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La Mañana Guerra en Ucrania

La revolución de Maidán, el antecedente de la resistencia de Ucrania

A ocho años de la revuelta que puso fin a la presidencia de Víktor Yanukóvich y donde murieron 105 personas, LMNeuquen entrevistó al analista internacional Darío Mizrahi.

Desde hace más de 15 días, bajo las órdenes de Vladimir Putin, las tropas rusas invadieron Ucrania. En medio del conflicto armado desatado entre ambos países se han visto sobradas muestras que dan cuenta de la resistencia del pueblo ucraniano. Ejemplos que no solo reflejan la disparidad contra el poderío de Rusia, sino también que traen a la memoria lo que se conoció como la revolución de Maidán —término persa que significa plaza—, un antecedente histórico reciente de lealtad y patriotismo.

En medio de semanas de máxima tensión y presiones, Rusia avanzó sobre las fronteras de uno de sus vecinos el pasado 24 de febrero. Ese día no solo marcó el inicio de una guerra: en Ucrania se recordaba a las 105 víctimas de la revolución de Maidán de 2014. Un hecho señalado como la génesis del conflicto que hoy tiene en vilo al mundo entero.

Para conocer qué sucedió en la denominada revolución de Maidán debemos remontarnos al 21 de noviembre de 2013. Aquel día, el presidente prorruso Víktor Yanukóvich suspendió por decreto la firma de un acuerdo por el que Ucrania se asociaría a la Unión Europea (UE).

Yanukóvich cedió a las presiones de Rusia, que le prometía entre otros beneficios económicos, una reducción en la venta de gas. Pero la decisión del presidente prorruso tuvo como contrapartida el descontento del pueblo ucraniano.

Decenas de miles de estudiantes, minorías étnicas y distintos sectores de la población salieron a las calles de Kiev a protestar contra la decisión del entonces presidente y se concentraron en la Plaza de la Independencia (Maidán). Esa fue la primera de muchas movilizaciones, la “mecha de la molotov” que terminaría por explotar tres meses después.

El 4 de diciembre, el ministro de relaciones exteriores de Alemania Frank-Walter Steinmeier y el secretario de Estado de los EE. UU. John Kerry se reunieron en Kiev con la oposición. Estos dos representantes del mundo occidental les transmitieron su apoyo para salir de la órbita y las presiones de Moscú.

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Cuatro días más tarde los manifestantes derribaron la estatua de Vladimir Lenin. Pero más allá de la destrucción de un símbolo, del repudio al fundador de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en las calles se perseguía un fin más grande: querían la salida del poder del presidente prorruso.

A lo largo de enero de 2014, las protestas continuaron, ya con manifestantes mucho más preparados, decididos a todo. Cascos, chalecos y escudos, algunos improvisados y otros profesionales, se usaban como protección contra los embates del aparato represivo del Estado ucraniano.

El malestar de la población llegó al punto cúlmine en febrero de 2014. Entre el 18 y el 20 (Jueves Negro) de ese mes las fuerzas de seguridad mataron a 105 personas.

Finalmente, el 24 de febrero se consumó la revolución con la huida de Yanukóvich, primero a Crimea; y después, a la región rusa de Rostov del Don. Tras minimizar a la revuelta bautizándola como “un golpe de Estado instigado por Occidente”, el Kremlin hizo acuse de recibo y respondió con dos airadas acciones. Acciones cuyos efectos se extienden hasta hoy.

En primer lugar, Rusia buscó anexar a Crimea. Como era de esperarse, esta no contó con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). En segundo, Moscú le brindó su apoyo a la sublevación armada de los grupos separatistas de Donetsk y Lugansk, en la región ucraniana del Dombás.

Raíces del problema que se hunden en el fin de una era

Darío Mizrahi (32) es licenciado en Sociología especializado en Política Internacional. Durante muchos años ha trabajado como periodista en Infobae y desde 2021 se dedica a abordar los acontecimientos internacionales en la pantalla de América y A24. En diálogo con LMNeuquén, el especialista analizó qué sucedió desde 1991 hasta hoy y por qué la situación entre Ucrania y Rusia es tan compleja.

“Cuando se disolvió la URSS (en diciembre de 1991) fue un golpe muy grande que tantos países decidieran independizarse, que logren su autonomía. Junto con Bielorrussia, Ucrania era uno de los países que tenían vínculos culturales e históricos estrechamente ligados a los de Rusia. Y además porque es la frontera con el resto de Europa”, explicó Mizrahi.

