Irma, la primera viajante que tuvo Neuquén
Fue una gran emprendedora que vivió hasta los 99 años y dejó un gran legado.
Mario Cippitelli - [email protected]
Guapa, decidida, enérgica y de carácter. Así era Irma Laurente de Chiappori, la primera mujer viajante que tuvo la provincia de Neuquén.
Es todavía difícil imaginársela al frente de una actividad que en la década del 50 estaba reservada solo para los hombres. Pero esa actitud emprendedora la puso frente al volante de un vehículo para recorrer los caminos polvorientos que en aquel entonces comunicaban decenas de pueblos de Neuquén y Río Negro. Y así fue que completó el staff de viajantes (18 hombres y ella) que trabajaban distribuyendo productos de una fábrica de conservas que se había instalado en la localidad de Cervantes.
Tal vez sin saberlo, Irma rompió el estereotipo que tenían las mujeres de aquellos años. No solo trabajó como ama de casa criando a tres hijos, también fue una emprendedora en numerosas actividades que impulsó hasta convertirse en una mujer independiente y exitosa.
Junto a su marido José Alberto Chiappori, llegó a Allen en 1950. Ambos venían desde Ramos Mexía y Sierra Colorada, dos pequeños pueblos ubicados en el sur de la provincia de Río Negro. José se hizo cargo de la administración de la Dirección Zonal de Hospitales que dependía del gobierno nacional. Irma trabajó a su lado como jefa de Contrataciones. Cinco años después, tras el golpe de Estado de 1955 que los dejó sin trabajo, el matrimonio llegó a Neuquén para radicarse definitivamente. Y en este nuevo pueblo comenzaron de cero.
No fue una tarea sencilla, pero el todavía despoblado territorio neuquino abría una posibilidad de desarrollo que Irma no desaprovechó. Junto a una sobrina abrió ION Boutique, un comercio de la calle Roca dedicado a la confección y venta de ropa de mujer, especialmente para novias, en el que trabajó muchos años. Pero paralelamente, también decidió apostar a otra actividad comercial con las conservas rionegrinas que la convirtieron en viajante.
En su casa de la calle Sargento Cabral abrió una distribuidora y se encargó de ofrecer esos productos por toda la región. A veces la acompañaba su marido en aquellos largos viajes, otras lo hacía su hijo Carlos. Ella siempre estaba al frente, organizando y planificando todo para que el negocio siguiera creciendo.
Pero más allá de las actividades que le daban sustento, Irma también fue una mujer sensible y solidaria. Lo demostró durante su trabajo en el hospital de Allen, colaborando con enfermos o dando asilo a personas que llegaban desde lugares lejanos. También lo hizo en Neuquén cuando junto a otras mujeres conformó CORDIC, una institución a beneficio de pacientes cardíacos.
Ni siquiera bajó los brazos cuando quedó viuda muy joven, en 1967. Siguió trabajando, creando, emprendiendo.
“Fue una mujer incansable, con mucho carácter, pero también muy alegre”, coinciden Norma y Carlos, dos de sus hijos, con inocultable melancolía. Y no es para menos. A principios de noviembre, Irma falleció a los 99 años, dos meses antes de cumplir el centenario.
Dicen que hasta en la última etapa de su vida ella se encargó de autosustentarse para no depender de nadie, como lo hizo desde siempre.
Cuentan que hasta que su cuerpo lo permitió, mantuvo una intensa vida social, cocinando y organizando los encuentros familiares que tanto le gustaban.
Y se emocionan con orgullo al recordarla. Acaso porque Irma fue madre, esposa, empresaria y emprendedora y quedará en la historia como la primera mujer viajante que tuvo la provincia de Neuquén.
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