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La receta de Costa Rica, el único país de América que controló al COVID-19

Las cuatro claves que aplicó para no tener contagios comunitarios, registrar la tasa de mortalidad más baja del continente y contener la expansión.

Tras casi dos meses de haber detectado el primer caso de COVID-19, Costa Rica aún no tiene contagio comunitario, registra la tasa de mortalidad más baja de América y consiguió avances científicos en el estudio y el tratamiento del virus. A partir de los resultados, este viernes el Gobierno abrió distintos locales, como peluquerías y gimnasios.

Este país centroaméricano se convirtió en un objeto de estudio por los resultados que obtuvo al frenar la expansión del coronarivus. Si bien el primer registro fue el 6 de marzo, en estos 58 días sólo se registraron 739 casos, según la Universidad de Johns Hopkins.

A partir de este freno en la propagación del virus y tras no tener contagio comunitario, el Gobierno comenzó a reabrir con limitaciones algunas actividades como las de los gimnasios, los salones de belleza, los talleres mecánicos y los cines.

Con una tasa de mortalidad del 0,81%, en donde sólo murieron 6 personas a causa del virus, esta nación tiene cuatro pilares que podrían explicar los "buenos" registros. Dos de estos se basan en la presencia estatal en el sistema de salud y en la investigación.

- Característica del sistema de salud

A pesar del debate político recurrente para garantizar la sostenibilidad a largo plazo de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), Costa Rica cuenta con uno de los mejores sistemas de salud públicos a nivel internacional, según informes especializados.

Con 5 millones de habitantes, el sistema público nacional cuenta con 29 hospitales, así como clínicas y una pequeña área de salud prácticamente para cada barrio llamados Equipos Básicos de Atención Integral (Ebais) que son el primer escalón en la atención de salud. La universalidad del sistema garantiza que la gente tenga acceso gratuito a las pruebas del COVID-19, siempre y cuando cumplan con los parámetros establecidos para considerar a alguien como caso sospechoso.

El ministro de Salud, Daniel Salas, explicó que esta red permitió dar un seguimiento diario personalizado a los pacientes de COVID-19 y también evitó que el país tenga transmisión comunitaria del virus, pues prácticamente la totalidad de los casos cuentan con su nexo epidemiológico identificado.

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- Medidas aplicadas

Apenas detectó sus primeros casos (dos turistas estadounidenses), Costa Rica comenzó a tomar decisiones. La más fuerte fue el cierre de sus fronteras para los extranjeros, un duro golpe para el sector turismo, uno de los motores de la economía del país y que prevé un caída del 27 % para el 2020.

El país no estableció un aislamiento generalizado, pero sí ordenó restricciones a la circulación de vehículos, el cierre de bares, discotecas, cines, gimnasios y la operación con capacidad disminuida de restaurantes, tiendas y otros pequeños negocios.

A partir del 1 de mayo - y potenciado por el descenso en la curva de casos activos- el Gobierno comenzó a reabrir con limitaciones algunas actividades como las de los gimnasios, los salones de belleza, los talleres mecánicos y los cines.

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Ministro de Salud de Costa Rica.

Ministro de Salud de Costa Rica.

- Medidas cumplidas

El ministro de Salud, un médico de 43 años y experto en epidemiología, se convirtió en figura con un discurso directo que ha calado en la población y que a veces se asemeja a un regaño. "¡Necesito que reaccionen, por favor, reaccionen!", fue una de las frases del ministro que más popular se volvió cuando Costa Rica apenas comenzaba a enfrentar la pandemia y las autoridades abogaban por quedarse en casa.

Salas felicitó en varias ocasiones a la población por acatar, en su mayoría, las medidas de prevención y de restricción, aunque el lunes después de Semana Santa expresó su disgusto por ver a mucha gente en las calles.

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- La ciencia al frente

El Instituto Clodomiro Picado de la Universidad de Costa Rica, creado hace 50 años, se especializa en el desarrollo de antivenenos de serpientes que exporta a diversos países en el mundo, y está aplicando esa técnica para crear un suero para tratar a pacientes graves de COVID-19.

El suero se desarrollará con plasma donado por pacientes recuperados, pues el organismo de esas personas genera una inmunidad (resistencia) al virus. El estatal Centro Nacional de Innovaciones Biotecnológicas (CENIBIOT), que está llevando a cabo una investigación que tiene como fin elaborar pruebas propias para la detección del coronavirus.

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Por su parte, el estatal Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa), consiguió por primera vez en la historia del país secuenciar el genoma de un virus humano: el del SARS COV-2, que causa el COVID-19.

Este avance permitirá saber si el virus presenta mutaciones en el tiempo, generar información que puede ser útil para desarrollar vacunas, para conocer la dinámica y la diversidad de la población viral, las rutas de transmisión en el país, entre otros usos.

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