Sin embargo, más allá de haber logrado su independencia, la relación entre Kiev y Moscú fue bastante cercana hasta 2014. “Por una fuerte demanda de la comunidad, que quería acercarse a la UE, Yanukóvich comienza negociaciones para una posible integración a Bruselas (sede del bloque continental). En ese momento Putin lo presiona para que desista y este desiste. Esta “cesión de soberanía” produce un enorme descontento social y el estallido que obliga a Yanukóvich a dejar el país. Desde ese momento a esta parte todos los gobiernos que se sucedieron en Kiev son anti Rusia, proOccidente”, precisó el analista.

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Consultado sobre la chispa que “encendió” la revolución de Maidán, Mizrahi señala razones tanto externas como internas. “Desde los ‘90 había sectores de Occidente a los que les interesaba acercar a los países de Europa del este a su eje de influencia. Es un factor que no se puede soslayar: hubo grandes potencias que buscaron acercarse a países como Ucrania, Polonia, Rumania o Bulgaria, tuvieron voluntad de alejarlos del eje soviético. En lo que al interior de Ucrania se refiere, hubo una voluntad muy fuerte y mayoritaria del oeste del país, incluido Kiev, de vivir según los parámetros sociales, culturales y políticos de la UE. Ese fue el disparador más fuerte de la revolución del Euromaidán”, añadió.

Octavo aniversario de Maidán y una nueva guerra

El 20 de febrero pasado, con la presencia de Petró Poroshenko, el primer presidente que emerge después de la Revolución del Euromaidán, y el actual mandatario, Volodimir Zelenski, cientos de ucranianos le rindieron un homenaje a las 105 víctimas de 2014. Niños, jóvenes y adultos se congregaron en el memorial para recordar al centenar de fallecidos que denominan la Centuria Celestial.

A ocho años de los acontecimientos que bañaron de sangre esa capital, la Justicia ucraniana continúa investigando y juzga en ausencia a Yanukóvich y sus funcionarios por los delitos cometidos. El expresidente prorruso enfrenta cargos por alta traición a la patria.

Tras su regreso de Múnich en busca de garantías para el conflicto que se desataría 72 horas después, Zelenski colocó una vela a los pies de la cruz erigida junto a la capilla de madera del memorial a metros de la Plaza de la Independencia (Maidán) de Kiev.

“Putin está muy atento a la simbólico, no se descarta que estuviera previsto (el inicio de hostilidades) para el aniversario de la revolución de Maidán —también llamada Revolución de la Dignidad—, sí había una decisión clara de no atacar durante el desarrollo de los Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en Beijing. Pero al día siguiente, el 21 de febrero, anuncia la decisión de reconocer a Donetsk y Lugansk como repúblicas independientes. Luego el 24 lanza la ‘operación especial’ para ‘desnazificar y desmilitarizar’ Ucrania, tal como la bautizó”, comentó Mizrahi.

Mientras la guerra lleva 20 días de hostilidades ininterrumpidas, el contexto internacional ha reaccionado de manera dispar ante la decisión de Moscú de invadir Ucrania. Ante la pregunta de cómo afectarán a Putin las sanciones impuestas por distintos países, Mizrahi señala que los efectos pueden verse a mediano plazo. “Indudablemente las medidas son muy duras y tendrán un efecto muy fuerte. La decisión de sacar a los principales bancos del sistema SWIFT, la imposibilidad de colocar deuda soberana, el éxodo masivo de grandes empresas, etc. traerán sus consecuencias. Hoy la bolsa de Moscú sigue sin poder operar porque eso provocaría un colapso: el rublo ruso se devaluó un 30 por ciento en lo que va del año. Esto, sumado al ‘corralito’ impuesto, por el que los rusos no van a poder retirar más de US$ 10.000 en el transcurso de los próximos meses, son todos golpes muy duros que se sienten en el bolsillo de la población”, enumeró Mizrahi.

Pese al contexto desfavorable y la erosión del nivel socioeconómico generado puertas adentro de Rusia, Mizrahi se muestra escéptico a que la guerra le haga mella al presidente ruso en el corto plazo. “Todas las decisiones internacionales y el contexto tendrán su impacto, debilitarán las finanzas del país y golpearán las bases de apoyo de Putin. Sin embargo, creo que esto no hará que el mandatario desista ni tampoco que el régimen de Moscú caiga”, concluyó.

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