Crearon un espacio único para ofrecer productos de dos rubros distintos. Resistieron a la pandemia y hoy proponen una experiencia singular a la hora de comprar.
Aunque siempre estuvieron vinculadas a través de un lazo fraternal, las hermanas Karla y Juliana Rolo celebraron hace muy poco su primer aniversario como socias. En febrero de 2020 decidieron unir sus emprendimientos de rubros distintos para crear un showroom compartido, que resistió los embates de la pandemia y se convirtió en un refugio de las clientas que aprecian rodearse de cosas bellas.
Juliana, de 27 años, es la menor de las hermanas y la primera en dar el paso dentro del mundo emprendedor. Mientras cursaba sus estudios de Marketing en Córdoba ya demostraba rasgos de su coquetería y su pasión por las joyas, por lo que decidió convertir esos amores en un proyecto que le generara ingresos adicionales.
“Cuando volvió a Neuquén empezó a emprender de a poco, con un paño muy chico de joyas de plata”, cuenta Karla, su hermana mayor. Como vender este tipo de productos requiere de una gran inversión inicial, Juliana inició un trabajo de hormiga para vender elementos de su paño y así generar un inventario más grande, que ahora exhibe en el showroom que comparten las dos.
“Durante dos años y medio vendía en ferias, le tocaba una cada fin de semana en Roca, Cipolletti y Neuquén”, relata Karla, que acompañaba a su hermana a feriar y así, con el paso de los eventos, fue mamando también el espíritu emprendedor y las ganas de abrir su propio espacio, pero interpretando su propia pasión.
Karla es martillera y trabaja en una inmobiliaria, por lo que convive todos los días con las ilusiones que se crean en torno al mundo hogareño. Por eso, su emprendimiento decantó hacia la decoración y la creación de hábitat agradables en cada ambiente de la casa.
“Empezamos con mi pareja haciendo muebles a medida, pero él también tiene otro trabajo y tenía cada vez menos tiempo disponible, así que terminé inclinado mi proyecto hacia los textiles, como almohadones o mantas, elementos de deco y artículos de bazar”, afirma la joven sobre Auka Deco, un espacio que nombró con la palabra mapuche que significa “rebelde”, porque se proponía romper todos los esquemas vigentes en la decoración.
Aunque las hermanas proponen rubros distintos, hay ciertos rasgos que parecen vincularlas a las dos. Ambas ofrecen elementos atravesados por la estética y con un fuerte peso en la calidad. Tanto las joyas de plata como los elementos de deco se proponen como elementos duraderos, clásicos que se mantiene vigentes por mucho tiempo y que necesitan de clientas convencidas.
“Cuando viene alguien al showroom, les digo que lleven los productos sólo si están seguros, porque son cosas que van a tener que ver todos los días por mucho tiempo. Entonces, quiero que se lleven algo que realmente les guste, que les combine con el resto de la casa y que puedan disfrutar”, asegura Karla.
Con esa premisa crearon dos proyectos diferentes, Zafiro Joyas y Auka Deco, que se unieron primero en las ferias y luego en un showroom compartido. “En febrero de 2020 decidimos abrir un espacio propio, pero no queríamos un local a la calle porque tenemos otros trabajos y no podemos abrir de lunes a sábado”, dice Karla.
Así, encontraron una oficina en un primer piso sobre la calle Bouquet Roldán y decidieron crear un showroom junto a otra amiga que vendía ropa, pero que se bajó del proyecto unos meses después. Karla, por su expertise en la decoración, fue la encargada de decorar el inmueble de 40 metros cuadrados.
“El showroom tiene forma de L, y tratamos de crear un espacio donde pudieran convivir las joyas con los textiles y un área específica para el bazar”, dice la emprendedora, que generó un espacio armónico y atractivo para los clientes justo antes de que la pandemia y el aislamiento social desestabilizaran sus planes.
