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La Mañana Trans

La vida de las mujeres trans en tiempos de COVID

El día a día de quienes habitan el primer complejo de viviendas para el colectivo.

Saben que si no contaban con un techo propio, habrían transitado de manera más compleja la pandemia por coronavirus. La fragilidad económica, laboral y habitacional de las personas transexuales quedó al descubierto ante el aislamiento social por el avance del COVID-19.

En agosto, cuando aumentaban los contagios en Neuquén y crecía el número de víctimas fatales por el virus, doce mujeres transexuales de la provincia accedieron a la vivienda propia. Ese mes se inauguró el primer complejo de viviendas para mujeres trans, un proyecto iniciado por la hermana Mónica Astorga, de la congregación de Carmelitas Descalzas de Neuquén, que dedica su vida a trabajar por mejorar la calidad de vida de este colectivo, que logró hacer eco en las autoridades municipales y provinciales, que aportaron los fondos para la construcción de doce monoambientes para quienes se encontraban en situación de vulnerabilidad.

A ocho meses de que abriera por primera vez la puerta de su departamento y dejara atrás años de vivir en la calle o en lugares precarios, Wanda Cantiani afirmó que la posibilidad de contar con una vivienda digna les “cambió la vida”. La mujer de 37 años, que lleva 20 viviendo en Neuquén y que dejó de ejercer la prostitución, comentó que esta posibilidad que se les brindó a ella y a sus compañeras del complejo ubicado en el barrio Confluencia “ha sido muy importante y tranquilizadora”. “No tenemos que estar pensando en cómo pagar el alquiler porque los propietarios se abusan de nosotras por ser travestis cobrándonos fortunas por un monoambiente y si no podemos pagarlo nos echan”, agregó.

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Ninguna de las mujeres que habitan en el complejo, único en el mundo, se contagio de COVID-19. Sin embargo, lamentan la muerte de una de ellas, María Soledad Díaz. “María nos abandonó, tenía más de 60 años y presentaba muchas patologías que en el último tiempo se le complicaron”, explicó Wanda, que a los 13 años se autopercibió como mujer. A quienes habitan el complejo, la muerte de su compañera les caló muy profundamente, sobre todo a Wanda, quien se dedicaba a asistirla y alimentarla. “Ese mediodía le llevaba un plato de arroz con albóndigas y cuando entré al departamento, la encontré muerta”, recordó.

Señaló que actualmente la mayoría de las mujeres que viven en el complejo de la calle Boerr no ejercen la prostitución. Detalló que algunas trabajan como peluqueras, otras en el sector gastronómico y cuidando a adultos mayores. Ella cuenta que continúa en la venta de artículos de limpieza, oficio que le enseñó su pareja, vendedor ambulante, desde hace diez años. “En la pandemia seguí con la venta de artículos de limpieza, levanto los pedidos por teléfono y los entrego”, precisó.

Otro grupo de cuatro mujeres puso en marcha un emprendimiento que consiste en la elaboración de comidas y venta de conservas, mermeladas y dulces que realizan en el salón de usos múltiples que se encuentra en la entrada del complejo de departamentos. “Es un pequeño proyecto pero que les ha servido para tener ingresos y mantenerse. Venden sus elaboraciones a través de las redes sociales”, explicó Wanda, quien muestra orgullosa las producciones de la pequeña huerta que armó en el patio de su departamento.

Tanto Wanda como sus compañeras resaltaron la ayuda que reciben de la hermana Mónica Astorga. “No solo nos asiste desde el comienzo de la pandemia, sino desde mucho antes. Gracias a ella, no pasamos necesidades en ningún momento. Nos asiste con mercadería, con los insumos de limpieza y con todo lo que nos haga falta”, describió.

Wanda comentó que fueron muchas las chicas que se acercaron hasta la casa de asistencia y acompañamiento para mujeres trans, ubicada en Sarmiento y Candelaria de esta ciudad, que lleva el nombre de Santa Teresita del Niño Jesús. El lugar, que abrió en mayo de 2019, tiene como objetivo articular acciones de prevención y tratamiento para la asistencia e inclusión laboral de personas trans. “Llegaron muchas chicas pidiendo ayuda con alimentos y asistencia psicológica, incluso por asesoramiento médico, y por violencia, porque quienes trabajan en la noche siguen sufriendo la violencia por parte de los clientes”, concluyó.

“Siempre tuvimos que vivir en los peores lugares”

“A partir de ahora, mi vida será una maravilla”, se le escuchó decir a una de las mujeres trans cuando abrió por primera vez la puerta de su departamento. “Siempre vivimos en los peores lugares, pero ahora va a cambiar todo para nosotras”, agregó aquel día memorable para este grupo de mujeres.

El proyecto de la hermana Mónica Astorga tuvo un sinfín de obstáculos, principalmente por los vecinos del barrio, que no querían saber nada con convivir a diario con mujeres trans. “Imaginaron que esto iba a ser un prostíbulo”, dijo Wanda. “Creo que nos ganamos el respeto porque somos educadas, y lo que nosotras necesitábamos era un lugar digno para vivir y comenzar desde esta base a tener otros horizontes, porque si algo ha logrado Mónica es darnos una orientación a nuestras vidas”, reconoció.

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Asisten a unas 60 personas trans

Durante la pandemia, se conformó un comité provincial de emergencia destinado a la asistencia de personas trans como parte del operativo de cuidado y protección de derechos de esta población, uno de los sectores de mayor vulnerabilidad social. Una persona trans en Neuquén tiene una expectativa de vida que no supera los 45 años.

El comité está integrado, entre otros, por la Dirección Provincial de Diversidad, el Ministerio de Desarrollo Social de la provincia y de la Nación y el Inadi.

“En los primeros meses de la pandemia y en los momentos más críticos de esta, el comité asistió a entre 60 y 80 mujeres y hombres trans con mercadería, productos de limpieza y de higiene. Con el correr de los meses, el número de personas fue variando dependiendo de cada situación y, actualmente, se está ayudando a unas 60 personas”, comentaron desde la Dirección provincial de Diversidad.

Entre la población trans de la ciudad se registró el fallecimiento de una mujer mayor de 40 años por COVID-19 y que presentaba enfermedades preexistentes.

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