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La historia de Los García: el emprendimiento de frutos rojos y la casa de té

Verónica Olivera contó cómo nació el emprendimiento familiar en la década del 90. "Es una satisfacción seguir de pie, produciendo y que nuestros hijos sigan este camino", dijo.

Lo que hoy es para muchos una marca registrada de Plottier, tiene una historia signada por el esfuerzo, el amor y la creatividad. Impulsado a mediados de los 90' con un programa del Estado provincial para incentivar la horticultura y el desarrollo de jóvenes emprendedores, el Establecimiento Los García logró sobrevivir a los obstáculos, crecer y afianzarse con la producción de algunos vegetales, frutos rojos, salsas, dulces y mermeladas sin conservantes, y una cálida casita de sabores, que llegó para coronar el sello familiar que tiene el proyecto.

"Primero cultivamos tomates, morrones, apio, espinaca, lechuga y otras verduras de huerta. Después empezamos a hacer pruebas con las frutillas y ahora también tenemos moras, frambuesas, aromáticas y flores comestibles, además de la casa de té y nuestra tienda online", sintetizó Verónica Olivera haciendo referencia al sitio digital en el que su emprendimiento familiar comercializa sus productos y una amplia gama de delicias elaboradas en la zona y geografías más lejanas.

Corría el año 1996, cuando Verónica y su familia salieron elegidas entre los quince beneficiarios del programa Jóvenes emprendedores de la Provincia Del Neuquén, una iniciativa que buscaba brindar posibilidades de desarrollo a la población juvenil a partir del agrocultivo con huertas en invernadero, desplegadas en un predio dividido en parcelas de una hectárea de extensión.

"Nosotros no heredamos chacra ni nada. Empezamos como productores bajo cubierta con ese programa de Don Felipe Sapag, en el que hubo más de cien inscriptos. La idea de ese plan era que gente joven trabajara la tierra, entonces nos daban -a través del gobierno- un crédito accesible para poder empezar. 21 años tendría yo...", calculó Verónica.

"Con Marcelo, mi pareja en ese entonces (mi amigo hoy) no teníamos experiencia. Creo que nos jugó a favor que ya teníamos a Agustín, nuestro primer hijo, y yo estaba embarazada Maitén, nuestro hijo del medio que marca los años que lleva el proyecto, va a cumplir 25 años. De hecho, fuimos la única familia entre los elegidos", destacó.

En el momento en que se enteraron de la convocatoria, Marcelo era parte de la policía aeronáutica y ella, como maestra mayor de obras, hacía trabajos a pedido. "Vivíamos atrás de la casa de los padres de Marce, entonces lo vimos como una oportunidad. Así que nos anotamos, me acuerdo que yo iba a las reuniones con mi panzota. La verdad es que estamos agradecidos porque a nosotros nos marcó un futuro", valoró.

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Más allá de las capacitaciones y el trabajo colaborativo con otros horticultores, el proyecto fue creciendo "a prueba y error". "No la pasábamos muy bien, pero siempre fuimos muy pujantes. El gobierno nos prestó la tierra que teníamos que pagar en un plazo de dos años, pero no lo podíamos hacer porque teníamos que reinvertir y nunca te queda mucha ganancia en el primer y segundo año. Teníamos que comprar plantines, luego los empezamos a hacer nosotros y, por suerte, tuvimos otro plazo para pagar los créditos", relató.

"Nosotros teníamos que ser primicia en la producción en El Valle. Las vendíamos en conjunto con los otros productores en el Mercado Concentrador y en Casa Tía. Después algunos algunos se fueron abandonando y los pocos que quedamos también le vendíamos a Topsy. A las 3 de la mañana salíamos de acá, ellos abrían a las 4, me acuerdo. También nos compraban de San Martín de los Andes", recordó antes de mencionar la introducción del cultivo de frutillas como la posta que marcó un antes y un después. El mismo tuvo lugar hace 20 años y permitió que Marcelo dejara de trabajar en paralelo para abocarse de lleno al establecimiento.

"Producir es una lotería, nunca nos iba bien del todo. Y como estábamos aprendiendo, era importante tener otro trabajo. Él volvía del aeropuerto y se ponía a trabajar conmigo acá. Luego lo pudo largar, era necesario porque era mucho para mi también con la crianza de nuestros hijos", comentó e, instantes después, repasó los escollos que sortearon en su apuesta por la fruta fina.

"Como con el tomate teníamos mucha competencia y no llegábamos a tener las cantidades que nos pedía -el suelo tampoco acompañaba mucho-, pensamos en cambiar y agregar frutillas, al ver un vecino que ya las venía trabajando. Cultivamos en invernadero y luego a siete kilómetros, en un predio que alquilamos cerca del río. Ese era un buen lugar para la frutilla, arenoso, pero estaba muy descampado. Nos la pasaban robando y era agotador porque a las 6 de la mañana tenías que salir para allá, cosechar, llevar gente, cosechar los tomates acá. Ese año no ganamos nada, ni un peso. Tuvimos que vender la camioneta para pagarle al chico que nos ayudaba, pero la experiencia valió la pena porque supimos qué cosas hacer qué no", rescató, fiel a la mirada constructiva con la que siempre encaró el proyecto.

