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La Mañana guerrilla

La historia de los Uturuncos la primera guerrilla rural del país

Eran jóvenes de 15 a 20 años que habían sido reclutados en los barrios circundantes de San Miguel de Tucumán y pertenecían a familias humildes de la zona. Actuaron en los '60.

En la madrugada del 24 de diciembre de 1959, un grupo de apariencia militar sorprendió a la guardia del destacamento policial de la localidad de Frias. El militar que lo comandaba se presentó a viva voz ante el jefe de turno: “¡Soy el teniente coronel Puma! ¡Se ha declarado el Estado de Emergencia en todo el país!: ¡esta comisaría queda bajo custodia militar!”.

Los policías un poco amodorrados por la cena de Navidad se entregaron sin ofrecer resistencia. Fueron despojados de sus uniformes, de sus armas y encerrados en los calabozos. Luego los supuestos militares cargaron todo en un camión de Obras Sanitarias robado horas antes y huyeron en dirección a Tucumán. Los asaltantes se llevaron hasta un lechón que los policías tenían incautado listo para hacer al horno.

La primer guerrilla rural del país se presentaba en sociedad. Se denominaron : “Uturuncos”.

Su nombre viene de una antigua leyenda colla: también conocido como Runa-Uturungu, o Uturunco, es el hombre-puma en la versión del Noroeste argentino. Se trata por lo general de un indio viejo que en horas de la noche se convierte en puma, revolcándose sobre una piel de este animal. Posee una gran fuerza y ferocidad. Sus correrías duran hasta el amanecer, hora en que recupera su forma humana. En la época colonial el uturunco atacaba a los colonizadores españoles que explotaban a los pueblos originarios. Los nuevos Uturuncos se proponían luchar contra los amos extranjeros y sus sirvientes locales.

En un reportaje de la revista Mayoría, en enero de 1960, un dirigente uturunco da a conocer los objetivos del grupo : “Nuestras banderas son la Soberanía Política, la Independencia Económica y la Justicia Social (…) Bajo la protección de esas banderas consustanciadas con la gloriosa enseña azul y blanca, que preside nuestros destinos, juramos vivir o morir por los siguientes objetivos:

  1. Retorno a la Patria del general Juan Perón, y devolución del cadáver de la protectora de los humildes Eva Perón.
  2. Rescisión de los contratos económicos financieros que afectan a la soberanía y dignidad nacional, especialmente los contratos petroleros y las entregas efectuadas con el patrimonio del país al Fondo Monetario Internacional y demás instituciones del imperialismo.
  3. La coexistencia armoniosa y prospera de una industria y comercio floreciente, una clase media y profesional progresista y una masa trabajadora dignificada y participe de la riqueza de la Nación. (…) una amplia y profunda reforma agraria, eliminando definitivamente en el país la gravitación de la funesta oligarquía terrateniente.
  4. El establecimiento de un sistema económico financiero que proteja a la industria y al comercio nacional, al borde ya de la quiebra, por los sistemas económicos liberales, entronizados en nuestra Patria desde setiembre de 1955.”

Como se puede leer sus demandas y propuestas son claramente peronistas.

A fines de 1959 gobernaba Arturo Frondizi quien había llegado al gobierno por los votos que le cedió el peronismo que estaba proscripto. Jonh William Cooke y Rogelio Frigerio habían sido artífices de un pacto, que al llegar a la presidencia, Frondizi incumplió y desató una feroz represión contra el peronismo implementando el Plan Conintes.

Su Ministro de Economía era el liberal Alvaro Alsogaray quien ponía en marcha el Plan Larkin de cierre de líneas de ferrocarriles y un conjunto de medidas de ajuste acordadas con el FMI.

En junio de 1959, Perón denunció, haciendo público el pacto firmado por Frondizi. Metalúrgicos, bancarios, obreros de la carne, textiles, empleados de comercio, obreros de Luz y Fuerza y muchos otros gremios sostuvieron largas huelgas defensivas del salario y de las condiciones de trabajo. En el interior del país sobresalió el paro de la Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar (F.O.T.I.A.), realizada en Tucumán en los meses de julio y agosto. La futura primer guerrilla peronista también se fortaleció gracias a los sucesos acontecidos durante la huelga.

