¿Demonio o redentor? Nayib Bukele va por la reelección en El Salvador con más de 80% de intención de voto
Las encuestas muestran un respaldo masivo para el presidente en los comicios de este domingo. La oposición, en conjunto, suma sólo un 12,2%.
Nayib Bukele, el presidente salvadoreño que va por su reelección este domingo, espera ganar los comicios presidenciales con un respaldo abrumador que le de legitimidad frente a las críticas que recibe.
Odiado y criticado por algunos sectores, tildado de autoritario y tirano, sigue siendo respaldado por una mayoría popular.
Llega a los comicios con una intención de voto del 81,7%. La oposición, conformada por partidos tradicionales, apenas supera en conjunto el 12,2%, según proyecciones del Instituto Universitario de Opinión Pública (LUDOP) de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.
Pero, además, los sondeos revelan que el partido de Bukele, Nuevas Ideas, obtendría 57 de las 60 bancas de la Asamblea Legislativa, lo que blindaría su gobierno.
El tema seguridad es fundamental en la conciencia colectiva de los salvadores. Bukele enarbola esa bandera en la campaña. Afirma haber pacificado el país con su polémica "guerra contra las pandillas", en la que llevó a prisión a unas 75.000 personas, la mayoría de ellos jóvenes integrantes de las sangrientas maras.
Claro que también despertó las críticas internacionales, de organismos humanitarios y de algunos gobiernos sudamericanos, por abusos y violación de derechos humanos.
Quién es Bukele
El mandatario, de 42 años, es un empresario exitoso de ascendencia palestina, católico, que tuvo su ingreso a la política como alcalde de Nuevo Cuscatlán y de San Salvador.
Su padre, Armando Bukele Kattán, era un químico industrial palestino que se convirtió al islam. Fue un influyente imán, líder de la comunidad árabe en San Salvador. Su madre profesa la religión católica.
El tránsito de Bukele por la política es llamativo. Ingresó de la mano del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), un partido de izquierda que fue creado gracias a la confluencia de varias agrupaciones guerrilleras que participaron en la guerra civil salvadoreña.
Sin embargo, se fue apartando paulatinamente de este sector para conformar su propio partido, Nuevas Ideas, aplicando un enfoque más pragmático de la política.
El mandatario tuvo peleas muy intensas con el establishment político salvadoreño, tanto de izquierda como de derecha, y un duro enfrentamiento con el Parlamento porque no apoyaban su programa de gobierno.
Para conseguir sacar sus leyes, Bukele no tuvo problemas en imponerse utilizando el respaldo de las Fuerzas Armadas y de la población.
Incluso se postuló para la reelección rompiendo algunas normas legales. Primero, tuvo el apoyo de la Corte Suprema para reformar un fallo anterior y permitirle presentarse en los comicios. La norma derogada establecía que tenía que pasar un período de 10 años antes de candidatearse nuevamente.
Segundo, se tomó una licencia de seis meses en la presidencia para poder hacer campaña y obtener su segundo mandato, pese a que la Constitución impide hacerlo.
Quiénes lo enfrentan
En la vereda opuesta hay once formaciones políticas que intentan confrontar con la popularidad de Bukele, sin mucha suerte.
Entre ellos están los dos partidos tradicionales de El Salvador, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), que durante tres décadas marcaron el ritmo político del país. Pero ambos perdieron apoyo nte la falta de acciones concretas.
Bukele, por el contrario, generó un aestado de satisfacción en materia de seguridad en una población que soportó años de violencia política, a causa de la guerra civil, y luego con el predominio de las pandillas que marcaban su territorio.
Los cambios en El Salvador
Hasta los más críticos con Bukele admiten que el país cambió en varios aspectos. Está mucho más ordenado y hay fuerzas de seguridad en muchos lugares de la capital que hasta hace poco estaban copados por las pandillas.
El Salvador llegó a tener las cifras más altas de criminalidad de Centroamérica. Hoy eso cambió radicalmente. La tasa de homicidios cayó de 106,3 por cada 100.000 habitantes en 2015, a 2,4, según datos de Naciones Unidas. Un logro irreprochable.
Las “supercárceles” de Bukele, donde alojó a 750.000 pandilleros, resultaron efectivas para reducir la violencia. Pero, al mismo tiempo, afectaron los derechos humanos de la población.
Según los organismos humanitarios, las fuerzas de seguridad no tuvieron límites y terminaron presos jóvenes que no estaban vinculados a las maras.
“La principal característica de este gobierno de Bukele ha sido un serio deterioro democrático acompañado de políticas que han sido efectivas para reducir la violencia homicida, pero a costa de atentar contra los pilares de la democracia y de una alta concentración del poder en su figura”, resume Ana María Méndez-Dardón, directora para Centroamérica de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), a la cadena BBC.
En ese sentido, coincide Bessy Ríos, analista política y abogada salvadoreña. “Efectivamente ha logrado controlar las pandillas de una manera muy impresionante, pero con un alto costo para la sociedad en materia de pérdida de libertades".
La economía, un punto flojo
El gobierno de Bukele viene esforzándose en llamar la atención internacional y demostrar que el país ya no es peligroso, para así obtener financiamiento e inversión de países desarrollados.
Últimamente organizó grandes eventos como Miss Universo y los Juegos Centroamericanos y del Caribe. También invitó al Inter Miami de Lionel Messi a jugar contra el seleccionado nacional.
Mejoró el turismo. El aeropuerto internacional de la capital recibió el año pasado a unos 4,5 millones de pasajeros, lo que supone un 32% más que en 2022.
Realizó un proyecto en la costa para posicionar a las playas de El Salvador como un referente entre los amantes de ese deporte.
Hay otras cuestiones que no funcionaron. Por ejemplo convertir El Salvador en el primer país del mundo en adoptar el bitcoin como moneda de curso legal. Solo se proyectó en el ambiente financiero. En las calles, prácticamente no existe.
Para muchos, la mejora en la economía es un tema pendiente para el actual presidente salvadoreño. Los analistas señalan que la población le brinda apoyo porque actuó sobre el tema más urgente: la inseguridad. Pero ahora van a demandar otras cuestiones, como la frágil situación económica de la gente.
En uno de sus últimos mensajes por X (Twitter), Bukele hizo promesas en ese sentido. “Quiero ver nuestro país como un país desarrollado y una población que sus necesidades básicas estén cubiertas. Lo que quiero ver al final de mi mandato es al menos un proceso de cambio irreversible, donde ya El Salvador esté en el camino al progreso y que no haya una forma fácil de detenerlo”, afirmó.
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