iturbide, a cargo de la gobernación del territorio, envió una misiva a las autoridades nacionales para alertar sobre la presencia de los extranjeros que habían cruzado desde Chile por el paso Pino Hachado y que se encontraban en Las Lajas. Indicó que se los intimó a salir del país, pero que los gitanos no hicieron caso.

“No obstante esa notificación, los bohemios continuaron viaje hasta esta capital, desobedeciendo la orden del comisario de Las Lajas y una vez aquí fueron nuevamente notificados de su no admisión en el país. Acataron la orden y pidieron plazo de algunos días para regresar y fue entonces que interpusieron el recurso de habeas corpus, ante S. S. el Señor Juez Letrado del Territorio”, reza el texto.

Después de una fuerte polémica y con mucha resistencia, el grupo de gitanos –servios y griegos- abandonó el territorio argentino.

Años después, otro grupo volvería a asentarse en Neuquén para luego quedarse a vivir definitivamente.

Pero cómo eran y de dónde venían estas tribus que tanto rechazo provocaban en los residentes neuquinos.

Grupos distintos

Según explica Bel, a la capital llegaron dos grupos. El más grande tiene su origen en la India y se llama Kalderash. Estos gitanos se dedicaron originariamente al trabajo de las aleaciones de metales, haciendo pailas de cobre y también reparaciones de plomería. Pero ese trabajo no fue constante, ya que posteriormente se dedicaron a la venta de carros y caballos.

El otro grupo de gitanos (Lúdar) también se radicó en la capital, pero con características distintas. En alguna época era común verlos con caballos ponys tomándoles fotografías a los vecinos que posaban junto a los animales en las calles y plazas de la ciudad. Luego se dedicaron al comercio.

Si bien los Lúdar tenían buena relación con los Kalderash, este último grupo era dominante, puesto que además de ser mayoritario tenía una jerarquía mayor entre las tribus.

La llegada del automóvil a la región fue un punto de inflexión en la forma de ganarse la vida de estas familias. La venta de carros y caballos quedó relegada por el comercio de los vehículos, actividad que no sólo llevaron a cabo en Neuquén, sino que fue un fenómeno similar que se expandió por toda Latinoamérica.

La llegada de los Costich

Se cree que en la década del 30 comenzaron los primeros asentamientos definitivos a través de una de las familias más numerosas que hay en la ciudad: los Costich.

A través de una serie de entrevistas, el historiador Bel logró establecer que la construcción del puente carretero, entre 1936 y 1937, fue un punto de referencia importante ya que en ese proyecto hubo colaboración gitana. Y quienes ayudaron a la construcción se quedaron en la zona.

De acuerdo con este relato de los entrevistados, los Costich transportaban materiales de construcción en su camión durante la construcción de esa vía de comunicación entre Neuquén y Río Negro.

Clima, negocios y normas: por eso se quedaron

Hay datos clave para explicar por qué la comunidad gitana dejó de ser nómada para radicarse definitivamente en la ciudad de Neuquén.

El historiador Rolando Bel realizó una serie de entrevistas a la hora de escribir su tesis con representantes de distintas familias que viven en la capital desde hace varios años.

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En primer lugar, Bel recordó que la región permitía la posibilidad de buenos negocios en la compra-venta de automotores, actividad que comenzaron luego de trabajar el cobre y vender caballos y carros.

El crecimiento de la ciudad escasamente planificado permitía ocupar terrenos fiscales y escamotear las cargas impositivas principales. Esto “facilitó la ocupación de amplios predios en las cercanías de la ruta y en los corredores viales de ingreso a la ciudad, lugares excelentes para el desarrollo de sus actividades comerciales”, indicó Bel.

Otra causa a tener en cuenta en relación con la radicación está vinculada con los rigores del clima patagónico, que dificultaba la vida trashumante, al menos durante el período invernal.

“Si te fijás, las construcciones que tienen en la actualidad son como carpas de ladrillos, con espacios muy amplios”, indicó el historiador.

En la tesis que presentó, Bel entrevistó a un gitano que explicó la decisión de radicarse definitivamente en la ciudad con las mejores comodidades. “Vos acá no podés… zona Neuquén, zona cordillera no podés vivir en carpa, o sea que tenga una propiedad podés vivir en lo que vos quieras. En estos momentos comprás un terreno o alquilás un terreno y ponés una carpa pero el clima no es lo mismo el clima de Neuquén que el norte, acá te agarra un invierno y ¡es insoportable vivir en una carpa!”, indicó el hombre.

Un tercer motivo de la sedentarización gitana en la ciudad de Neuquén se relaciona -según Bel- con una serie de ordenanzas municipales que sancionaban a los típicos campamentos de carpas de estas comunidades y que obligaron a las familias locales a establecerse definitivamente en viviendas de material.

Atención: ¡llegaron los bohemios a la capital!

Una manera de comprender lo que significaba la llegada de gitanos a Neuquén es la misiva que le envió Emilio Rodríguez Iturbide al gobernador Eduardo Elordi, que en ese momento se encontraba en Buenos Aires.

En el texto, Rodríguez Iturbide evidencia una gran preocupación por la llegada del grupo a la capital de la provincia y solicita instrucciones al mandatario para saber cómo actuar.

El texto fue publicado en la tesis de maestría que realizó el investigador Rolando Bel sobre el estudio de la comunidad zíngara en la región. A continuación, el cable telegráfico completo.

“Bohemios venidos de Chile por Las Lajas, llegaron a ésta en cuatro carros, alójanse Comisaría Capital. Sub Comisario Vitturi los dejó venir, por no haber comprendido órden algo confusa de Jefatura. Se trata de una tribu de gitanos servios y griegos, compuesta de siete hombres, siete mujeres y diecinueve niños. Algunos de los padres son casados en Argentina y presentan certificados buena conducta.

Es gente que tiene recursos y desea seguir viaje a Pampa Central y Córdoba. Ruégole consultar si no obstante esto, deben expulsarse ó si los dejo seguir viaje. Espero urgente contestación telegráfica para proceder”.

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