Según Ernesto Salas, el origen de los Uturuncos fue el Comando 17 de Octubre de la Resistencia Peronista que actuaba desde 1956 en la zona de Tucuman y Santiago del Estero.

Félix Serravalle, militante peronista de La Banda, viajó a Tucuman para contactarse con el Gallego Manuel Enrique Mena, Toscanito Pena (dirigente de mercantiles), el señor Vazquez Guzmán y Florio Buldurin, quienes dirigían el Comando 17 de Octubre.

A partir de allí, comenzaron a participar de acciones de la resistencia. Félix Serravalle, su compadre Carlos Gerez y Aguilera, asaltaron la estación del Año Geofísico Internacional y se robaron el aparato receptor de cinco bandas; lo reformaron y fabricaron una emisora en onda larga que llamaron Patria Libre. Con el aparato interferían las radios de la zona para enviar por sus señales los mensajes de Perón.

Ya en 1958, se integran a la dirección del Comando 17 de Octubre, Genaro Carabajal y un personaje muy importante de la resistencia: Abraham Guillén, republicano español que había participado en la Guerra Civil Española y que aportó sus conocimientos militares para la empresa guerrillera.

El grupo que va a formar Uturuncos, la mayoría son jóvenes entre 15 y 20 años que habían sido reclutados en los barrios circundantes de la ciudad de San Miguel de Tucumán y pertenecían a familias humildes de la zona.

Relata Salas: En octubre de 1959 el primer grupo subió al monte. En Puesto de Zárate, en la base del cerro Cochuna, casi en el límite con Catamarca, ocho hombres cargados con pesadas mochilas iniciaron el ascenso e inauguraron la guerrilla rural en Argentina. Al mando del grupo estaban Juan Carlos Diaz, el Uturunco, Franco Lupi, el Tano y Angel Reinaldo Castro, con el grado de comandantes. Los integrantes de la tropa eran : Juan Silva, Diógenes Romano, Miranda, alias Rulo; Villafañe, alias Azúcar y Santiago Molina, alias el Mejicano, todos tucumanos. Unos días después subieron León Ibañez y Pedro Anselmo Gorrita González. Tenían escasa experiencia militar pero todos, en algún momento, habían participado en sabotajes y acciones menores.

El propósito inicial era modesto, amoldarse al terreno, acostumbrarse a dominar la vegetación y el clima, conocer los caminos secundarios. Las operaciones, les había dicho Guillén, vendrían después, cuando lo dispusiera el Estado Mayor. El armamento era también escaso, una ametralladora PAM, una pistola 45 y un revolver 38 para ocho personas.

Los primeros tiempos los ocuparon en construir refugios y depósitos para los víveres, y a caminar. A los pocos días de estar en el monte, contradiciendo las órdenes, decidieron encarar algunas operaciones pequeñas. A fin de mes asaltaron con éxito los destacamentos policiales de Las Banderitas y Alto Verde. Con audacia bajaron hasta la ciudad de Tucumán y asaltaron el puesto policial del Ferrocarril Mitre, del que intentaron robar algunas armas y proyectiles. Alertada la policía y montado un cerco. Silva, Lupi y Castro se separaron del grupo con el objetivo de buscar un nuevo campamento, pero se perdieron y al regresar al campamento fueron detenidos por la policía.

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El Estado Mayor de la guerrilla se reunió en Noviembre y decidieron encarar una operación mayor que les diera prestigio entre la población. Juan Carlos Diaz, y Felipe Genaro Carabajal, fueron enviados a Santiago del Estero con un grupo de militantes para acompañar a los santiagueños de Félix Serravalle.

La noche del 24, Félix Serravalle, Carlos Alberto Gerez y Pedro Adolfo Velárdez, en un taxi llegaron hasta los talleres de Obras Sanitarias de La Banda. El camión Ford los estaba esperando con el tanque lleno. Los trabajadores de la repartición se lo habían dejado preparado. Con un ardid engañaron al sereno, robaron el camión y se dirigieron a buscar al resto del grupo guerrillero. A las cuatro de la mañana llegaron a Frías.

El plan resultó a la perfección: lograron dar el golpe sin bajas ni heridos y, además, al día siguiente, ser primera plana de La Prensa. Se emprende la búsqueda del camión de Obras Sanitarias, que es visto cuando cruzaba por el límite entre Catamarca y Tucumán desoyendo la orden de detención de la policía caminera. Por la dirección que lleva el camión surgen conjeturas acertadas que vinculan el asalto de la comisaría de Frías con las acciones en Concepción.