“Abrimos el showroom en febrero y estábamos muy emocionadas, pero en marzo llegó la pandemia y estuvimos bastante deprimidas”, admite. Es que, a partir del aislamiento, las hermanas tuvieron que cerrar su punto de venta y dudaban de si podrían sostener o no los gastos fijos que implicaban tener su propio local.
“Yo soy más de la vieja escuela, me gusta encontrarme con el cliente cara a cara, charlar con ellos, conocer su historia”, dice Karla y agrega: “Pero mi hermana es un poco más chica y, como estudió Marketing, le encanta la parte de la tienda online, así que ella me ayudó a crear mi página web para tener el negocio activo incluso durante la pandemia”.
Gracias a los conocimientos de marketing que tenía Juliana y por la dedicación constante que volcaron en sus redes sociales y en su página web, ambas se dieron a conocer durante la pandemia y mantuvieron el flujo de ventas. El llamado a quedarse en casa ayudó sobre todo a Karla, ya que muchos neuquinos se decidieron a invertir más dinero en objetos para engalanar su hogar.
“Como estaban todo el día dentro de casa, muchos quisieron pintar o comprarse cosas para la casa”, explica Karla, que potenció su emprendimiento en plena pandemia, incluso en un contexto en que era difícil coordinar con los proveedores para tener los productos a tiempo. “Fue complicado, el invierno pasado encargué acolchados y llegaron en primavera, pero la gente fue muy empática y entendía por qué se daban las demoras”, detalla.
Aunque el aislamiento parece ser un motivo suficiente para desmotivar las compras de joyas, Juliana también logró crecer en tiempos de pandemia. “Ella le pone mucho amor a lo que hace, está muy informada y puede asesorar acerca de cada piedra y tiene una tienda online muy linda”, aclara Karla. “Y mucha gente que estaba tanto tiempo en la casa, estaban más conectados a las redes y elegían las joyas que ella publicaba”, agrega.
Con la flexibilización de las medidas de aislamiento, las hermanas pudieron reabrir su showroom sobre la calle Bouquet Roldán y también se animaron a participar de nuevas ferias, en donde se turnan para participar. “A veces ella me acompaña a mí y otras veces la acompaño yo, cuando montamos los stands de las dos, pedimos que nos ubiquen cerquita para poder ayudarnos”, dice la joven.
Como ambas abren el showroom compartido cada fin de semana en el mismo horario, pronto aprendieron los datos clave de ambos emprendimientos. “Ahora que yo estoy embarazada, voy a dejar de ir por unos meses, pero mi hermana ya sabe todo de mi rubro para asesorar a los clientes”, explica Karla.
La participación en las ferias, el manejo de las redes sociales y el boca a boca de las neuquinas las ayudan a que el showroom siempre tenga visitas, incluso cuando no tiene vidrieras para tentar a los transeúntes. Sin embargo, también hay breves lapsos en que ambas se quedan solas en ese local del primer piso. Y es ahí cuando su lazo fraternal se estrecha más con una pava de agua caliente compartida.
“Cuando llegamos al showroom nos da ganas de abrirlo todos los días, porque es lo que verdaderamente nos apasiona”, dice Karla sobre este espacio, que tiene más tintes de pasión que de trabajo obligatorio. Y aunque aún no pueden vivir de sus emprendimientos, aseguran que les encantaría hacer crecer el espacio de hermanas para tener un local a tiempo completo.
Si bien un local a la calle parece ser el próximo paso para su crecimiento, Karla le encuentra algunas ventajas a la modalidad de showroom. “Es un lugar más íntimo, donde se generan más charlas; la gente se toma el trabajo de entrar y mirar todo, a veces vienen por un almohadón y les sacamos todos para que los miren, y se quedan mirando las joyas y vuelven al mes siguiente para llevarse un anillo, por ejemplo”, relata.
Esa modalidad íntima, casi familiar, que proponen los showrooms parece plasmar en cada venta el lazo que las une a ellas dos, Karla y Juliana, que son hermanas y socias en esta tarea de emprender.
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