Anécdotas y secretos de un Precursor Publicitario, Abraham Tohmé.
Muchos de los negocios neuquinos hoy ya no existen y solo forman parte del ayer, quizás ni siquiera existan los locales done funcionaban porque levantaron en su lugar un edificio moderno. Sin embargo, esos rincones neuquinos perduran en la memoria colectiva por sus frase publicitarias pegadizas, un ritmo musical que lo caracterizaba y sobre todo la voz inconfundible de un locutor que sigue resonando en nuestra mente.
Una de esos locales con sus publicidades era de Stamaris con la inconfundible locución a cargo de Abraham Tohmé. Esta casa abrió sus puertas en 1945 y cerró en forma definitiva en 2003, en un contexto de crisis tras el estallido de 2001 en Argentina.
Vendía desde alhajas, relojes y joyas hasta televisores, radios, electrodomésticos. También cristalería, porcelanas y cubiertos, por lo cual muchas futuros y futuras contrayentes abrían sus listas de casamiento como se usaba en la época. Costumbre que sigue vigente, no sigue siendo como entonces.
Abraham Tohmé fue, es y seguirá siendo en la memoria de la gente del Valle la voz de la publicidad de Stamaris. Nacido en la ciudad de Rosario, desarrolló su carrera en Bahía Blanca, desempeñándose en radio en LU2 y también en el diario La Nueva Provincia.
Más adelante se trasladó a LU18 de General Roca, LU19 de Cipolletti y en Canal 7 de Neuquén. Su amor por el periodismo, lo lleva a consustanciarse con cada uno de los medios en los que trabajó (tanto gráficos como radiales) diversificando su tarea, con proyectos de gestión empresarial y destacándose en la actividad publicitaria.
En diálogo con LMNeuquén compartió anécdotas y vivencias de aquellos tiempos en que los locutores de saco y corbata y las locutoras de elegante sport leían de pie los avisos publicitarios ante enormes micrófonos. Aunque la publicidad de Stamaris fue una de tantas producciones de su agencia y de su ingenio, fue sin dudas la más popular.
- ¿Cómo surgió su relación con la hoy legendaria firma comercial?
Stamaris fue una historia de 35 años, me hice amigos de ellos siendo director de LU19 (Cipolletti), era extraordinario el carácter de sus dueños tanto de Stacco como Celoria, que fueron grandes comerciantes de Neuquén con una lucidez y una inteligencia formidables que los llevó a abrir 11 sucursales en el Valle.
Además, era gente honestísima y te doy un ejemplo: una vez les compré una máquina afeitadora marca Ronson de fabricación mexicana. No era como las de ahora con un sistema de cuchillas interpuestas, sino que tenía un mecanismo que consistía en una lámina flexible debajo de la cual pasaban las cuchillas apenas rozándola. La cuestión es que en algún momento ese repuesto de la máquina, se desgastó en el término de 6 meses. Fui al negocio para conseguir el repuesto y repararla y me explicaron que como había cerrado la importación no les quedaba ninguna. Al rato apareció uno de los dueños y me dio una afeitadora Phillips como reposición sin cargo porque consideraron que si no tenían el repuesto del producto debían compensar al cliente de todos modos”
- Existen seguro muchas más anécdotas.
Sí, Una vez trajeron una máquina para hacer panqueques, recuerdo que la parte de arriba era de un color naranja intento y la parte inferior como una plancha común, por aquel entonces algo muy novedoso porque además una vez cocinados la masa se invertía la posición de la panque quera y los panqueques caían al plato con la temperatura de cocción exacta. Los dueños de Stamaris me llamaron desesperados porque por un error de envío les habían enviado 1000 en lugar de las 100 que habían solicitado. Les propuse entonces una estrategia publicitaria televisiva, filmamos a una modelo haciendo los panqueques que al caer sobre el plato y truco visual de edición mediante se multiplicaban en una torre altísima. Fue para un Día de la Madre y el éxito fue tal que, no solo se vendieron absolutamente todas, sino que también, la gente me llamaba a mí, personalmente, para pedirme si se las podía conseguir. Se habían vendido hasta los enchufes.
- ¿La gente te identificaba totalmente con cada comercio y producto?
Es que, por aquel entonces, cada uno de nosotros trabajábamos con nuestra propia voz, práctica que posteriormente se fue perdiendo. Pareciera que hoy cuando escuchas mil voces parecen todas las mismas. El locutor es el vendedor que tiene el comercio, cuando me toca hacer un aviso para una empresa de transporte, en ese momento yo soy la empresa en mi voz, estar convencido de que es la mejor opción y además decirlo con firmeza.
Los primeros locutores, si vamos bastante atrás en la historia, eran los tenores porque como los micrófonos de antes eran, por así decirlo, muy duros. Los sistemas de captación del sonido y de la voz era muy tosco, muchos funcionaban a base de carbonilla y con la ayuda de una pila. Yo atesoro uno en el que cantó Gardel, incluso tengo la foto donde está él, cantando con ese micrófono.
- ¿Qué locutores influyeron más en tu formación?
Casi todos de Bahía Blanca: Rogelio Ángel Roca, María del Pilar Orsalli, Raúl Galán, Dardo Omar Morantes. Formábamos parte de un gran equipo en el que todos podías aprender.
- ¿Existía un aspecto de teatralidad en la locución tradicional?
Y vos fíjate en los avisos de antes: “Loción Llao Llao, el perfume del romance…perdura…persiste…persuade” y tenés una escena de amor en ese lugar de ensueño. Otra que decía “Y sigue tejiendo la abuela hacendosa, con lanas “La Religiosa” ahí tenías la poesía y cada vez existe menos la meticulosidad en la escritura de los avisos. Los publicitarios tienen que estar consustanciados con la Cultura General. La radio es un espectáculo artístico que hay que saber alimentarlo con vivencias.
- ¿Recordás alguna otra publicidad que hayas hecho para televisión?
Una campaña que hicimos para televisión que fue muy exitosa fue cuando creamos un slogan para una publicidad de calefactores que era “El frío no existe…el frío es la falta de calor” y se armó un revuelo enorme porque la gente decía que de dónde habíamos sacado semejante cosa porque era frío era algo real y más en nuestra región. La frase se completaba con: “El frío es la falta de un calefactor Phillips”.
Hubo slogans que hicimos para Stamaris que después lo incorporó Phillips porque por aquel entonces la firma local tenía un 3% de sus compras bonificado para publicidad. Creamos entonces una frase que utilizamos para promocionar la venta de los primeros televisores “La televisión es una ventana a la vida” y gustó tanto que me llamaron de Phillips para poder utilizarla como propia.
- ¿A qué otros comercios le pusiste tu voz en los avisos?
Trabajé con muchas firmas que seguramente la gente recordará: Tienda Buenos Aires, El Sportman, Suixtil, la Aseguradora de Río Negro y Neuquén y muchos más. Muchos venían a nuestra agencia porque todos querían ser Stamaris. Así que es que, tuve que rechazar muchos trabajos porque no podía tomar competitivos de Stamaris.
La solidez y claridad de la voz de Abraham Tohmé se mantiene intacta e intacto el recuerdo de las viejas publicidades de los comercios neuquinos de ayer. Mencionar a “Stamaris” o “Tienda Buenos Aires” provoca en quien lo escucha una sonrisa porque, aunque sea por instantes, aquellos legendarios negocios continúan estando en pie tal como los recuerdan.
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