El 29 de diciembre es detenido el chofer del camión, Adolfo Pérez Velárdez, cerca de Concepción, quien declarará que: “los integrantes de la banda son 21 individuos jóvenes de Tucumán y Santiago del Estero, adictos al tirano prófugo”. Mientras tanto, en el campamento, comienza la rápida caída de Uturuncos, varios adolescentes (de 15-16 años) huyen al escuchar a sus padres llorando por la radio, mientras vuelve el cerco policial y sus acciones de rastrillaje en la ciudad logran desbaratar casi toda la base urbana de la guerrilla, por lo que el campamento tiene, ahora, que autoabastecerse y queda virtualmente aislado.

El 1º de enero de 1960 cinco integrantes (todos menores), que actúan como les parece, bajan a la ciudad y se entregan. A las pocas horas es detenido Juan Carlos Díaz mientras intentaba escapar.

Quedan siete combatientes al mando de Seravalle, que ordena movilizarse y romper el cerco del enemigo. Logran romper el cerco, se refugian en el prostíbulo de la Turca Fernández y luego en una iglesia que forman parte de la red política de Enrique Mena.

En diciembre de 1959, mientras los Uturuncos asaltaban Frías, el gallego Mena y Guillén se encontraban en Buenos Aires buscando apoyos. John William Cooke delegó en su compañera Alicia Eguren la ayuda a los Uturuncos. Por intermedio de ella, Mena pudo contactar a un grupo numeroso de militantes de la Juventud Peronista de diversos grupos de las zonas de San Martín y Pompeya. El gallego Mena los reunió con la idea de formar un tercer grupo y subir al monte.

Finalmente, el 10 y 11 de Marzo la policía dio con uno de los refugios de los porteños, el ya conocido prostíbulo de la Turca Fernández y el domicilio de Manuel Haro, deteniendo a varias personas que se encontraban reunidas, entre ellos a José Luis Rojas, alias Zupay, que había participado de la toma de la comisaría. En el procedimiento se secuestraron armas, municiones, granadas, mantas, ropa y botas. Días después, Manuel Enrique Mena fue detenido junto con el periodista Enrique Oliva y otros compañeros cuando intentaban subir a la montaña.

Félix Francisco Serravalle - comandante puma

El incansable Puma Serravalle comenzó entonces a planificar la forma de liberar a sus compañeros presos en la cárcel de Concepción, pero el 1º de abril, mientras viajaba por Tucumán con documento falso, fue detenido y juzgado por los tribunales militares del CONINTES .

Parecía el fin, amenazada por la represión y con sus principales líderes en prisión, la guerrilla quedó al mando de Genaro Carabajal, el Pila o Alhaja, quién aún no había sido detenido. Pese a todo, el Pila reunió un nuevo grupo de militantes entre porteños y tucumanos y logró reinstalar el movimiento en la montaña por varios meses. En el mes de junio de 1960 la policía, quién por la aplicación del Plan CONINTES había sido reforzada con tropas de Infantería del Ejército, descubrió el campamento guerrillero y detuvo a varios de los militantes presentes. En el enfrentamiento, uno de los pocos entre los Uturuncos y la represión, fue herido en la pierna Santiago Molina, el mejicano, mientras intentaba una fugaz resistencia.

Manuel Enrique Mena fue condenado a 7 años de prisión; antes de cumplir los tres, se fugó del hospital carcelario del Chaco, y viajó a La Habana donde se entrevistó con el Che. Juan Carlos Díaz, el uturunco, fue condenado a 7 años de prisión Los menores de edad fueron derivados a los Tribunales de Menores, excepción hecha a Luis Uriondo quien fue devuelto a su familia. Félix Serravalle cumplió la condena de tres años y siete meses en varias prisiones. José Luis Rojas, el Zupay, participó en la experiencia guerrillera de las Fuerzas Armadas Peronistas y fue nuevamente detenido en Taco Ralo, Tucumán, en 1968.

Las fuentes de esta nota son el libro "Uturuncos. El origen de la guerrilla peronista” de Ernesto Salas; el trabajo "El foquismo" de Ezequiel Gil Lezama y otras.

(*) El columnista es autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón.

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