Tras varias dificultades al intentar sumar otros campos al cultivo y toparse con la escasez de mano de obra disponible y con compromiso, Verónica y Marcelo tuvieron mejores resultados al concentrar la producción en su establecimiento. "Dijimos hagamos lo que podamos y pusimos frutillas, frambuesas, moras. Al día de hoy, nuestra producción es natural y biodinámica -no usamos agroquímicos y no curamos, dejamos que las plantas creen sus propias defensas y se hagan más resistentes- y tenemos este cuadro chico que es bastante fructífero. Además trabajamos con otros productores de otros lugares", precisó.

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Sabores, tazones y marco para sentirse como en casa

La Casa de Sabores de Los García surgió hace 12 años como una idea para aprovechar un sector del establecimiento con tierra improductiva y los parates de invierno. "La cosecha de la frutilla arranca para el Día de la Madre, luego sigue la frambuesa y la mora que tiene poco tiempo productivo, dos meses. La frutilla y la frambuesa se extienden hasta mediados de mayo. A partir de ahí hacemos trabajos de acondicionamiento hasta la poda, que arranca en junio. Por eso hicimos la casa de té, que nace junto la elaboración propia de dulces y mermeladas y las frutas congeladas, que fue un golazo porque antes no se vendía eso", recordó la emprendedora.

"Nosotros atendíamos a la gente en nuestra casa, así que decidimos tener un lugar aparte, para tener más intimidad y comodidad; y ofrecer también un mejor servicio. No teníamos muchos recursos y no queríamos pedir plata prestada, por eso fue todo de bajo costo, hasta hicimos los muebles reciclando cosas. Eso le dio una impronta rústica, bien familiar a la casita de té. Me acuerdo que yo no quería abrirla hasta que no estuviera completa y Marce me dijo: 'Si vas a esperar eso, no la vas a abrir nunca´. No me lo olvido más. Así que arrancamos", relató.

Los García también tuvieron que "remarla" con su iniciativa de merienda a la carta . "Me acuerdo que al principio no venía nadie. Estaba sola esperando, impecable, hasta que nos empezaron a conocer y, de a poquito, llegó más gente. Ofrecíamos cosas básicas, como pan casero. Yo no podía creer que la gente viniera por eso o por el chocolate 'A lo Juan Felipe' y el café con leche 'A lo Maitén', que se convirtieron en una de las especialidades más piden. Yo hacía la pastelería, bastante parecida a la de ahora, solo que cubría con crema las tortas. Actualmente las hago más bien desnudas, para que puedan ver lo que tienen adentro", explicó.

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La pandemia como oportunidad

Como a buena parte de la población, "Los García" se vieron afectados por la pandemia de coronavirus. "Como nosotros no tenemos otra entrada económica, nos golpeó fuerte. Los ahorros que teníamos para reinvertir tuvimos que usarlos para otras cosas. Cuando pudimos hacer reparto a domicilio, teníamos poco stock, fue muy difícil, estresante y re feo tratar con los clientes. Nosotros tenemos un trato estrecho y tener que poner distancia, en lo emocional fue re duro. La pasamos horrible. Lo bueno fue que tenemos este lugar para vivir, que además es re tranquilo. Eso nos ayudó un montón", reconoció, antes de resaltar que la crisis tuvo un efecto positivo para repensar el vínculo familiar.

"La parte positiva fue que acomodamos cosas como empresa, dividimos mejor las tareas, y charlamos mucho para separar lo familiar del trabajo porque desgasta un montón. Con Marcelo nos respetamos mucho y nos tenemos mucho amor, pero no somos pareja hoy, creo que nos separamos por eso. Por otro lado, hicimos mucho trabajo a nivel personal para cada uno ser responsable de lo que está haciendo; y la casita de té fue una sorpresa. Jamás en la vida pensé que iba a estar abierta todos los días", celebró.

"En vez de abrir viernes, sábados y domingos como antes, hoy tenemos abierto de lunes a sábados de 9 a 13 y de 16 a 20 y los domingos solo en el horario de la tarde. Para estar adentro hay que sacar turno de dos horas, más ahora que comienza a hacer frío. En el parque no es necesario", agregó.

"Hoy por hoy nos adaptamos a lo que está sucediendo, siempre tratando de pensar en cosas nuevas para que el público encuentre algo diferente. Además de venir a desayunar o a merendar, puede encontrar frutos rojos, conservas, también productos para hacer regalos de productores de la región y artesanos", dijo antes de mostrarse agradecida a todas las personas que los acompañaron a través de los años y que apoyan a los productores, actitud que - según su perspectiva - se intensificó en la pandemia.

Además, Verónica manifestó su alegría por la calidad de vida que, junto a su familia, pudo alcanzar luego de mucho esfuerzo. "Nosotros no queríamos vivir para trabajar, sino trabajar para vivir y creo que lo estamos logrando. Es una satisfacción haber logrado que este emprendimiento siga en forma permanente; seguir de pie produciendo y que nuestros hijos continúen este camino a favor del medioambiente. Y que, por más que estemos separados, que haya una comunión con Marcelo; que sigamos trabajando juntos, es genial. Estamos felices de no habernos quedado en el camino. En el 2001 no sabíamos qué hacer, pero teníamos mucha fuerza de voluntad y fuimos perseverantes sin compararnos con otros. Hicimos buena dupla, cuando uno estaba bajón, el otro lo levantaba. Siempre fue más fuerte estar en la chacra, hacer poco, pero que te lo dé la tierra. Y esa fue la mejor elección", concluyó.

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