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La Mañana 114° aniversario de Neuquén

La ciudad tuvo su "tortazo" en la costa del río Limay

Repartieron 112 pasteles, uno por cada año de Neuquén.

Neuquén.- El Paseo de la Costa recibió ayer a una multitud de vecinos que participaron del cumpleaños anticipado de la ciudad y pudieron disfrutar de un espectáculo musical y del sabor y color de 112 tortas, una por cada año cumplido.

Los festejos comenzaron a las 17 en la explanada de la Isla 132. Tras los himnos nacional y provincial, el gobernador Omar Gutiérrez, junto a funcionarios municipales y concejales, dio inicio a la celebración cortando el primer pastel, que minutos después fue repartido entre los miles de visitantes.

Sobre una extensa mesa, funcionarios y empleados municipales, concejales y ex reinas de la ciudad entregaban las porciones. La gente hizo una cola de más de 100 metros antes de poder degustar algún pastel, que representaban a distintas empresas, hipermercados, bancos y organizaciones barriales.

A metros de allí, un “carrusel de bandas” ponía música a la jornada. Las orquestas de la Policía y el Ejército brindaron shows desfilando al compás de distintas marchas populares, que arrancaron los estridentes aplausos de los espectadores.

El Ejército dispuso de cocinas móviles donde se distribuyó chocolate caliente entre los presentes.

Adelanto primaveral

Pero no todos los que se acercaron al paseo costero fueron sólo a ser parte de los festejos, sino que aprovecharon para disfrutar de los primeros calores antes de la llegada de la primavera, a pesar de que antes de despedirse el invierno obligó a los paseantes a llevar algún abrigo liviano.

La afluencia de vecinos al río convirtió la Avenida Olascoaga en un caos de tránsito. El tumulto de vehículos los obligaba a ir a paso de hombre.

En la Isla 132, cientos de familias disfrutaban del césped y de los amables rayos del sol. La jornada también invitó a pasear, andar en bici o rollers o hacer algún deporte.

Frente el letrero gigante con el nombre de la ciudad, un grupo de adolescentes realizó una pirámide humana sólo para ser retratadas en las redes sociales.

Homenaje, arte y almuerzo con los ex intendentes

Hoy a las 10 se realizará el acto central y emblemático en el monolito fundacional de la localidad, con la presencia del intendente Horacio “Pechi” Quiroga y la invitación extensiva al gobernador provincial, Omar Gutiérrez. Allí se recordará a los primeros pobladores y se hará el acto protocolar del 112º aniversario de la localidad.

Alrededor del mediodía, los festejos continuarán en el balneario Río Grande, donde se inaugurará un mural de 22 metros de largo que pintaron las artistas Marianela Tisberger y Petu De Mareca, por iniciativa de un comercio neuquino.

Luego de la inauguración del mural se desarrollará un almuerzo con los intendentes capitalinos mandato cumplido, un encuentro ya tradicional.

112 años de la capitalidad neuquina

Vicky Chávez. Profesora y licenciada en Historia. Miembro de la Junta de Estudios Históricos de Neuquén

Una vez más, los hechos históricos deben llamarnos a reflexionar sobre nuestra realidad, sobre una ciudad neuquina que hoy se encuentra prácticamente definida por el urbanismo pero que vio sus inicios el 12 de septiembre de 1904 con escasos habitantes. Basta recordar cuando en ese año se produjo el traslado de muebles e instituciones de la que fuera su capital, Chos Malal, a la Confluencia. La obra Voz del desierto del escritor y hombre de la gobernación neuquina don Eduardo Talero, en su capítulo “Hombres y Escuadras” narra cómo fue el trazado de la capital neuquina por obra de Bouquet Roldán, a quien Talero contempló, en su carpa del campamento del ejército, mientras diseñaba la ciudad: “En el declive de la colonia se destacaba a lo lejos la mancha blanca de la carpa sobre el verdor del matorral... Salvando médanos, zanjas y zarzales, allégueme hasta encontrarlo. Sobre un cajón de municiones máuser había una reglita, una escuadrita y un papel lleno de rayas. Bouquet Roldán, recostado en la arena, se incorporaba para mirar el campo en torno suyo, y meditaba y escribía. –Un poema? –le dije al abrazarlo. –Ni más ni menos –replicó con viveza–, pero poema moderno, no de palabras dulces, sino de piedra y hierro. ¿Qué le parece? Mire aquella avenida. ¿Divisa las tres plazas? ¿Ve aquellos bulevares? Esa es la calle San Martín, esa otra es Vélez Sarsfield–. Y seguía empinado sobre el monte, mostrándome con el dedo una ciudad fantástica en la llanura desierta” .Talero continuó su relato, y dijo: “Al año y medio, en aquel lugar en donde estaba la carpa del gobernador se encontraba un chalet (ése fue el Chateau gris, sede de autoridades); donde los rebaños ramoneaban el acaso, hay calles y avenidas sombreadas por centenares de robles, álamos y acacias; donde los zorros merodeaban, se han instalado escuelas y talleres. Casas de comercio, chacras, banco, oficinas públicas, hoteles confortables, club de esgrima, todo posee hoy la más recién nacida de las poblaciones argentinas”. En el relato, Talero recordó que le expresó lo siguiente al gobernador: “Aquí se no se puede vivir. Usted ha olvidado algo indispensable…

–¿Y es…?

–¡El cementerio!

–En primer lugar –dijo Bouquet–, aquí no admito moribundos; en segundo lugar, si alguien cometiera el adefesio de morirse, su ubicación está prevista.

–¿Dónde?

–Allá arriba: allá lejos; sobre aquella colina. Hemos resuelto que los que aquí se mueran suban a la tumba. Así quedamos bien: Nosotros junto al agua, y ellos cerca del sol”.

Pensemos que la “carpa” de Bouquet Roldán es el lugar en donde se erige hoy el monumento a San Martín, y ese “a los lejos”, es donde se erige el actual cementerio central. Cuando el ferrocarril irrumpió en estas tierras, a comienzos del siglo XX, sus mismos propietarios, los ingleses, habían levantado una tranquera divisoria entre lo que se llamó el Alto y el Bajo neuquinos: un doble portón que se emplazaba en ambos extremos del ahora Parque Central, lo que impedía la integración de una por entonces pujante localidad de 5000 habitantes. En 1936, el presidente del Consejo Municipal, Amaranto Suárez, ordenó que se derribara la tranquera que dividía el Alto, donde se encontraban las oficinas gubernamentales y bancarias, del Bajo comercial.

Éste es un pequeño aporte para recordar el Neuquén de ayer, con el anhelo de que celebremos este nuevo aniversario sabiendo que nuestra ciudad llegó a ser lo que es por el trabajo y esfuerzo de los hombres y mujeres que en ella habitan.

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