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La Mañana Karen

Karen, la mente creativa detrás de los locales más lindos de Neuquén

Es Diseñadora de Interiores y apuesta al desarrollo de espacios comerciales. La estética y la funcionalidad se combinan para que puedan vender más y generar mejores experiencias.

En su búsqueda, Karen Arias se animó a volcar toda su trayectoria profesional puesta al servicio de las actividades comerciales. Y con un renovado sentido de la estética, se animó a darle una vuelta de tuerca a los locales de la ciudad, para hacerlos pasar al siguiente nivel y asociar el diseño de interiores con las ansias de vender más y mejor.

Con apenas 30 años, la joven neuquina fue una de las primeras tres egresadas de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN). Eligió la carrera de Diseño de Interiores tras visitar una feria vocacional en el espacio DUAM y sentirse atraída por esta propuesta que desembarcaba en la zona como una novedad.

Como fue parte de la primera camada de estudiantes, también constituyó ese grupo de alumnos que ponían a prueba los desafíos educativos de esa oferta académica y que desnudaban los obstáculos para insertarse en un mercado laboral que nadie conocía.

Si bien el diseño de interiores ya está posicionado en otros países y las ciudades argentinas más grandes como un paso necesario a la hora de habitar un nuevo espacio o lanzar una propuesta comercial, para Karen fue más difícil convencer a sus potenciales clientes de la importancia de usar un consejo profesional para pensar el hábitat. Así, sorteó varias dificultades para encontrar sus primeros nichos de trabajo.

“La gente no sabía de qué se trataba y era difícil explicarle qué era lo que iba a hacer”, dijo Karen, que comenzó a cursar en 2010, cuando la Universidad todavía no tenía un edificio propio pero ofrecía las carreras de Diseño Gráfico, Industrial y de Interiores como las primeras alternativas públicas para revalorizar este campo profesional.

Después de mudarse a General Roca para terminar sus estudios, decidió quedarse en esa ciudad rionegrina para desarrollarse como diseñadora de interiores. Sin embargo, le costaba conseguir clientes, y fue el vínculo con una profesora la llave para encontrar un campo de acción que, con el tiempo, se convirtió en su sello personal.

Como parte de un proyecto de extensión, una docente les propuso intervenir un almacén de barrio con un presupuesto acotado que era aportado por la casa de estudios. Los alumnos tenían que poner en práctica sus conocimientos para ayudar al comercio a vender más con un cambio estético del lugar.

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Así, los estudiantes analizaron qué productos necesitaban mayor exposición, qué logo iba a ser el más adecuado para catapultar las ventas y cómo lograr una fachada más atractiva para recibir más clientes. Todo con un presupuesto limitado que implicaba hacer mejoras sobre lo que ya existía, pero no una renovación completa.

La docente, formada como administradora de empresas, se dedicó luego a traducir el impacto de su intervención en números. Y Karen se fascinó al ver cómo sus valores estéticos le permitían al almacén vender más productos o comercializar etiquetas de vinos más costosas, a partir de un cambio de imagen que posicionaba al local como un punto de venta más exclusivo.

Así, la joven neuquina encontró su vocación. No quería diseñar un living o renovar una cocina. Prefería causar su impacto en las actividades comerciales priorizando el diseño y la distribución de los espacios como una herramienta fundamental para convertir la venta de un producto o servicio en una experiencia nueva que se tradujera en ventajas para vendedores y clientes. Y así, creó Estudio Kora, su búnker desde el que renueva los negocios de Neuquén.

“Cuando dejé Roca y me volví a Neuquén, empecé a trabajar en una empresa de equipamiento para empresas”, relató. “Y aunque sentía que me estaba alejando un poco del diseño, aprendí mucho sobre la parte comercial, a armar una factura o un remito, que son cosas que ahora aplico en mi trabajo diario”, agregó.

Con el corazón siempre inclinado hacia el diseño, después de algunos años de trabajo decidió pedir una jornada de medio tiempo para empezar a hacer proyectos en casa. Para el inicio de la pandemia, ya había renunciado a su empleo y comenzaba a pensar los espacios comerciales de Neuquén, con esta experiencia reveladora de la universidad como su faro.

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“Tenía un conflicto interno, me ofrecían hacer viviendas y no me sentía cómoda, y me sentía cómoda de hacer locales, bares, algo que tenga relación con de cómo a través del diseño pueden tener impacto positivo en números y calidad de la experiencia”, sostuvo la emprendedora.

Cuando comenzó a dedicarse full time al diseño comercial, las puertas se abrieron en forma de oportunidad. Le surgían cada vez más proyectos y pudo plasmar sus ideas en actividades de todos los rubros: trabajó en cervecerías, almacenes naturales, negocios de artículos sueltos, librerías, centros de depilación y hasta un sexshop. “Hago de todo”, dijo entre risas y agregó que cada nuevo proyecto la obliga a aprender todo lo relativo a una nueva actividad.

“No es sólo apuntar a que sea vistoso desde lo estético, también tiene que ser funcional para que los productos que quieran vender se puedan destacar”, aclaró. “La idea es trabajar de manera integral, ya sea una reforma o empezar un local de cero, trabajo con diseñadores gráficos para crear una identidad visual de cada local”, agregó.

Aunque al principio los comerciantes consideraban el diseño de interiores como un gasto, Karen consideró que el paso de tiempo permitió que lo vieran como una inversión que les permite posicionarse en el mercado e incrementar su potencial de ventas a largo plazo. Con más locales sumándose a las estéticas cuidadas, se genera un efecto multiplicador, y cada vez son más los que apuestan a esos detalles para no quedarse atrás.

“Hay gente que es más de la vieja escuela, pero creo que la pandemia les hizo un click y empezaron a ver que tenían que invertir en el diseño visual, en tener buenas fotografías para las redes, en hacer una buena comunicación”, dijo Karen sobre un fenómeno que nota en la actualidad, cuando los clientes revalorizan la experiencia de entrar a un local a comprar.

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En pocos años, Karen pasó de sortear obstáculos para insertarse en un mercado laboral que no terminaba de entender a qué se dedicaba a montar un estudio propio que ofrece oportunidades laborales para otros diseñadores y proveedores de mano de obra.

“Me gustaría trabajar de manera más continua y que crezcamos todos, yo desde el diseño y también otros proveedores y los que aportan la mano de obra”, dijo Karen, que ya planea su próximo paso: un showroom de productos de decoración con especial énfasis en elementos orgánicos.

Ahora que la carrera de Diseño de Interiores ya cumplió una década de vida, Karen asegura que los nuevos egresados tienen un campo menos hostil para insertarse, aunque reconoce que también pueden adquirir nuevas herramientas tecnológicas para mantenerse actualizados y volverse aún más atractivos para los clientes. Y ella, con su ímpetu, parece haber allanado el terreno para los que vinieron después.

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