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La Mañana Columna de Opinión

La denuncia y el después

El video de Thelma es un empujón más de un proceso que comenzó hace años y que busca desnaturalizar lo que muchas mujeres soportaban en silencio.

Desde que la actriz Thelma Fardín denunció penal y públicamente a su compañero de elenco Juan Darthés de haberla violado en Nicaragua durante una gira teatral, una catarata de denuncias borbotó por todos los medios de expresión. La línea 144 se saturó de llamados, las denuncias se incrementaron en los juzgados y las redes sociales se llenaron de escraches a hombres violentos y de crudísimos relatos de abusos.

El video de Thelma es sólo un empujón más de un proceso que comenzó hace años y que busca desnaturalizar lo que muchas mujeres soportaban en silencio y que no es otra cosa que una muestra de opresión.

En tiempos de deconstrucción, ahora son los hombres los que temen ser señalados con el dedo y correr la misma suerte que Darthés, que parece estar presenciando el fin de su carrera artística y su sana vida en sociedad.

Y mientras que algunos vieron el video sentados al borde de la silla por repasar hechos del pasado, las nuevas generaciones tomaron esa denuncia como un paso más para cuestionar sus propias prácticas una y otra vez, y dejar de naturalizar algo que antes no parecía grave y hoy comprendemos como violencia.

Un escrache público sin veredictos judiciales no es el castigo más ético, pero es la herramienta que encontraron muchas mujeres para empoderarse y hacer tangibles los cientos de abusos que antes eran sólo fantasmas. Y es el llamado de atención que necesitaron muchos hombres para revisar sus propias prácticas -sutil o totalmente- violentas.

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